viernes, abril 26, 2024
InicioVariosANÁFORA SOBRE LA FE

ANÁFORA SOBRE LA FE

Escrito por

Celebraciones
– Autor: Evaristo Villar –
 

ANÁFORA SOBRE LA FE
TEXTOS PARA LAS LECTURAS
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
La Fe de Gandhi

Mi propia experiencia me ha llevado al convencimiento de que la vida más plena es imposible sin una fe inconmovible en una Ley Viva que es obedecida por todo el universo en su movimiento. Una persona sin esa fe es como una gota de agua sacada del océano, la cual perece necesariamente. Todas las gotas que hay en el océano participan de su majestad y tienen el honor de darnos el ozono de la vida.

Harijan, 25 de abril de 1936, p. 84.

He hecho de la fe del mundo en Dios mi propia fe; y como mi fe es indestructible, la considero equivalente a una experiencia. No obstante, como se podría afirmar que definir la fe como experiencia es manipular la Verdad, tal vez sea más correcto decir que no tengo palabras para caracterizar mi creencia en Dios.

Autobiography, p.341.

Tenéis que ser pioneros a la hora de presentar al mundo una fe viva, no los huesos secos de una fe tradicional que el mundo no comprende.

Ceylon, p. 112.

No tengo ninguna duda de que cualquier persona puede lograr lo que yo he alcanzado, con tal de que haga los mismos esfuerzos y tenga la misma esperanza y la misma fe. Trabajar sin fe es como intentar llegar al fondo de un pozo sin fondo.

Harijan, 3 de octubre de 1936,p. 269.

La fe sólo puede crecer desde dentro; no se puede adquirir en lugar de otro. En este mundo nadie ha logrado nunca nada grande sin una fe viva.

Harijan, 9 de octubre de 1937, p. 292.<

Los hombres más influyentes del mundo han estado siempre solos. Recordemos a los grandes profetas: Zoroastro, Buda, Jesús, Mahoma…; todos ellos estuvieron solos, como otras muchas personas que podría mencionar. Ahora bien, como tenían una fe viva en sí mismos y en su Dios, y creían que Dios estaba de su parte, nunca se sintieron desamparados.

Young India, 10 de octubre de 1929, p.330.


El criado del capitán

Al entrar en Cafarnaún se le acercó un capitán rogándole: _ -Señor, mi criado está echado en casa con parálisis, sufirendo terriblemente. _ Jesús le contestó: _ -Voy a curarlo. _ El capitán le replicó: _ -Señor, yo no soy quién para que entres bajo mi techo, pero basta una palabra tuya para que mi criado se cure. Porque yo, que soy un simple subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y si le digo a uno que se vaya, se va; o a otro que venga, viene; y si le digo a mi siervo que haga algo, lo hace. _ Al oír esto, Jesús dijo admirado a los que lo seguían: _ -Os aseguro que en ningún israelita he encontrado tanta fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente a sentarse a la mesa de Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de Dios; en cambio, a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y le apretar de dientes. _ Y al capitán le dijo: _ -Vete; como has tenido fe, que se te cumpla. _ Y en aquel momento se puso bueno el criado.

_ Mateo 8,5-13

P. Venid, aclamemos al Señor,
Dios nuestro, porque en la fe
lo incomprensible del misterio se torna luminoso,
lo inaccesible se deja alcanzar;
lo indecible fluye en torrente de palabras;
lo inmanipulable, en fuente de creación.

A. Gracias a ti, Dios de nuestras incertidumbres,
Señor de nuestras oscuridades.
Porque la fe que en ti tenemos
«es anticipo de lo que esperamos,
prueba de las realidades que aún no vemos».

(Heb 11).

L1. Gracias a ti, Dios de nuestros padres,
Dios de nuestra tierra.
Porque la fe nos ayuda a descolonizar la mirada
para ver la vida en su grandiosa totalidad.
Porque la fe nos convoca a una comunión cósmica
en la que la realidad se prolonga en el misterio:
los otros emergen entonces como don y promesa;
tú, el inaccesible e indecible,
como el Dios de los muchos nombres;
y nuestra misma tierra, como casa común y hogar familiar.

A. Gracias, Dios nuestro, porque
experimentamos la fe: en la con-fianza
que nos arrastra más allá de nosotros mismos;
en la actitud que empuja nuestros mismos actos, sentimientos y opciones;
en el encuentro que nos introduce en otro mundo posible.
La fe nos convierte en simiente
que muere para dar fruto;
nos hace pasar por la paradoja
de tener que perder la vida para salvarla.

