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BIOTECNOLOGÍA, ECONOMÍA Y POLÍTICA

Éxodo 90 (sept-oct.’07)
– Autor: José Ramón Amor –
 
La importancia económica que supone ya la biotecnología es grande. Según el Instituto Nacional de Estadística existen 500 compañías biotecnológicas en España, que emplean a 80.000 personas y tienen una cifra de negocio de 20.000 millones de euros. El crecimiento anual es del 20% en términos de facturación, número de empleados y gasto en I+D. Si bien España está alejada de los países líderes de la UE (Alemania, Reino Unido y Francia) y el tamaño de su sector corresponde todavía al de economías de menor envergadura (Finlandia, Bélgica u Holanda), su crecimiento en los últimos años sólo es superado por Irlanda.

Cataluña y Madrid presentan el mayor número de empresas, seguidas de Valencia, Andalucía, País Vasco y Galicia. El 39% de las empresas se dedica a la biotecnología sanitaria o roja. Las aplicaciones agroalimentarias o biotecnología verde son el 18% y la industrial o blanca el 12%. Las empresas con aplicaciones en más de un área son el 33%.

La salud humana es el principal campo de aplicación de la biotecnología en todo el mundo. Entre las áreas más dinámicas destacan la oncología, las enfermedades infecciosas, la diabetes, los trastornos autoinmunes y las patologías relativas al Sistema Nervioso Central, con especial énfasis en las enfermedades neurodegenerativas. En las últimas semanas todos hemos oído hablar del Yondelis, primer fármaco oncológico desarrollado por una empresa española (Zeltia) a partir de una molécula marina y que ya va a comenzar su comercialización.

Como señala ASEBIO 2006, los avances de las compañías españolas en terapia celular merecen una mención específica, por ser un área en la que ostentamos una situación poco frecuente de liderazgo internacional. En 2005 la compañía Cellerix se convirtió en la primera empresa europea en obtener un acta de medicamento huérfano para un medicamento celular en la Agencia Europea del Medicamento, concretamente para su producto Cx401, en el tratamiento de fístulas complejas. A este desarrollo clínico (que iniciará en breve un ensayo en el que participarán más de 400 pacientes de 5 países, con un coste de 12 millones de euros) se sumó en 2006 la obtención de un segundo estatus de medicamento huérfano para Cx501, en el tratamiento de la epidermolisis bullosa, una enfermedad rara y sin tratamiento. La Caja de Ahorros de Guipúzcoa y San Sebastián (Kutxa) financiará parcialmente el primer ensayo con la piel quimérica diseñada para tratar a los niños que sufren esta grave enfermedad.

Las aplicaciones biotecnológicas blancas constituyen un grupo heterogéneo con importantes perspectivas de crecimiento. Las tecnologías bioenergéticas cuentan en España con un referente internacional en Abengoa Bioenergy. La fabricación de bioplásticos es otro nicho de negocio en el que las empresas españolas comienzan a posicionarse.

La biotecnología agroalimentaria interviene en Europa en procesos que suponen entre el 13% y el 23% de volumen de negocio total de la industria alimentaria. El control biológico de plagas y los bioestimulantes son dos áreas en las que operan compañías biotecnológicas españolas como NewBiotechnic o Seaweed Canarias. En ambos casos, con productos de investigación propia en el mercado y una importante actividad de desarrollo de negocio en el ámbito internacional. En lo que se refiere al cultivo de variedades de plantas transgénicas, España siguió siendo en 2006 el referente europeo con 53.667 hectáreas sembradas, lo que supone un aumento del 0,8% respecto a 2005.

En los últimos meses los Ministros de Medio Ambiente de la UE desautorizaron a la Comisión Europea y a los tribunales de la Unión al permitir a Austria y Hungría prohibir unilateralmente el cultivo de variedades transgénicas previamente aprobadas en toda Europa y avaladas por el dictamen científico de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Esta situación muestra la debilidad de las instituciones europeas y hace planear serias dudas sobre la capacidad de la UE para alcanzar una economía basada en el conocimiento, como se definió en los objetivos de Lisboa.

A pesar de la ausencia de litigios entre agricultores, en 2006 se ha abierto un nuevo frente de debate entre defensores y detractores de esta tecnología relacionado con la coexistencia de variedades MG con variedades convencionales y ecológicas. Las empresas de semillas y los agricultores usuarios de agrobiotecnología reclaman unas normas de coexistencia proporcionadas y basadas en estudios científicos. “El borrador actual del Real Decreto que prepara el Ministerio de Agricultura al respecto no atiende a dictámenes científicos y pone en peligro el desarrollo futuro del área”, afirma ASEBIO 2006.

