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Iglesia, cuerpo de mujer

Escrito por

Éxodo 137
– Autor: Pilar Yuste –

 

No es difícil partir de una imagen tristemente repetida en nuestras iglesias. Unas pocas fieles (en el más amplio sentido de la palabra) participando en una celebración presidida por un varón ordenado. Y ésa es la dinámica habitual de casi todas las comunidades.

A pesar de ello, lo cierto es que hemos avanzado mucho, y, además de las delegadas diocesanas, participantes en los consejos pastorales[1], profesoras de teología y cristianas presentes en la vida pública, en el propio organigrama de la Conferencia Episcopal Española, entre las quince Comisiones, encontramos a dos directoras y otras dos encargadas de otras áreas; y, de las diez oficinas dependientes, tres de sus responsables son mujeres.

Y para avance, sin duda la respuesta del Papa Francisco a su promesa del 12 de mayo de analizar el papel de las diaconisas en los primeros años de la Iglesia. El Papa ha decidido crear una comisión de estudio “sobre el diaconado de las mujeres”. Es un hito histórico incuestionable (hay un mural preconciliar –la Guerra Civil aparece como Cruzada– de Antonio Cobos en mi instituto; entre las efemérides del siglo I aparecen las diaconisas imagen), pero las consecuencias del debate pueden ser grandes.

En cualquier caso, estamos a mucha distancia de la paridad o equidad, pero, por desgracia, a poca de la incongruencia con la que funcionan también otras estructuras, incluso las de colectivos que se consideran feministas, por no hablar de nuestra vida cotidiana. —La maestra de mi hija de cuatro años me contaba horrorizada cómo ninguno de los 21 alumnos había dudado en cómo acabar la historia de San Jorge. El guerrero mata al dragón y libera a la princesa—.

Volvamos a la Iglesia Católica Romana. Las mujeres seguimos sin participar significativamente en ámbitos en los que podríamos hacerlo (profesoras, delegadas, párrocas[2]), y seguimos muy lejos de aquellos que sólo ocupan varones y que son los más decisivos en la estructura eclesial, los ministerios ordenados incluso los menores.

Podemos hablar de una Iglesia conformada por una base casi totalmente de mujeres, no sólo en número sino en lo que a entrega y compromiso se refiere, y una jerarquía exclusiva y excluyentemente de varones. Y las estructuras se visibilizan por sus jerarquías. Y sin representatividad no hay participación ni viceversa. La respuesta del pueblo gitano a la posibilidad de sentirse liderados por pastores gitanos, casados, y de sus mismas tradiciones culturales es manifiesta en la Iglesia de Philadelphia (Aleluyas)

CUERPO DE MUJER, CABEZA DE VARÓN

Los motivos de esta situación, de este desequilibrio estructural son diversos. En su mayoría obedecen a un mundo patriarcal, y no olvidemos que la Iglesia no vive en el aire. Neus Forcano lo analizará mejor que yo en su artículo. Pero, sin duda, el factor específico que nos lleva a esta situación es la clericalización de una Iglesia a cuyo clero solo pueden acceder los varones. Y sociológicamente la estructura se visualiza a través de su jerarquía. Por eso mismo voy a dedicar tiempo al análisis de ministerio ordenado.

In persona Christi. El presbítero actúa en nombre de la Iglesia (In nomine Ecclesiae) y como persona de Cristo. Siendo él aparentemente quien, como las máscaras del teatro romano, ejerce el papel de Cristo. “Esto es mi cuerpo”. Esta frase puede salir de la boca de un presbítero de cualquier etnia, edad, aspecto, limitación física, carisma, valía ética, pero no de una mujer.

Buena paradoja. Una Iglesia mayoritariamente compuesta por mujeres, con cuerpo de mujer y por ello empobrecido, enajenado, violentado y a la vez fecundo y bello, es representada nominalmente por un varón. Un cuerpo de Cristo que él mismo identifica con la realidad sufriente del mundo (Mt 25, 31 y ss.) precisa de la condición sexual del varón para visualizarse. Trascendidos en el bautismo cristificante los factores de etnia, clase, religión (Ga 3,38), el que sigue validando la representatividad es el género. ¿O más bien secundamos los códigos domésticos en los que la cabeza de la mujer es el varón (I Cor 11,3)?