L2. Con la fe nos sucede como
en el viejo relato del muñeco de sal.
Después de peregrinar por tierras áridas y desiertas,
el muñeco llegó a descubrir el mar:
¿Quién eres tú?… Y el mar le respondió: ¡Yo soy el mar!
¿Y qué es el mar?… Acércate, tócame y verás.
El muñeco tocó tímidamente el mar
y sintió cómo se le iban deshaciendo los pies.
¿Qué me has hecho, mar?
Es el precio que has tenido que pagar
por el gozo de entenderme.
Y el muñeco comprendió entonces que valía la pena
deshacerse de sí mismo para ir haciéndose mar…
Cuando la última ola lo engulló,
sólo pudo decir: ahora yo soy el mar.

P. Esta es la parábola de la experiencia de Dios
en la totalidad del cosmos
que nosotros anunciamos en el siguiente himno:

SANTO, SANTO, SANTO
………………………………………………

P. Si tal es la última experiencia de la fe,
¿cuál es la última huella que nos orienta hacia ese final?,
¿cuál el camino que nos conduce hacia la plenitud?

L3. Para Abrahán fue la voz interior
que le invitó a salir “hacia la tierra
que iba a recibir en herencia”; y Abrahán creyó.
Para Moisés fue la voz que,
desde la zarza ardiendo, lo envió a
sacar a su pueblo de la esclavitud del imperio.
Y Moisés creyó a esa voz.
Para Jesús de Nazaret fue
el “Espíritu del Señor sobre mi”
que lo envió a evangelizar a los pobres y abandonados.
Para nosotros es hoy ese mismo Espíritu de Jesús
que, desde el pan y el vino,
nos convoca a recordar la memoria de su vida,
nos evoca su muerte en la cruz
y su recuperación de la vida más allá del sepulcro.
Nos invita, en fin, a seguir sus mismas actitudes en la vida.

A. En la noche en que iba a ser entregado,
Jesús tomó el pan, lo partió
y lo repartió entre todos diciendo: …

…………………………………..

P. Este es un sacramento de y para nuestra fe.
Si tuviéramos fe como un grano de mostaza
diríamos a la montaña: “ven aquí y vendría”;
si la fe nos tuviera a nosotros como tuvo a Jesús,
diríamos siempre a Dios:
“ hágase tu voluntad, no la mía”.
Pero somos hombres y mujeres de poca fe,
necesitamos orar:

L4. A ti, que eres el Dios menor,
el Dios de nuestras complicidades,
que estás como Dios en el viaje sin fin
al interior de todo lo pequeño;
a ti que nos trasciendes, que eres el Dios Otro,
el Dios siempre mayor, te rogamos:

A. Líbranos, Señor, de encerrarte en una sola palabra,
pues eres el Dios de los muchos nombres;
pero no permitas que nuestra fe
deje de seguir experimentándote
como don y presencia, como gracia y promesa:
“más íntimo en nosotros que nuestra misma intimidad”.

L5. A ti, oh Dios, que te acercas a nosotros
en cada ser del cosmos
como hogar y alimento,
como tarea y horizonte hacia el misterio…

A. Invítanos a esa comunión cósmica
que nos une a ti, y a decorar
cada rincón de nuestra casa común para tu morada;
ayúdanos a descubrir en los acontecimientos
de los hombres y mujeres, tu propio advenimiento.

L6. Tú que en Jesús de Nazaret
nos estás mostrando cómo eres,
y que en el amor y la misericordia,
en la justicia y el perdón se cumple tu voluntad,
se trabaja por la llegada de tu reino…

A. No dejes que nuestra fe se exprese en palabras vacías:
pues no nos basta con decir:”¡Señor, Señor!”
Ayúdanos a expresar nuestra fe como Jesús hizo:
en la práctica de la justicia,
en la solidaridad y en la liberación de los oprimidos.

P. Padre/Madre de bondad,
ante el panorama ilusionante
que se nos ofrece en tu Reino,
y el estímulo que para nuestra fe
supone el ejemplo de Jesús,
queremos dedicarte hoy, agradecidos,
este brindis:
POR CRISTO…

Buscador


Para mantener este portal y seguir ofreciendo en abierto gratuitamente su contenido, la revista ÉXODO te agradece sinceramente tu colaboración voluntaria.

Si estás interesado/a en recibir información de la revista Éxodo, ve a: