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FERMENTO Y PODER

Éxodo 109 (jun.jul.) 2011
– Autor: Joaquín García Roca –
 
La vida nunca se da fuera de las relaciones de poder, bien porque el poder la niega y la violenta, bien porque la incrementa y la reproduce; ambos dinamismos constituyen el carburante de la vida misma. No hay condición humana ni organización social sin poder, que puede hermanarse con la responsabilidad o con la arrogancia y la arbitrariedad. El mismo disidente, que según la descripción de V. HAVEL, no pretende alcanzarlo, no se resigna a influir sobre la realidad. “Incluso un asunto tan quimérico como la verdad dicha en voz alta y la preocupación por la humanidad del hombre expresada con claridad entrañan cierto poder y que incluso la palabra es capaz de irradiar algo y dejar una huella en la conciencia oculta de la sociedad”.

EL CÍRCULO VIRTUOSO DEL PODER

Durante siglos se ha postulado una relación positiva entre el Poder y el Desarrollo (a más poder más desarrollo), entre la Potencia y la Felicidad, (a más potencia más felicidad) entre la Fuerza y la Cohesión social (a más fuerza más cohesión social). Todavía hoy se cree que un conflicto se soluciona con más jueces, o que una guerra se resuelve con más ejército, o que la inseguridad ciudadana se soluciona con más policías, o que la tranquilidad de las discotecas se logra con la presencia de más guardias jurados (GARCÍA ROCA 2006).

Este círculo virtuoso del poder ha colonizado todos los sectores de la experiencia individual y colectiva: colonizó la educación hasta hacerla depender de mayor disciplina externa; colonizó la salud hasta llegar a pensar que a más presupuestos más vida saludable; colonizó el estado moderno que con mayores prestaciones haría más felices a los ciudadanos.

El mismo círculo virtuoso ha sido determinante para concebir la presencia de la Iglesia en la sociedad. Se ha llegado a creer que la evangelización depende de medios potentes, que las estrategias de lobbys transmitían el evangelio y la fe, que la imposición es más eficaz que la persuasión, que la potencia más estimada que la convicción, el control más determinante que el diálogo, los medios fuertes más eficaces que la presencia ligera. Michel de Foucault reconoce una aportación original en el poder pastoral, que establece una relación de dependencia de la grey con respecto al pastor que controla las más íntimas vibraciones de la conciencia.

LA DECONSTRUCCIÓN DEL CÍRCULO VIRTUOSO DEL PODER

La desautorización del círculo virtuoso se ha escenificado en algunos episodios emblemáticos. Hay un cuestionamiento en contexto religioso que tuvo como protagonista a Job. Sus amigos, tal vez doctores en teología, pretendían defender la legalidad de Dios, considerando que el poder omnipotente no se podía conciliar con el sufrimiento del inocente (a más culpa, mayor sufrimiento) sino que sólo podía traer cosas buenas para los que creen en él. En ese momento empezó la desautorización teológica del círculo virtuoso del poder, Job se atreve a proclamar que hay un poder absoluto que es arbitrario y sólo cuando Dios cede su potencia gana en credibilidad.

La desautorización cultural está representada por el capitán Acab en Moby Dick, quien pensó que la ballena blanca, como densificación del poder absoluto, podía ser vencida con más poder aunque la persiga hasta el fin de la tierra. “Somos balleneros y acabaremos con la ballena blanca”. En el horizonte estaba el fracaso cultural de combatir el poder con más poder.

La desautorización política coincide con la creación del Estado Moderno que ha de garantizar la supervivencia mediante el control de la convivencia y la defensa de los pactos. Como decía HOBBES en Leviatán “los pactos sin la espada son solo palabras y no tienen la fuerza capaz de asegurar a nadie”. Su poder es proporcional al miedo que infunde. Hoy sabemos que la seguridad ya no la produce la fuerza sino, como muestra la guerra de Libia, que el poder destructivo de los medios tecnológicos militares imposibilita controlar sus efectos.

LA DIFERENCIA CRISTIANA

El cristianismo se ha enfrentado al círculo virtuoso del poder, lo que convirtió a los cristianos, según la carta de Pedro, en “extranjeros y peregrinos”. Les confiere un carácter anti-idolátrico y contracultural como semilla y germen de unos “cielos nuevos y tierra nueva”. El factor apocalíptico libera al cristianismo de toda connivencia con el poder de los triunfadores y con la ideología de los vencedores (J. B. METZ 2000). Los escritos apocalípticos son relatos de resistencia y llamadas subversivas contra los poderes que oprimen a las víctimas y a los perdedores (ALEGRE, X., 1992).