El riesgo que esto supone es que, como diría R. Radford Ruether, si en definitiva “Dios es varón, el varón es Dios”.

El Cuerpo de Cristo, Eucaristía e Iglesia como cuerpo (no místico) de Cristo. De hecho es un cuerpo de mujer. Se representa con una cabeza masculina. Éste es el punto de partida de nuestra identidad, relaciones y conflicto.

Christ´s body was the arena where social identity was negotiated, where the relationship of self and society, subjectivity and social process found a point of contact and conflict.[3]

Sugerente el análisis queer del cuerpo social y el cuerpo divino.

The Body Social and the Body Divine, The divine body is the grounded, acting, stubborn objetion to life as it is. It is the body that theology and religion should be attempting to empower rather than create competing definitions and restrictions for the physicial body through emphassion the virtual reality of the spiritual body. [4]

Cuerpo e Iglesia. Cuerpo enajenado social, vital y espiritualmente de muchas mujeres, cuidadoras de cuerpos. Cuerpo de Cristo compartido o apropiado. Curiosa representación, por ejemplo, de la Trinidad como andrógino en las Odas Sirias de Salomón.[5]

Cuerpo de mujer, cabeza de varón. Curiosamente la mayor parte de monstruos mitológicos están formados por cuerpos en los que se suman seres diversos (por ejemplo el minotauro). Salvo centauros y sátiros, generalmente tienen cabeza de mujer[6].

No nos referimos al reto de la diversidad sexual que tenemos, que siempre ha existido, y que tenemos que ir aprendiendo a acoger, nos referimos al simbólico del poder enajenado, de la realidad negada. De caminar con medio cuerpo, de rendir con la mitad de nuestros talentos.

¿IGLESIA ESTRUCTURA? LA COHERENCIA Y TRANSPARENCIA DE LA FORMA

No es que la mujer no participe de modo visual en la estructura de la Iglesia al no reconocerse su mayoría de edad. Es que se quiere mantener esta exclusión para no alterar la estructura de la Iglesia.

Algunos de los conflictos que ya se describen en las cartas de Pablo tienen que ver con la estructura eclesial. Cualquier colectivo, por pequeño y simple que sea, requiere una estructura, que de no expresarse explícitamente acaba convirtiéndose en un problema mayor[7].

Todas las estructuras son patriarcales. Pero, más que estructura, la Iglesia es familia, es constructora de Reinado. Por ello, la estructura debe estar al servició de su misión apostólica y no al revés, y por ello dicha estructura debe ser lo más fiel y coherente con la comunidad de iguales que Jesús instituyó. Mientras muchos obispos lavan los pies de doce presbíteros de su diócesis, el Jueves Santo del 2013 el Papa Francisco lavó los pies de 12 presos de un centro de internamiento juvenil. Signo y estructura

LAS CAUSAS DE UNA ESTRUCTURA QUE RELEGA A LAS MUJERES DE LA JERARQUÍA

a.-Una sugerente posibilidad es que las sociedades mediterráneas no tienen vetos en el liderazgo doméstico de las mujeres; pero, cuando la Iglesia comenzó a moverse en el espacio público, las mujeres quedaron, no pudieron ejercer ese nuevo liderazgo eclesial[8].

b.-Como diría Elsa Támez, “¿por qué es delicado el tema mujer-Iglesia? Porque toca estructuras… y el celibato por ahí algo ha de tener que ver”.

c.-De la comunidad de Iguales al kiriarcado, el representante no es sólo varón, es señor.

Sobre la base de la literatura prenicena sobre todo se puede afirmar que la Iglesia antigua opuso cierta resistencia a llamar “sacerdotes” a los dirigentes de la comunidad. Para el Nuevo Testamento solo Cristo y la comunidad cristiana poseen carácter sacerdotal”; y cuando ese título se llega a aplicar después “se trata simplemente de un vocabulario alegórico” [9].

El elemento eclesial más decisivo vuelve a ser la clericalización, perfectamente fundamentada por Estrada, en De la comunidad sacerdotal al clero:

Por un lado se conserva la conciencia de ser pueblo de Dios y de tener una función sacerdotal en medio de las naciones. Este es uno de los elementos que la Iglesia hereda de la tradición judía, pero se presenta desde la pertenencia por la fe, superando toda connotación etnocentrista, racial o nacionalista. La Iglesia es el “tercer pueblo” (género o raza) que asume en su seno a judíos y gentiles y que tiene una tercera forma de adorar a Dios. Tertuliano es el primero que habla de la ´religión cristiana`, heredera y continuadora de la alianza entre Dios y la humanidad.

