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APUNTES SOBRE LAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA

Escrito por

Éxodo 90 (sept-oct.’07)
– Autor: Marciano Vidal –
 
REALIDADES HUMANAS Y DATOS CIENTÍFICO-TÉCNICOS


Infertilidad y esterilidad

Se denomina infertilidad a la incapacidad para concebir, si bien ésta puede ser una situación no definitiva. La esterilidad, en cambio, es la incapacidad definitiva o irreversible para concebir, por falta de gametos útiles.

Tanto la infertilidad como la esterilidad constituyen una enfermedad o la consecuencia de una enfermedad, con sus componentes físicos, psíquicos e incluso sociales. Desde este punto de vista, cualquier procedimiento dirigido a remediarla, desaparezca o no la causa que la origina, debe ser entendido como una medida terapéutica. La esterilidad humana es atribuible, en un 40%, a factores masculinos, en otro 40% a factores femeninos y en el 20% restante a factores de los dos miembros de la pareja.

En términos generales se acepta que en España son estériles entre un 10 y un 13 por 100 de todas las parejas en edad fértil, es decir, aquellas cuyas edades oscilan entre los quince y los cuarenta y nueve años.

La esterilidad del matrimonio o de la pareja puede llegar a traducirse, con el tiempo, en un elemento de frustración y desencanto que incluso llegue a modificar las relaciones matrimoniales y los comportamientos personales, familiares y sociales. El desarrollo paulatino de una auténtica patología psíquica, su somatización manifiesta y de posible agravamiento a medida que los años pasan, puede terminar con una desintegración de la pareja. No siempre ocurre así, pues a veces la esterilidad es aceptada sin mayores repercusiones, pero en cualquier caso debe ser enfocada desde la medicina como un proceso patológico, como una disfunción que debe ser objeto de tratamiento, sea éste curativo o sustitutivo, con la intención de lograr Descendencia y restablecer el equilibrio personal y social de la pareja.

Posibilidades de curación

Se utiliza la expresión “técnicas de reproducción humana asistida” para referirse a las intervenciones médicas en orden a solucionar problemas de esterilidad y así favorecer la transmisión de la vida humana. Dos son las técnicas principales:

Inseminación artificial (IA). La inseminación propiamente dicha consiste en depositar el semen, fresco o descongelado, en el canal endocervical o en una cazoleta que se adapta a la parte vaginal del cuello del útero, a fin de hacer llegar los gametos masculinos al encuentro del óvulo, previamente suscitado mediante una monitorización de la ovulación. Se trata de una acción médica sencilla, indolora y de carácter ambulatorio.

Fecundación “in vitro” con transferencia de embriones (FIVTE). La fecundación “in vitro”, a diferencia de la fecundación “in vivo”, es la que puede lograrse en el laboratorio y en las condiciones adecuadas cuando se ponen en contacto un/os óvulo/s con espermatozoides, uno de los cuales lo/s fertiliza. La FIVTE se articula en cuatro momentos: 1) recogida del óvulo/s (ovocito/s) de la mujer; 2) recogida del semen; 3) contacto de los gametos y fecundación in vitro (los óvulos fecundados se mantienen en el medio de cultivo durante doce a veinticuatro horas, tiempo en el que aproximadamente un 80% van dividiéndose en células o blastómeros; 4) transferencia de embriones al útero para su ulterior desarrollo y alumbramiento.

Del total de parejas estériles, un 20% aproximadamente pueden ser tratadas por inseminación artificial y un 40% lo pueden ser por fecundación in vitro con transferencia de embriones.

Ámbito y formas de uso

Las técnicas de reproducción humana pueden ser utilizadas en ámbitos variados y con fines diversos:

– Lo más normal es que tengan una finalidad terapéutica, es decir, para corregir la esterilidad. Pero también pueden realizarse con otros objetivos, por ejemplo: inseminación de carácter eugenésico; fecundación artificial para obtener embriones en orden a un uso no procreativo (para obtener células troncales, etc.). En el horizonte de la presente consideración únicamente entra el uso terapéutico, para curar la esterilidad.

– Pensando en el bien de quien va a nacer y teniendo en cuenta la realidad de la procreación como un elemento vinculado al amor de conyugalidad, las técnicas de reproducción humana se diversifican por razón del ámbito en que se realizan: 1) en mujer sola (soltera, divorciada, separada o viuda); 2) en pareja homosexual (en una de las mujeres que forman dicha pareja); 3) en pareja heterosexual estable; 4) en matrimonio. Teniendo en cuenta las dos razones indicadas –el bien de quien va a nacer y el significado de la procreación humana como una realidad vinculada al amor de conyugalidad- una ética exigente limita el posible uso de las técnicas a la procreación conyugal.

– Delimitando su uso al ámbito del matrimonio, las técnicas de reproducción humana pueden tener una ulterior diversificación. Hay situaciones en que los miembros de la pareja tienen todo lo necesario para lograr un embarazo: es el caso de la inseminación de cónyuge (IAC o, en inglés, IAH) y de la FIVTE conyugal. La carencia de alguno de los requisitos origina variaciones a tener en cuenta: inseminación con semen de donante (IAD); fecundación artificial con donación de gametos femeninos o/y masculinos o de embriones. En algunos documentos se denomina inseminación o fecundación artificial homóloga cuando no hay donación y heteróloga cuando sí se da. Sin embargo, las expresiones no son exactas ya que lo heterólogo y lo homólogo tiene que ver con diferente o con igual especie, cosa que aquí no acaece.

Criterios de valoración ética

Son descartables los “abusos” de las posibilidades ofrecidas por las técnicas de reproducción humana asistida: manipulaciones sobre embriones humanos o manipulaciones sobre el proceso reproductor. También es descartable el alquiler de útero o la maternidad subrogada. Prescindiendo de valoraciones ulteriores han de ser consideradas inaceptables las maternidades provocadas en edad avanzada: en esos casos en lugar de “madres” habría que hablar de “abuelas”. La selección de sexo no terapéutica u otras formas selectivas de procreación también han de ser tenidas como desviaciones del recto uso de las posibilidades técnicas.

a) Dentro de la ética racional y civil En un discurso de ética racional y dentro de las sensibilidades de la ética civil es muy difícil razonar sobre la inmoralidad del uso de las técnicas de reproducción humana en dos situaciones concretas: fuera del matrimonio; para solucionar una enfermedad seria de un hijo ya nacido, procreando selectivamente otro hijo que tenga compatibilidad de donación de tejidos u órganos para el primero.

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