Michel DE CERTEAU llamó “el arte de lo débil” para significar que el poder económico no es señal de bendición divina, como lo consideraba la teología rabínica; que los niños y las mujeres no son despreciables por su debilidad, como los consideraban las estructuras patriarcales; que el dominio, como lo consideraba la teoría política de su entorno, no es la fuerza del futuro. Es un arte que propone el “abajamiento” que, según el sociólogo Ulrich BECK, es una especie de “despotenciamiento, una especie de subpolítica que ‘configura la sociedad desde abajo’’’ (2000).

Del cuestionamiento del círculo virtuoso del poder nacen las encrucijadas permanentes del evangelio: “se os dijo”…, “yo os digo”, que se actualizan en cada momento histórico. Se os ha dicho que necesitamos radios, acciones y televisiones, yo os digo “que la Iglesia no reivindica para sí ningún privilegio” (Benedicto XVI). Se os ha dicho que el 15-M debilita al Estado, yo os digo que sólo el diálogo y la negociación producen una ciudadanía inclusiva. Se os ha dicho que “España es católica y no musulmana”. Yo os digo que Dios “hace salir el sol sobre buenos y malos”.

LA LÓGICA DEL FERMENTO

La lógica evangélica del fermento inmuniza contra el poder y transforma el dominio en colaboración, la autosuficiencia en corresponsabilidad, los medios potentes en prácticas cooperantes. Todo es alumbramiento, sala de espera. Como dice Le Clecio, ”es un centro de fuego que llamea, esa célula madre que no deja de dividirse, extenderse… y de trabajar en el mundo. Todo lo que es pertenece a ese gesto de alumbramiento. Todo es irradiación” (2010).

La semilla es irradiación desde abajo, frágil y expuesta; como embrión no es todavía futuro sino sólo su presagio. El poder tiene altavoces y decide las agendas de los gobiernos, el fermento germina en la medida que se deja afectar y se despliega como reconocimiento, relaciones fraternas y reciprocidad.

El poder mira a los negros con los ojos de los blancos, a las mujeres con los ojos de los varones, a los pobres con los ojos de sus dominadores, a los laicos con los ojos de los religiosos, a los inmigrantes con los ojos de los nacionales. La semilla, por el contrario, reivindica la pluralidad de miradas.

LA DISCIPLINA DEL ARCANO

El fermento se sustancia en la “disciplina del arcano”, que libra de la provocación a los misterios de la fe. Dietrich BONHOEFFER, al tiempo que defendía la presencia secular, afirmaba la necesidad de evitar la profanación de los misterios de la fe, la oración y el “culto auténtico”. Esta dimensión de la fe es “arcanum” en la medida que los fenómenos básicos de la vida no son arrogantes ni pueden instrumentalizarse. El Evangelio se aviene mal con la propaganda, la ostentación y la trivialidad y los misterios de la fe pierden su sentido cuando se ofrecen a cualquier precio. “Iglesia solo puede cantar gregoriano, decía el teólogo mártir, si al mismo tiempo clama a favor de judíos y comunistas”. Como testifica el médico del campo de concentración “por la puerta entreabierta de una habitación de las barracas, antes de quitarse los trajes de prisionero, vi al pastor BONHOEFFER de rodillas, en ferviente oración con su Dios. En el lugar mismo de la ejecución elevó también una corta plegaria y después subió valerosa y serenamente la escalera del patíbulo”. “No creo haber visto nunca morir a un hombre con tanta confianza en Dios” (ZARNT). Su amigo BETHGE comenta “sin mundanidad, la disciplina del arcano es ghetto, y la mundanidad sin disciplina del arcano es únicamente boulevard” (1992).

Todo lo contrario de las eucaristías celebradas en los estadios de fútbol o de las exhibiciones de la cruz, que de forma arrogante, se hace en algún Parlamento. Como denuncia el Foro de Curas de Bilbao “es una desmedida utilización que la jerarquía católica hace del signo de la cruz para promocionar la Jornada Mundial de la Juventud, que se va a celebrar este verano en Madrid, con el patrocinio económico de algunas multinacionales financieras y el apoyo del gobierno central”, algo que supone “una afrenta a Jesús crucificado cometida en los empobrecidos por el sistema económico y por su última crisis”. Estos “espectáculos de masas no contribuyen de ninguna manera a dar gloria al Dios de Jesús de Nazaret, sino al fortalecimiento efímero de la gloria de la Iglesia y a su descrédito ante una buena parte de nuestro pueblo y muy especialmente de su juventud” (7 de abril de 2011).

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