Modernamente podríamos expresar esta conciencia cristiana indicando que la Iglesia es el sacramento de salvación (LG 5; 9), que no es un fin en sí misma y que está referida a toda la humanidad para colaborar y ser signo de la construcción del Reinado de Dios (…). Hoy la tarea estriba por el contrario en emanciparse de la inculturación en la cultura grecorromana, que constituye la base de Occidente, para dejar paso a otras inculturaciones cristianas en África, Asia y América. (…) [10]

Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, hay una convergencia de tradiciones que permiten hablar de la Iglesia como de un pueblo de sacerdotes, sin que nunca se aplique esta designación a un grupo dentro de comunidad. Sin embargo, a finales del siglo II y comienzos del siglo III encontramos los primeros testimonios que, inicialmente de forma titubeante y luego con firmeza y seguridad, comienzan a designar con el título de sacerdotes a los ministros cristianos[11].

La Eucaristía, en el momento de Iglesia reconocida por el poder político, recibe un carácter sacrificial y pasa a ocupar un puesto central frente al Bautismo, que tuvo su momento protagonista en los momentos de misión. Curiosamente ese sacramento requirió la presencia masiva de diaconisas que acompañaban a las neófitas en ese rito.

d.-El patrimonio del poder eclesial, social y espiritual

De la potestad de régimen, que existe en la Iglesia por institución divina, y que se llama también potestad de jurisdicción, son sujetos hábiles, conforme a la forma de las prescripciones del derecho, los sellados por el orden sagrado, (C. 129, 1).

En el ejercicio de dicha potestad, los fieles laicos pueden cooperar a tenor del derecho (C. 129,2).

La potestad de régimen se divide en legislativa, ejecutiva y judicial (C.135,1). Además, en el ámbito del Derecho canónico, se va a distinguir también entre Orden, Magisterio y Potestad de régimen.

Sólo el varón ordenado tiene poder real dentro de la estructura eclesial. Puede o no delegarlo, pero nadie más puede recibirlo.

e.-El miedo

Incluso tradiciones e imágenes que pueden abrir el debate a la participación de las mujeres en el orden sacerdotal han sido censuradas, como por ejemplo la imagen de María Sacerdote.

Discussion of Mary´s priesthood came to an abruptend at the beginning of this century. While Leo XIII in 1903 had still accepted, with approval painting of Mary in priestly vestiments, the Holy Office forbade in 1913 the practice of portraying Mary as a priest. In 1907 St. Pius X had still attached a 300-day indulgence to the prayer: ´Mary, Virgin Priest, pray for us`, but in 1926 the Holy Office declared that the devotions to Mary Priest ´is not approved and may not be promoted`. Is it a coincidence that just at the time the campaign for women´s ordination began to stir in other Christian Churches? [12].

No hay argumentos bíblicos para la exclusión de las mujeres al ministerio presbiteral

La Comisión Bíblica Pontificia respondió en la Pascua de 1976 a tres preguntas. Su resolución fue silenciada y aun contradicha en la declaración Inter insignores que fue redactada tres meses después.

Afirma que, basándose sólo en el Nuevo Testamento,

  • No hay datos suficientes para solucionar clara y definitivamente el problema del sacerdocio de las mujeres.
  • No se excluye definitivamente a las mujeres del orden sacerdotal.
  • No se considera que la posible ordenación de mujeres lesionara el plan de Jesucristo sobre el ministerio apostólico [13].

Tampoco hay argumentos históricos [14]. Jesús no prohibió nada, y la presencia de las mujeres en la primera Iglesia es incuestionable. Diaconisas, vírgenes, viudas, presbíteras con múltiples losas funerarias en Europa, mujeres partiendo el pan en frescos de las catacumbas (imagen), y hasta alguna obispa (imagen), por no hablar de Ludmila Javorova, presbítera católica de la Iglesia perseguida en Checoslovaquia[15].

