viernes, abril 26, 2024
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Entrevista a Manuela Carmena

Manuela CarmenaManuela Carmena, amiga y colaboradora frecuente de Éxodo, ha desplegado, a lo largo de su vida, una espléndida actividad en defensa de los Derechos Humanos y de la justicia en España. Desde el tristemente famoso Despacho Laboralista de Atocha en la década de los 70, del que fue cofundadora, pasando por su vinculación a las cárceles, como Jueza de Vigilancia Penitenciaria y titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Madrid. Y, posteriormente, como Vocal del Consejo General del Poder Judicial, nombrada por el Senado en la década de los 90… Su incursión en el ámbito de la política local la llevó a la Alcaldía de Madrid como regidora de la Villa y Corte durante la legislatura 2015-2019. Actualmente, ya jubilada, sigue ejerciendo su rico magisterio jurídico y de sentido común a través de sus numerosos escritos y tertulias en los medios.  

Manuela, nuestro interés en este número 159 de la revista Éxodo está centrado en la Justicia y su administración en España. Ya sabemos que eres una persona muy ocupada y más en estos días con las presentaciones de tu último libro “La joven política”. No obstante, si nos permites abusar de tu tiempo, nos interesaría conocer qué opinas sobre algunos de los temas y cuestionamientos que nos hacemos a lo largo de este número.
Por ejemplo, sobre los Derechos Humanos y derechos exigibles en el contexto español.  Existen reivindicaciones de asociaciones de DD. HH y ONGs sobre derechos pendientes de implementar en España (derechos sociales, de tercera generación). ¿Cómo ves tú el papel de estos movimientos en la ampliación constante de derechos?

Pues muy bien. Absolutamente necesario. Creo que para incidir lo más posible hay que buscar contactos personales entre aquellos que más necesitan la ampliación de todo tipo de derechos y el resto de ciudadanos. Me siento orgullosa de haber colgado desde el edificio central del Ayuntamiento de Madrid durante muchos meses una bienvenida en ingles a los refugiados. En otras ocasiones y cuando hicimos actos de recepción de emigrantes subsaharianos, por ejemplo, vimos que era buena y sanadora esa visibilidad.

Referente a las personas migrantes, los partidos de la izquierda están atenazados por el miedo a perder las elecciones
Pero a pesar de las reivindicaciones de los movimientos sociales, estamos asistiendo a una aplicación restrictiva de los derechos ya reconocidos, caso de menores migrantes o la devolución en caliente de los adultos, etc.  En tu opinión, ¿por qué se produce esta restricción?

Bueno creo que tienen una enorme responsabilidad los políticos que están al frente de las instituciones. Los partidos de la izquierda están atenazados por el miedo a perder las elecciones. No se atreven a tomar medidas imprescindibles como por ejemplo legalizar a todos los migrantes sin papeles que tenemos en España y que además curiosamente los necesitamos. Por su parte, en los partidos de derechas creen que es un gran activo electoral el fomentar las políticas solamente para los españoles. Trasmiten mensajes falseados a pesar de la realidad evidente de  que  son precisamente los emigrantes los que están haciendo tareas muy necesarias. Si la política se restringe al tema electoralista, será difícil la ampliación de derechos o la interpretación amplia de los mismos.

 Como bien conoces, la revista ÉXODO se dirige a un público interesado en temas socio-religiosos y político-culturales. En este ámbito, nos interesa mucho tu opinión, precisamente en el momento que estamos atravesando. Mirando objetivamente la situación político-religiosa española actual, ¿se puede afirmar que estamos en un Estado aconfesional, laico?

Los partidos de izquierdas están atenazadosSí, en líneas generales sí. Me explico. Por supuesto que, en relación a otros países como Francia, carecemos de esa cultura institucional laica. Pero también es verdad que, así como a principios de siglo XX el tema de la religión era un elemento de confrontación, yo creo que ahora ha dejado de tener esa trascendencia. Por eso no tiene sentido el querer hacer ahora lo que hicieron los franceses en los siglos pasados.  Todo ha cambiado mucho. La mayor parte de españoles no mantienen prácticas religiosas ni se sienten comprometidos conscientemente con la iglesia católica. Sin embargo no les interesa en absoluto cuestionar la existencia de la propia iglesia las religiones etc. En mi opinión resulta muy esclarecedor el número tan escaso de bodas religiosas que se celebran en España. Creo que en este momento solamente un 20% de todas las bodas son religiosas.

Digamos que la sociedad actual es tolerante con la iglesia católica y sus procedimientos, pero indiferente y distante a los mismos.

En relación con la Iglesia católica, ¿cómo habría que tratar los acuerdos entre la S. Sede y el Reino de España?  Y, de modo más concreto, ¿qué opinión te merecen el asunto de las inmatriculaciones, el continuo tira y afloja sobre la clase de religión, y la subvención/compensación estatal a través de la cruz en el IRPF?  

Pues en mi opinión habría que tratar estos asuntos con muchísima tolerancia. Convendría que esos temas dejaran de ser cuestión de confrontación. Si tenemos una sociedad tolerante con la iglesia y sus prácticas, aunque la sociedad no sea practicante ni confesional como tal, no utilicemos estos temas como banderas reivindicativas. Es interesante  presionar para la  evolución todos los restos  de  la confesionalidad antigua, pero con mucho tiento. Reflexionemos sobre ese dato del 80%de bodas civiles.

Algunos sectores se presentan como ultra-católicos, sea la “Asociación Española de Abogados Cristianos”, “El Yunke”, “Hazteoír”, etc.  Son fundamentalistas y beligerantes sobre el tema de las ofensas contra los sentimientos religiosos (caso de Willy Toledo y otros).  Pero, de modo similar, se encuentra la difícil relación entre la administración de justicia y las expresiones de arte: casos de Valtonyc, Pablo Hassel, los titiriteros en las fiestas de Madrid -acusados de terrorismo e injurias a la corona—. En tu opinión, si existen límites a estas demandas, ¿dónde establecerlo?

No puede ser que los tribunales persigan la libertad de expresiónLa libertad de expresión es el oxígeno a la democracia.

No debemos tener miedo a las críticas, guasas, y hasta burlas que se puedan hacer respecto a las prácticas religiosas, a los hechos religiosos a la corona o a los terroristas.

No puede ser que los tribunales persigan la libertad de expresión. Otra cosa es cuando abusando de la libertad de expresión se pueda calumniar o injuriar a personas concretas. Para eso ya existe en el derecho las acciones civiles específicas que permiten el que se pueda poner un límite a esas expresiones, pero sólo cuando afecten a la dignidad, la intimidad o el honor de las personas concretas.

Pero dicho esto creo que es importante el que generemos y generalicemos respeto y tolerancia para las creencias de aquellos que las tengan. No creo que los no creyentes, entre los cuales me encuentro, hayamos profundizado demasiado sobre la importancia del sentimiento religioso.

Parece que sería importante divulgar por todos los medios a nuestro alcance la importancia de cuidar en nuestras expresiones todo aquello que pueda dañar la sensibilidad o los sentimientos de los otros. Una cosa es que no sea un delito el hacer burla o guasa de una procesión religiosa, por ejemplo, y otra el que eso no sea una actitud recomendable.

En el intercambio diario entre personas tenemos que aceptar nuestras diferencias. Para que haya una verdadera paz social es importante el que no utilicemos esas diferencias para burlarnos o para herirnos en nuestras ideas o sentimientos.

Pero, como ya digo, una cosa es la actividad delictiva propia del Código Penal, negativa por su propia definición, y otra, bien diferente, la empatía. La empatía es necesaria para hacer cada vez más posible la convivencia.

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