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POSICIONAMIENTO SOBRE LA LOE Y LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS

Escrito por

Cristianisme al Segle XXI
 
Cristianisme al Segle XXI hace público su posicionamiento sobre la LOE y la asignatura de Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos.

Instamos a la Conferencia Episcopal a buscar con valentía nuevas vías para hacer frente a los retos educativos que plantea la pluralidad.

Cristianisme al Segle XXI es una asociación formada por mujeres y hombres, miembros de entidades cristianas que creemos en el mensaje de amor y de esperanza del Evangelio, que defendemos un cristianismo no excluyente ni exclusivista. La actitud involucionista e intransigente de un sector considerable de la jerarquía de la Iglesia católica española, ha quedado, nuevamente, en evidencia en los documentos sobre la enseñanza de la religión católica y la asignatura de Educación para la Ciudadanía. En coherencia con nuestro escrito sobre laicidad y laicismo que se hizo público el 15 de marzo de 2004 en el Centre Interreligiós de Barcelona, y que se publicó en el Balanç del curs 2003-2004 de la asociación, manifestamos lo siguiente:

– I –

La antigua fórmula que defiende la Conferencia Episcopal Española es, hoy día, antieducativa y anticonstitucional.

La Conferencia Episcopal española, en su declaración de 2 de marzo 2007, crítica con la Ley Orgánica de Enseñanza (LOE), identifica «el derecho Constitucional (artículo 27.3) de los padres a que los hijos reciban una formación religiosa y moral de acuerdo con sus propias convicciones» con una única vía de darle respuesta: la asignatura de religión católica evaluada, hija de los acuerdos Iglesia-Estado del período franquista.

Sin pasar página del antiguo modelo, la LOE hace un esfuerzo para satisfacer toda la ciudadanía ofreciendo a los padres y madres del alumnado un conjunto de posibilidades. La ley ratifica el ofrecimiento obligatorio por parte de los centros de una asignatura de religión confesional para algunas confesiones (las de «reconocido arraigo»: cristianismo católico, cristianismo evangélico, Islam y judaísmo), una asignatura «alternativa» (no-confesional) de cultura religiosa o actividades de estudio. Todas ellas opciones no evaluables, y de ahí la queja de la Conferencia Episcopal.

1.- La nueva composición de nuestra sociedad hace que la antigua fórmula que defiende la Conferencia Episcopal sea, hoy, antieducativa y anticonstitucional. Pensamos que la transformación que vive la sociedad española, caracterizada por el constante aumento de la diversidad, obliga a buscar con valentía vías más adecuadas para hacer frente a los retos educativos que plantea la pluralidad, y capaces de dar respuesta a los derechos de toda la ciudadanía.

2.- Obstinarse en una asignatura confesional dentro del horario compartido por todo el alumnado obliga a dividir la clase, a la hora de religión, en función de las opciones religiosas familiares, rompiendo con el sentido del aula como comunidad educativa para el crecimiento en la reflexión conjunta. Una segregación que implica que cada alumno y cada alumna estudia «su» opción, sin posibilidad de conocer les otras perspectivas presentes en la clase (y en la sociedad); o, mejor dicho, entra en contacto con ellas, des de la visión de la propia opción (la de la persona con capacidad reconocida para enseñar catolicismo, o Islam, o cristianismo evangélico o judaísmo). Es por todo eso que afirmamos que el actual modelo va contra las necesidades educativas del presente. Cuando algunas de les dificultades más agudas planteadas en el mundo adulto tienen relación con las «religiones» ¿Cómo podríamos desaprovechar las oportunidades que nos brindan nuestras aulas de reflexión libre, de exploración compartida, de crecimiento personal y social?

3.- Creemos que la realidad del siglo XXI pide poder ofrecer unos créditos comunes para todo el alumnado, que proporcionen los instrumentos para entender la presencia religiosa en el entorno (entorno inmediato y entorno en sentido amplio); para poder cuestionar (NOTA 1), para poder reflexionar a partir de les propuestas de los maestros de las diversas tradiciones religiosas; para poder valorar sus aportaciones; para poder distinguir el grano de la paja. Para tener criterio entre lo que puede ofrecer el ámbito religioso y lo que son distorsiones culturales llevadas a cabo en nombre de este ámbito. Un currículum elaborado desde el interés y el conocimiento del hecho religioso y la historia de las religiones, que no deje desnuda e indefensa a la juventud ante los grandes interrogantes y retos ineludibles del mundo contemporáneo. Unos contenidos impartidos por un profesorado apto, con los mismos derechos y deberes que el conjunto de profesionales de la enseñanza.