No responde a la realidad humana. Vocaciones sacerdotales en grandes santas y místicas o doctoras de la Iglesia como Teresita de Lisieux y Catalina de Siena. Hoy día sigue siendo habitual respetar la vocación sacerdotal de un chico, y considerar a las mujeres vocacionadas como excéntricas.

Priva a la Iglesia y al mundo de carismas que la enriquecerían, y de un modo propio de tejer Iglesia.

Las mujeres hemos asumido de modo especial la dimensión del cuidado. ¿Hay algo más evangélico que estar vitalmente dispuestas a lavar los pies de quien lo necesite y alimentar, ser pan y vino de quien comparta con nosotras mesa y vida?

Quizá por eso mismo, a pesar de la insistencia con que se alerta a la comunidad atendida por una religiosa para celebraciones dominicales no eucarísticas, de que ni litúrgica ni canónicamente son Eucaristías, es muy frecuente escuchar la valoración: “la misa de la monja me gusta más que la del cura”. De hecho, presbíteras.

LA PERSPECTIVA ECUMÉNICA

La Reforma y la Iglesia Anglicana han sido pioneras en abrir el ministerio ordenado a vocaciones de mujeres. Las Iglesias Ortodoxas, salvo algunas voces como E. Behr Sigel, no apuestan por la ordenación de las mujeres, pero sí por la presencia de las mujeres en la vida pública y en el tejido activo de la Iglesia. Es hermosa la imagen que utiliza Karkala: no tiene sentido seguir con la lámpara de aceite dentro de la casa…

The Early Church understood very well how to interpret the symbolic caracter of Jesus´s actions in the world. Today we need to look again at those symbolic acts and interpret them for the revival of the Christian faith today. If Orthodox women, together with men, long for a more active participation in the Church, it is because of their wish to serve the Church on our society today. And women are still play in an important role in nourishing their families, their partners and Friends with the light of faith. It is a very important question that the Ortodox Church has to answer today, for how long still women will keep on lighting the oil-lamps in their homes[16].

IGLESIA CRISTIANA, MODELO DE INCLUSIÓN SOCIAL

Más allá de estructura la Iglesia es comunidad, familia. ¿Qué dice su rostro del corazón que le da vida?

Escuché a Enrique Dussell fundamentar que el supuesto universalista de la democracia ateniense no era sino un modelo de exclusión de la mayoría de la población. Mujeres, extranjeros, metecos, esclavos, niños, plebeyos, etc. El poder quedaba realmente en manos de una minoría social.

Vamos a adaptar esta perspectiva a nuestro trabajo. El judaísmo en tiempo de Jesús, la Alianza entre el Pueblo de Israel y YHWH conllevaba un modelo de exclusión de la casi totalidad de la población. Sólo fariseos, sacerdotes y escribas eran miembros del pleno derecho del Pueblo de Israel.

La propuesta del Reinado proclamado por Jesús revolucionaba por completo ese modelo. La Nueva Alianza, establecida entre el Pueblo de Dios y el Abbá, se fundamentaba en la nueva ley del Amor, y con sus palabras y sus gestos dejó claro que los últimos eran los primeros, que mujeres, gentiles, pecadores, enfermos, samaritanos, niños, pobres y todos los que sumaban varios factores de exclusión social eran los favoritos de Dios. La minoría de fariseos, escribas, ricos y sacerdotes no eran excluidos, podían integrarse siempre que compartieran su fortuna o se sintieran necesitados de Dios. Un modelo de inclusión perfecto y real.

¿Pero qué pasó con el devenir de la Iglesia a lo largo de los siglos? Quizá volvimos a vivir y significar la exclusión de mujeres, “pecadores”, homosexuales… Pocos se “salvaban de la quema”. ¿Y qué modelo sigue expresando nuestra estructura eclesial hoy? Tenemos que seguir venciendo nuestras querencias etnocéntricas, pero vamos visibilizando el rostro de Cristo en todos los colores, de todas las clases, lenguas; no así en la diversidad sexual y las distintas situaciones vitales, pero desde luego en ningún caso en la mitad de la población mundial y la mayoría de los fieles, las mujeres.

