martes, marzo 19, 2024
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Implicación en comunidades cristianas de base

Por la Coordinadora de Iglesia de Base de cristianas y cristianos de Madrid.

Cristianas y Cristianos de Base de Madrid y, en su nombre, la Coordinadora siempre está agradecida a Rufino Velasco. Persona muy cercana, afable en el trato, cariñoso y siempre con su sonrisa. Pero, sobre todo, persona muy comprometida. Cuando te encuentras con él, lo primero es interesarse por tu vida: ‘cómo te va, qué estás haciendo, cómo marcha tu comunidad, en qué estáis embarcados, qué es lo que nos preocupa y, de modo especial, cómo nos va en la Iglesia de Base de Madrid. En su interés recogía todos los aspectos de nuestra vida.

Desde los primeros encuentros de las Asambleas de preparación, Rufino participó activamente en el proceso de construcción de lo que somos en Cristianas y cristianos de Base de Madrid como miembro activo de la comunidad parroquial de San Ambrosio (Alto del Arenal, Madrid) y la comunidad religiosa de Fernández de los Ríos. Sus aportaciones fueron muy positivas y sugerentes, abiertas a la reflexión, desde la realidad que vivimos cada día, para poder interrogarnos cuál es el camino al que nos comprometemos en defensa de los más desfavorecidos en nuestra sociedad.

Para nuestra formación, Rufino fue el primero en escribir, en 1991, un libro de los seis publicados en la colección La Iglesia de Base (Nueva Utopía). En él recoge y reflexiona cómo desde la base hacemos el camino para construir la Comunidad de Comunidades; la importancia de la participación en este caminar y lo central que es el encuentro comunitario. A partir de estos principios hace teología desde la base y nos sirve para descubrir la importancia en nuestras vidas y en la sociedad del proceso que llevamos y sentimos. El texto ha servido para nuestra formación y la de tantas personas que han querido acercarse a formar parte de nuestras comunidades de Base.

Siempre dispuesto a ayudar. Así se mostró desde el principio. Se ofrecía a ir y estar en cualquier comunidad que lo requiriera para aportar su experiencia de vida. El encuentro con nuestras comunidades era lo más importante; el cuidado de esta red de comunidad de comunidades, que es para él la iglesia de base, nos fortalece, transmitiéndonos su testimonio y su compromiso con los más pobres, con la vida de las comunidades. Su participación con alegría en las celebraciones, encuentros y asambleas por poder encontrarse con todas las personas. Venía al encuentro con talante cercano, interesándose por la situación de todas las personas, alegrándose de compartir la comida y bebida comunitaria.

En un blog de teología nos habla de Jesús de Nazaret, que siempre fue un judío permanentemente laico. Desde las Bienaventuranzas nos dijo: «los privilegiados de Dios son los pobres». Hasta tal punto se distancia este Jesús del sacerdocio del templo que le obliga a preocuparse por los pobres de su pueblo. En el ‘buen samaritano’, Jesús presenta como ‘prójimo’ a toda la inmensa mayoría de los pobres que forman parte del pueblo de Israel. Ese prójimo que obliga al sacerdote y al levita a dar un rodeo y pasar de largo, a Jesús le dio lástima, es decir, ‘le conmovió las entrañas’. Y Rufino termina la reflexión diciendo: «el criterio determinante del juicio de Dios sobre la historia no va a ser un criterio religioso, sino estrictamente laico». Estos principios nos siguen motivando hoy y nos mantienen en nuestro trabajo a través de la ‘comisión de Laicidad’, que tanto aporta a las comunidades.

Gracias, Rufino, por poder compartir contigo desde el principio hasta el final tu vida de compromiso y acogida; por dejarnos una teología de la Iglesia del Vaticano II y tu poesía cristiana. Seguro que nos sigues sonriendo donde estás.

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