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LA CRISIS Y LOS VALORES

Escrito por

Éxodo 114 (may.-jun.) 2012
– Autor: Varios Autores –
 
El suscriptor y lector de este número de Éxodo va a agradecer enormemente la clarificación que sus colaboradores aportan al tema de la crisis actual. No es fácil desenvolverse en este laberinto, entre otras razones porque es obvia la intención mediática dominante de ocultarla o tergiversarla.

Analizando el contenido de los autores aparece nítido y coincidente el pensamiento de todos ellos en torno a puntos fundamentales. Cada uno, desde una perspectiva propia y complementaria, alude al origen de la crisis, que procede de los 70 del siglo pasado, pasa por momentos de euforia y exaltación en los años posteriores y estalla y se visibiliza como hecatombe a partir del 2007. Las crisis del capitalismo son continuas, nunca terminan, y cuando sus contradicciones internas son extremas se producen entonces las crisis estructurales. Una de ellas, la que estamos padeciendo.

Tras esa ubicación temporal y territorial de la crisis, los autores pasan a descifrar las causas que, en el fondo, la han determinado y que, conviene anotarlo, el capitalismo moderno se niega a reconocer manteniendo como válidas las tesis centrales de su pensamiento neoliberal globalizado.

No hay lugar para la ignorancia ni el fatalismo, sino para la arrogancia y cinismo financiero que busca imponer a toda costa la supremacía de los valores del mercado y erradicar lo que ha sido base y estrella de la cultura occidental: la dignidad humana, sostenida ininterrumpidamente en la cultura grecolatina, en la tradición judeocristiana y en la modernidad con una visión ya más racional y secular.

La dignidad humana es el núcleo y referente básico para un nuevo paradigma cosmológico, para una sólida fundamentación de los derechos humanos y una legitimación del estado del bienestar, cuestionado en las últimas décadas por un capitalismo que Hinkelammert llama cínico.

Esta sacralidad de la dignidad humana (“homo homini res sacra”, el hombre es cosa sagrada para el hombre) declara encontrar una semejanza fundamental en todo ser humano, sea de la etnia, lengua, religión o nación que sea. Sacralidad, que revoluciona la lógica neoliberal y se contrapone diametralmente al mensaje revolucionario de Jesús de Nazaret, que suprime toda división y superioridad entre humanos y pueblos (todos vosotros sois hermanos) y exige proyectar y reorganizar la vida personal y social desde la primacía de los últimos: los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.

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