4.- Es necesario distinguir entre las necesidades educativas de la clase y el derecho a una formación religiosa confesional. Pensamos que es responsabilidad de cada confesión, fuera del horario compartido, velar por el ofrecimiento de esta formación, recibiendo el apoyo necesario para llevarlo a cabo. Las características de las comunidades y sus necesidades son muy diversas, y las formas de ayuda han de poder dar respuesta a esa gran diversidad.

5.- Cuestionamos la constitucionalidad del actual modelo ya que, contrariamente a lo que dispone el artículo 14.1 de la Constitución, establece una clara discriminación por motivo de religión, limitando el derecho sólo a cuatro confesiones. ¿Dónde queda el «derecho a la formación de acuerdo con las propias convicciones» de aquellas confesiones que no merecen el arbitrario reconocimiento del “arraigo notorio» (budistas, hindús, sikhs, baha’ís, y un largo etcétera)?

Sólo separando los dos objetivos, ofreciendo, por un lado una cultura religiosa de interés para todo el alumnado y, por otro, un apoyo a la formación religiosa confesional fuera del currículum compartido, vemos posible garantizar el derecho de la totalidad de la ciudadanía, en su gran diversidad religiosa.

– II –

Pedimos una Iglesia de puertas abiertas, que no se encierre en ella misma. Una Iglesia que prefiera convencer más que vencer.

En referencia a la beligerancia de la Conferencia Episcopal sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, creemos que la crítica que formula cuestiona el derecho del Estado a contribuir a la formación de la conciencia moral cívica del alumnado en todos los centros. La Conferencia Episcopal, en su argumentación, no deja prácticamente espacio para un amplio margen ético compartido por todo el alumnado.

El reto de nuestras sociedades, en un mundo globalizado y en constante transformación, es procurar crear una trama harmónica en la diversidad. Hoy, más que nunca, nuestra sociedad ha de ser capaz de alcanzar la cohesión en la diferencia. Ha de ser capaz de asumir -sin quebrar-se- la constante incorporación de persones y grupos de procedencias muy diversas. Eso exige un inmenso esfuerzo en el desarrollo de una ética colectiva. Un esfuerzo formativo integral que hay llevar a cabo en el marco de la enseñanza obligatoria.

No creemos que se pueda poner en cuestión el derecho del Estado a hacer una propuesta en este sentido. La nueva asignatura tiene como objetivo el pleno desarrollo de la personalidad en referencia a los principios democráticos de convivencia, los derechos y las libertades fundamentales. Un objetivo loable. Sólo habría que velar para que su despliegue fuese asumible para cualquier centro, sea cual sea su ideario y su proyecto educativo, siempre que éste se encuentre dentro del marco constitucional.

– III –

Pedimos:

1. A los responsables de la Iglesia católica

Una Iglesia que no se repliegue sobre ella misma, siempre en línea con los sectores ultra conservadores. Una Iglesia, de puertas abiertas.

Una Iglesia que no amenace ni esté en guardia permanente contra los representantes políticos elegidos por la sociedad. Una Iglesia que no abandere manifestaciones, como si fuese un partido político. Que intente convencer y no vencer.

Una Iglesia que no mantenga diariamente el antitestimonio desde su propia emisora y que no escandalice justificando su desidia y su miedo en la conservación de los puestos de trabajo.

Una Iglesia que trate de entender y que tenga una actitud acogedora hacia los que no piensen como ella.

Una Iglesia que tenga las puertas abiertas para dialogar sobre temas trascendentes, en lugar de reñir permanentemente a propios y extraños cuando éstos tratan de dar respuestas a los complejos problemas de hoy.

2. A los responsables del gobierno del Estado

Que analizen las bases jurídicas civiles en las que la Iglesia católoca se fundamenta para tomas posiciones en la cuestión que tratamos y que verifiquen, en esta materia y en otras, si no seria conveniente e incluso necesario que la Iglesia católica y las demás confesiones religiosas se ajusten al derecho común, sin perjuicio del respeto, en su estricto significado, del artículo 16 de la Constitución, sobre el reconocimiento particular reconocido a la Iglesia católica.

Barcelona, 6 de Junio de 2007.

Cristianisme al segle XXI está formado por las siguientes asociaciones : Acció Solidària contra l’Atur / Associació CIC / Centre d’estudis Francesc Eiximenis / Centre Ecumènic de Catalunya / Col·lectiu de Dones en l’Església / Cristianisme i Justícia / Cristians pel Socialisme / Cristians segle XXI de de Gràcia / Revista El Pregó / Església Plural / Espai Obert / Revista Foc Nou / Lliga espiritual de la Mare de Déu de Montserrat / Som Església – Catalunya.

Contacto: cristianismexxi@cristianismexxi.org;

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