HOY, SIGNO DE LOS TIEMPOS

Juan XXIII, afirmó que la presencia de las mujeres en la vida pública es un signo de los tiempos.[17] La Iglesia que, como hemos visto, fue pionera en equidad está ahora lejos de lo que se vive en la sociedad civil como signo de justicia. Por eso muchas mujeres y hombres con conciencia, mayores de edad en todos los demás ámbitos, viven en la Iglesia la falta de reconocimiento.

Sabemos que hay personas con resistencia al liderazgo femenino eclesial. Ha sucedido en otras Iglesias. Pasado el tiempo, el reconocimiento es casi total. En cualquier caso, hay que construir, vivir, ser. Con conciencia crítica, pero libres del resentimiento, el miedo y la pena. Pisando fuerte porque es nuestra casa.

En una Iglesia que se niega a tratar todas las cuestiones desestabilizadoras para sí misma, como el celibato, la ordenación de la mujer, el militarismo y el control de la natalidad, adoptemos como santa patrona de los pastores a Miriam, la hermana de Moisés, que fue condenada al ostracismo por criticar al sistema, pero sin la cual la comunidad -dice la Escritura- no podía dar otro paso hacia la tierra prometida. (…)

En una Iglesia en la que a las mujeres se les niega incluso el derecho a ser directoras espirituales de los hombres, adoptemos como santa patrona de los pastores a Ana, la profetisa que vio en Jesús lo que los demás no podían ver y lo proclamó al mundo[18].

Orante, diaconisa. Catacumba de Priscilla, Roma.

Mujeres partiendo el pan. Catacumba de Priscilla, Roma.

Theodora Epíscopa, mosaico de Iglesia de Santa Práxedes. Roma

Antonio Cobos, mural de Historia de la Iglesia, IES Ramiro de Maeztu, Madrid.

[1] El Consejo Pastoral de Madrid cuenta con 20 mujeres entre sus 83 miembros.

[2] En España llegó a haber cuatro párrocas, pero algo provocó el final de esa iniciativa, y no fue el descontento de sus comunidades. Desconozco si ahora vuelve a haber alguna.

[3] Beckwith, Sarah, Christ´s Body. Identity, Culture and Society in Late Medieval Writings, Routlege, London 1993, p. 26.

[4] Isherwood, Lisa, The power of erotic celibacy. Queering heteropatriarchy. T&T Clark, London 2006, p. 9.

[5] En uno de los mejores libros sobre el tema. Arana, María José,  y Salas, María, Mujeres sacerdotes, ¿por qué no…? Publicaciones Claretianas, Madrid 1994, 114.

[6] Arpías, esfinge, sirena, equidna, escila, hermafrodito…

 

[7] Cf. Freeman, Jo, La tiranía de la falta de estructuras. Forum de Política Feminista, Madrid 1972.

[8] Cf. Jo Torjesen, Karen, Cuando las mujeres eran sacerdotes. El liderazgo de las mujeres en la Iglesia primitiva y el escándalo de su subordinación con el auge del cristianismo. Ediciones El Almendro, Córdoba 1996.

[9] Schiellebeeckx, El ministerio eclesial. Cristiandad, Madrid 1989, p. 94.

[10] JUAN ANTONIO ESTRADA DÍAZ, La identidad de los laicos. Ensayo de eclesiología. Paulinas, Madrid, 190. 47,48.

[11] Ibíd, p. 53.

[12] Wijngaards, John, The Ordination of Women in the Catholic Church., Unmasking a Cuckoo´s Egg Tradition, Media House, Delhi, 2001, p. 163.

[13] Carrizosa, Mercedes,  y Yuste, Pilar, “De hecho presbíteras. El sacerdocio de la mujer”. Cuadernos Verapaz, 11, Salamanca 1993, p. 85.

[14] Cf. Alcalá, Manuel, Mujer, Iglesia, Sacerdocio. Mensajero, Burgos 1995.

[15] Therese Winter, Miriam, Desde lo hondo. La historia de Ludmila Javorova, una mujer católica ordenada sacerdote. Claret, Barcelona 2002.

[16] Karkala-Zorba, Katerina, en Jones, Ian; Wootton, Janet, y Thorpe, Kirsty, Women and ordination in the Christian Churches. T&T Clark, London 2008, p. 60.

[17] Pacem in Terris, 39-42.

[18] Chittister, Joan, Odres nuevos. Antropología de una visión espiritual. Sal terrae, Santander 2003, pp. 97 y 98.

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