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RELACIONES IGLESIA-ESTADO

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Éxodo 92 (marz.-abril.’08)

LAS relaciones Iglesia/ Estado están atravesando en España una situación cuando menos confusa. Por extraño que parezca, cuando la Iglesia católica española está gozando, a juicio de muchos analistas, de un trato político y económico difícilmente antes superado, se da la extraña paradoja de tener que asistir a diario a un inusitado enfrentamiento de la cúpula eclesiástica contra los actuales gobernantes socialistas que, por mandato de las urnas, están en el poder. En anteriores situaciones menos favorables para la Iglesia los obispos españoles se han mostrado más silenciosos. Paro ahora las cosas han cambiado. Y bastará asomarnos a los mensajes emitidos en la multitudinaria concentración en “defensa de la familia cristiana”, del 30 de diciembre de 2007 en la madrileña Plaza de Colón, o echar un vistazo a la “Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las Elecciones Generales”, del 30 de enero de 2008, o recordar las incesantes descalificaciones episcopales de la asignatura de Educación para la Ciudadanía para ver certificado este cambio de rumbo. ¿Qué puede estar pasando?

Ya es suficientemente conocida la tesis de que la jerarquía eclesiástica no ha encontrado aún su lugar en la democracia. Y este deslocamiento la está empujando a liderar demasiadas batallas contra el progreso que, en definitiva, suponen caminar en persecución de una verdadera quimera. ¿Pretenden los obispos volver a recuperar el poder político perdido durante la modernidad? ¿Aspiran a seguir modelando desde la educación y tutelando desde la ética una sociedad crecientemente secularizada que ya ha abierto la espita de la apostasía de todas las instituciones e iglesias que se oponen a su emancipación y autonomía? ¿Qué pueden aportar a una sociedad que lucha contra la desigualdad, la injusticia y la negación de los derechos humanos unas instituciones que, como las iglesias, no pueden ofrecer desde sí mismas estos valores?

Pero, miradas las cosas desde el otro lado, ¿qué está pasando entre tanto con el Estado aconfesional dibujado en la Constitución? ¿No están los actuales poderes públicos mostrándose excesivamente torpes en su interpretación o demasiado débiles y timoratos en el cumplimiento del mandato constitucional? ¿Cómo entender y justificar la condescendencia estatal con una institución privada que raya en el privilegio y el favoritismo frente al resto de instituciones que se sienten comparativa y justamente agraviadas? ¿Es justo y razonable seguir manteniendo o incrementando desde el Estado democrático actual unas prácticas, surgidas en un contexto totalitario, que la nueva situación ya ha felizmente superado?

No, no es buena la actual situación ni para la sociedad civil que la soporta con disgusto ni para la comunidad cristiana que la mira con preocupación. Muchos cristianos, conscientes de que la secularización es en gran parte fruto del cristianismo, miran con nostalgia el respeto del Vaticano II por la autonomía secular, y la mayoría de la sociedad civil está exigiendo del gobierno socialista un mayor esfuerzo en defensa de un Estado laico que sea, a su vez, respetuoso y acogedor con las propuestas liberadoras que provienen desde instituciones de sentido como son las religiones.

Éxodo apuesta, desde estas páginas, por la necesidad y la urgencia de otro planteamiento político y religioso de las relaciones Iglesia/Estado, denuncia como inconstitucionales, los actuales Acuerdos con la Santa Sede y apuesta por la supresión del actual marco de financiación de la Iglesia y de la enseñanza confesional de la religión en la escuela pública.

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