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EN DEFENSA DE DIOS… ANTE EL ATEÍSMO

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Exodo 105 (sept.-Oct. 20101)
– Autor: Juanjo Sánchez –
 
G. Vattimo/M. Onfray/P. Flores d’Arcais, ¿Ateos o creyentes?, Paidós, Barcelona, 2009; K. Amstrong, En defensa de Dios. El sentido de la religión, Paidós, Barcelona, 2009; V. Camps/A. Valcárcel, Hablemos de Dios, Taurus, Madrid, 2007; I. Sotelo/J. I. González Faus, ¿Sin Dios o con Dios? Razones del agnóstico y del creyente, Ed HOAC, Madrid, 2006; Varios, ¿Hay lugar para Dios hoy?, ed. de J. M. Mardones, PPC, Madrid, 2007; J. B. Metz/J. Ratzinger/J. Moltmann, La provocación del discurso sobre Dios, Trotta, Madrid, 2001.

El desafío del denominado “nuevo ateísmo” es ciertamente provocador. Pero su provocación se debe no tanto a su contenido y planteamientos, a la hondura e interpelación de sus interrogantes, cuanto a su estrategia y sus formas, su estilo directo y desenfadado y, sobre todo, a su legítima reivindicación del derecho de existencia y de reconocimiento en nuestras avanzadas sociedades democráticas, laicas y pluralistas. Aunque sus argumentos no son precisamente nuevos ni especialmente lúcidos, su crítica implacable a la fe en Dios y a la religión en tanto que superstición, creación humana para someter y manipular a los hombres, refugio de seres incapaces de afrontar su finitud y libertad, el conocimiento desnudo de la realidad, también es vigorosamente provocadora.

Sin embargo, esa provocación produce una profunda desazón en quien se siente tocado por la cuestión de Dios y se debate con ella seriamente, no de espaldas a la ciencia ni a los dramas humanos, al hambre, al paro, a la exclusión, al sufrimiento, la enfermedad y la muerte, sino de cara y a fondo perdido. Los textos básicos de los principales representantes de esta nueva ola atea, de R. Dawking, M. Onfray, Sam Harris, Ch. Hitchens, D. Dennett o, en diferente medida, P. Flores D’Arcais suscitan, en efecto, un profundo desaliento: en ellos no hay noticia más que del Dios del teísmo tradicional o, peor aún, del fundamentalismo intolerante de las religiones.

Para contrarrestar la pobreza de esa visión y abrir el horizonte más allá del estrecho horizonte de la polémica entre uno y otro, entre teísmo tradicional/fundamentalismo y nuevo ateísmo, hacemos aquí una reseña especial, presentando brevemente una serie de textos, aparecidos en diversas fechas pero todos de gran actualidad, sobre las cuestiones que aborda este número de ÉXODO: Dios, ateísmo, fundamentalismo, laicismo…

Aceptamos el envite del nuevo ateísmo dedicando la primera mención al libro ¿Ateos o creyentes?, que recoge las conversaciones mantenidas en 2007 entre dos ateos (M. Onfray y Flores d’Arcais) y un filósofo posmoderno y creyente poscristiano (G. Vattimo). El debate que mantienen es vivo y directo y se hace más rico especialmente por la participación de Vattimo que, con un bagaje filosófico y (sobre todo) teológico más amplio, interpela a sus interlocutores más allá de las estrechas posiciones del racionalismo cientificista (“lo sabemos todo”) o del hedonismo ateo. Él logra que se hable (finalmente) de un Dios y de un ateísmo diferentes, del Dios desconcertante del gran testigo y teólogo Bonhoeffer y del ateísmo radical frente a todo ídolo al que la fe en ese Dios compromete.

Otra cosa es si el relato de este Dios ha llevado más allá de las posiciones de partida. Parece que no. Como dice Onfray al final de su postdata, el debate y el diálogo son siempre debate y diálogo de sordos, “colisiones de idiosincrasias”. Desde luego, él mismo lo confirma, pues después de tanta conversación y tanto diálogo la religión sigue siendo para él “patología irracional” (pág. 160). Pero no tengo la menor duda de que la mayor parte del mundo creyente lo confirma también, y con tanta o mayor rotundidad: la fe en Dios y la religión no se dejan cuestionar tan fácilmente por los otros. Es más seguro el fundamentalismo que la fe desnuda.

