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QUIÉN ES JESÚS PARA TI EN TU TRABAJO…

Escrito por

Exodo (nov.-dic) 2010
– Autor: Luis Sandalio –
 
En nuestra casa de acogida y reciclado de personas hemos hecho esta pregunta y la primera reacción de Santiago, un hombre que pasa de los sesenta, fue así: “Nunca me había planteado así la pregunta: ‘QUIÉN’ es Jesús para mí…”

La mayoría lo van descubriendo poco a poco, muy poco a poco, y en esta lentitud tienen que desprenderse, como la culebra de su camisa, de muchas ideas equivocadas, de muchos prejuicios que se les han apegado y que dificultan enormemente la recomposición de la figura de Jesús allá en el hondón del alma donde surge.

¿Quién puede presumir de tener allá dentro la imagen de Jesús definida o acabada? ¡Si cuanto más agrandamos nuestro mundo interior, nuestro mundo de acogida, más necesidad sentimos de ayuda, de fortaleza, de esperanza, de sabiduría… para afrontar tantos retos, tantos obstáculos, tanta urgencia de encontrar nuevos caminos para no seguir desbarrando como siempre!

Y esto no lo dan los evangelios escritos ni las “vidas de Jesús” ni las imágenes prefabricadas según las necesidades o caprichos, acaso resbaladeros, de otras épocas… Esto sólo viene de ese brote que nace en los adentros y nos va configurando, mientras crece en nosotros, a su imagen y medida. Re-conocerlo a Él (siempre creciente) es re-conocernos a nosotros mismos (siempre cambiantes). Es dejarnos guiar mientras exploramos nuestras propias capacidades de respuesta. ¿Quién hay tan ignorante, sea cual sea la edad que tenga, que puede pretender tener la idea de sí mismo ya compuesta?

Así vamos aprendiendo a manejar esa otra barca sin remos ni motor ni timón que es nuestra Vida cuando ha fracasado después de tantas veces, tantos años… haber usado los remos sólo a fuerza de brazos y el motor sobreacelerado y el timón agarrotado por las prisas y las ansias. Pero poca gente se cree que hay otra forma diferente de que la barca nos lleve… Poca gente.

En nuestra casa vamos aprendiendo poco a poco y sin que nadie nos empuje, a invitar a Jesús a nuestra barca… (el mismo Santiago me decía hace un mes: “me tiene que enseñar a rezar, porque desde hace un mes y pico rezo todos los días; pero siempre lo mismo y eso no… no…” y no sabía acabar).

Primero para que la pacifique y nos enseñe dónde encontrar la paz, luego para que nos ayude a reparar las averías y calafatear las grietas; pero sobre todo para que la lleve Él, que es Espíritu y Vida; pues la mayoría de nosotros no hemos sabido qué hacer con nuestra vida; pero tampoco queremos repetir los mismos fallos.

La pregunta crucial que nos hacemos “¿Qué es lo que quiero realmente hacer con mi vida ahora que siento que puedo cambiar de rumbo?” va encontrando su destino: Jesús.

Algunos ya se la han contestado, otros le han visto merodear muy cerquita de su barca varada y rota, y sienten como que tienen ganas de repararla para invitarle a montar… Otros le ven a lo lejos pero les da miedo o cierto respeto… y algunos tienen incluso fecha exacta de cuándo se les subió a la barca y pusieron el timón en sus manos (Él, naturalmente, no lo cogió, sino que mirándole a los ojos le señaló claramente la dirección).

Entre todos estos que viven con nosotros y aquellos otros que pasan por nuestra casa o a los que nos encontramos en diversos sitios, nosotros, digo, vivimos el día a día con las orejas tiesas (como las ardillas, como las liebres); pero no para escapar a la menor señal de peligro, sino para no perdernos ninguna de las orientaciones, las señales y los hallazgos sorprendentes con los que el Gran Jefe nos regala cada día.

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