Según los datos publicados recientemente por el Instituto de Prospectiva y Estudios Tecnológicos de la UE, las variedades de maíz mejorado genéticamente cultivadas en España han permitido aumentar a los agricultores eL margen de beneficio bruto del maíz en un 12%. Habida cuenta de su amplia y continuada aceptación en España, donde las variedades MG están añadiendo valor, y de la opinión favorable de los consumidores –un 74% de los españoles apoyan estas variedades según el Eurobarómetro 2005–, las autoridades deberían facilitar su empleo sin discriminaciones para que la competitividad de la agricultura española no se vea perjudicada, opina ASEBIO 2006.

“Sorprendentemente, las mismas autoridades que reconocen importantes problemas medioambientales como la falta de agua, erosión del suelo, o aumentos en las emisiones de C02 muy superiores a los comprometidos en el Protocolo de Kyoto, no están favoreciendo con sus decisiones la aprobación y el empleo de las variedades mejoradas con la tecnología más moderna y que podrían disminuir el impacto sobre el medio ambiente de cada unidad de alimento o biocombustible producido. Estos obstáculos al progreso de la agricultura en España son también un lastre añadido a la balanza comercial, ante la enorme cantidad de granos que se deben importar para la industria de alimentos para animales y, asimismo, dificultan la viabilidad de una producción de biocombustibles eficiente y sostenible”.

Más de 150 científicos españoles han exigido mediante la declaración Ciencia, progreso y medio ambiente la despolitización de los transgénicos y un mayor peso de los argumentos científicos en la toma de decisiones por parte de las autoridades competentes. Entre los firmantes cabe resaltar a investigadores de la talla de Margarita Salas, Juan Carlos Izpisua o Santiago Grisolía, miembros de Reales Academias Científicas, numerosos catedráticos universitarios y varios directores de centros de investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas.

Se solicita una estrategia promovida desde Presidencia de Gobierno que permita el desarrollo de políticas coherentes en los siete Ministerios que tienen competencias directas relacionadas con el desarrollo biotecnológico –Educación y Ciencia; Industria, Comercio y Turismo; Medio Ambiente (MMA); Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA); Sanidad y Consumo (MSC); Economía y Hacienda (MEH); Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS)–. En la actualidad algunos de estos ministerios (MMA y MSC) promueven políticas difíciles de conciliar con la innovación biotecnológica. Otros (MEH o MTAS) no han demostrado suficientemente su implicación en el desarrollo de un modelo económico que apueste por los sectores basados en el conocimiento. Hace unas semanas Rodríguez Zapatero se hacía eco de esta petición, al señalar la necesidad de un Plan Estratégico de la Biotecnología.

GLOBALIZACIÓN REPRODUCTIVA

Para la mayoría de las personas tener hijos es una de las tareas más simples de la vida. Pero en un número significativo de progenitores potenciales, el mecanismo para engendrar bebés falla. Para muchos de ellos la infertilidad es una terrible maldición. Algunos se resignan a su destino. Otros adoptan. Muchos llegan a ser devorados por su deseo de concebir y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para engendrar un hijo propio: quieren algo que para ellos es irremplazable, y para tenerlo pagarán lo que sea necesario. El mercado de la fertilidad es vigoroso, competitivo y está en constante expansión. Debora L. Spar señala que en 2004 más de un millón de estadounidenses se sometieron a alguna forma de tratamiento de fertilidad y, de este modo, participaron en una industria de casi 3.000 millones de dólares. Me ha resultado muy sugerente el libro de esta profesora de la Harvard Business School.

En el nivel básico de esta industria están los proveedores que ofrecen sus componentes más elementales: esperma, óvulos y hormonas. Uno de los proveedores líderes de este mercado es Cryos International Sperm Bank, una firma de Dinamarca que vende su esperma en todo el mundo. Los donantes se buscan a través de material promocional distribuido en las ciudades universitarias u otros sitios atractivos. Contribuyen con una cantidad fija de muestras durante un periodo breve, y reciben unos 75 dólares por muestra. Cada muestra produce entre 3 y 6 ampollas de esperma, y cada ampolla se vende entre 250 y 400 dólares.

Las hormonas se usan solas en algunos casos o junto con la fertilización in vitro o la inseminación intrauterina. La firma más importante en el mercado mundial es Serono (Suiza): en 2004 había conseguido ingresos mundiales por valor de 2.500 millones de dólares, y un beneficio neto de unos 500 millones, que la convirtieron en la tercera compañía de biotecnología más grande del mundo. Los tratamientos de fertilidad representaban el 32 % de sus ventas.

Los óvulos son más caros. A diferencia de la donación de esperma que, a lo sumo, incluye un compromiso de 15 minutos y sentirse ligeramente incómodo, la donación de óvulos es un procedimiento difícil. ¿Por qué una joven saludable iba a correr el riesgo de ayudar a una mujer extraña? En 2004 se estaban pagando entre 3.000 y 8.000 dólares por donación, aunque podían pagarse hasta 50.000 por los de una donante de 1,78 de altura.

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