Se percibe por eso como una bocanada de aire fresco encontrar conversaciones y diálogos como los mantenidos por el agnóstico Ignacio Sotelo y el teólogo cristiano J. I. González Faus sobre las razones de la fe y de la increencia y recogidos en el libro ¿Sin Dios o con Dios? Razones del agnóstico y del creyente, donde las interpelaciones de uno y otro llegan a convertirse en cuestionamiento de la propia posición hacia una mayor autenticidad y donde se abre el horizonte de un Dios liberador y compasivo y una existencia religiosa, cristiana, comprometida y feliz, en coherencia con la fe en él.

Produce la misma sensación de frescura, de riqueza y hondura la conversación mantenida, por vía epistolar, entre Victoria Camps y Amelia Valcárcel, dos mujeres agnósticas, de gran talla intelectual y libres de toda sospecha de veleidades religiosas, sobre Dios y sobre cuanto suscita la relación con él: la existencia religiosa, la secularización y sus consecuencias: la ausencia de Dios, el problema del sufrimiento y el mal en el mundo, el pluralismo religioso, el fundamentalismo y el laicismo, la felicidad. Llama la atención cómo conjugan la crítica más severa de las patologías de la religión con la defensa lúcida de una espiritualidad laica contra el materialismo ciego o de una tolerancia sabia ante las religiones, con tal de que éstas, como escribe Amelia, “se hagan suaves y no crueles” y “nuestros dioses nos ayuden a ser mejores prójimos”.

Estas conversaciones dan idea, en todo caso, de la enorme complejidad de las razones de la fe y no menos de las razones de la increencia, del agnosticismo y del ateísmo más militante. Por ello, un libro como el último de la excelente estudiosa de las religiones, Karen Amstrong, En defensa de Dios. El sentido de la religión, pone en nuestras manos la oportunidad de bucear sosegadamente en esa densa, rica, pero tortuosa y casi siempre difícil y escabrosa historia de encuentros y desencuentros entre la fe y la increencia, la religión y el ateísmo, para liberar de prejuicios y hacer más auténticas nuestras posiciones, de fe o de increencia, y más “pacífica y compasiva” nuestra existencia en coherencia con ellas. Una fundada y limpia “defensa de Dios”, tomando en serio la crítica, las razones y los interrogantes del ateísmo y a la vez mostrando a éste sus debilidades y límites.

Los dos últimos libros que deseábamos presentar, aunque sólo sea ya con tan solo una mención, recogen las reflexiones de destacados especialistas, filósofos y teólogos, sobre la crisis del discurso cristiano de Dios, mejor, del relato sobre el Dios cristiano en nuestro mundo de la modernidad tardía, profundamente secularizado donde parece que, como anunció lúcidamente el teólogo y testigo Bonhoeffer, “Dios es expulsado” de él. ¿Hay lugar para Dios hoy?, uno de los últimos libros preparados por nuestro inolvidable amigo Mardones, afronta esa inquietante experiencia de ausencia y la urgencia de un replanteamiento profundo de la cuestión y de la imagen de Dios en estos tiempos. Un replanteamiento que, bien logrado, recuperará todo el sentido y la luz que tiene, que debería poder tener el relato de Dios, del Dios vivo de la (mejor) tradición bíblica, el Dios de Jesús y su Reinado (su voluntad) de bien, de vida, de justicia y de paz para los seres humanos y para la entera creación. Es la inquietante, pero salvífica provocación que suscita el Dios de Jesús, sobre la que escribe Pagola en este mismo número y Metz y Ratzinger en el último libro que reseñamos: La provocación del discurso sobre Dios. Una buena defensa de Dios ante la voz crítica y los interrogantes del ateísmo, pero defensa de un Dios nuevo y desconcertante, diferente del dios negado, una defensa que es anuncio, oferta y promesa de vida para los seres humanos.

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