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EL PATIO MARAVILLAS. UNA COMUNIDAD EN TRÁNSITO

Éxodo 117 (en.-feb) 2013
– Autor: Gonzalo Gárate y Guillermo Zapata –

“No avanza la acción conforme a un plan” (Q. Luther Blissett)

Lo que sigue aunque parezca lo contrario no es lineal, no tiene puntos de partida, ni de llegada, cada hito, cada punto es un proceso en sí. En estas líneas solo pretendemos acercarnos brevemente a las historias que han conformado el centro social Patio Maravillas y la comunidad que lo habita en sus más de cinco años de actividad. Un proceso con idas y venidas, saltos adelante y atrás que está muy lejos de evolucionar de forma recta, avanza a trompicones, en forma de espiral, pasando en varias ocasiones por un mismo lugar, atravesando y siendo atravesado por una comunidad en construcción permanente.

ORIGEN: DE LA CASA OKUPADA AL CENTRO SOCIAL

Cuando comenzamos a pensar el proyecto del Patio Maravillas hace ya más de seis años, teníamos un puñado de certezas y un saco de dudas. Las pocas certezas eran que queríamos abandonar las lógicas autoreferenciales y salir de lo que denominábamos “identidad okupa”. Queríamos un espacio abierto a cualquiera que quisiese experimentar qué era eso de la autogestión. Las muchas dudas eran la incertidumbre sobre la sostenibilidad del proyecto, la acogida que podría tener en la ciudad, si seríamos capaces de salir de nuestras redes en las que estábamos enredadas, si nos desalojarían al poco de tomar el espacio…

Nos apoyábamos en una doble intuición: Por un lado los centros sociales que habían iniciado ese viaje antes que nosotros y nosotras y habían definido un marco de posibilidad. Por otro, la sensación de que tras las movilizaciones contra la Guerra, el Pásalo y las movilizaciones de V de Vivienda había un enorme potencial colectivo deseando expresarse y una composición nueva que quería abordar el territorio desde otros presupuestos políticos.

TRAYECTO: DEL CENTRO SOCIAL AL ESPACIO DEL MOVIMIENTO

Los primeros años pasaron entre talleres y asambleas, manifestaciones y charlas, conciertos y encuentros, acciones y reuniones. Intentos de coordinación muy poco afinados y locos experimentos organizativos.

Mientras tanto, a nuestro alrededor y entre nosotros y nosotras se estaba empezando a poblar el ambiente de nuevas formas de hacer política que aún no entendíamos y sólo intuíamos levemente: Organización en forma de red, centralidad de la cuestión material y no tanto de la identidad, ruptura del eje “izquierda-derecha” y sustitución por el “arriba-abajo”, políticas de anonimato y de cualquiera, espontaneidad, tecnopolítica, comunicación como base para la organización, etc.

Y de pronto, un 15 de Mayo de 2011 todo aquello estalló y nos encontramos en una asamblea como en tantas otras ocasiones, pero esta vez estábamos en una plaza, montando una acampada, de pronto se comienzan a parar desahucios, redadas, etc. Y entran en el patio espacios que nunca habíamos imaginado: Democracia Real Ya, Juventud Sin Futuro, Yayoflautas, Tomalatele, la asamblea del barrio, mareas de todos los colores, etc.

Al finalizar la acampada, las plazas se extendieron a los centros sociales, que se empiezan a multiplicar, a nacer por todas partes. Y con ellos se multiplica su legitimidad. Del centro social minoritario, parcial, etc. El Patio se convierte en un nodo de una red tupida a través de la cual se organizan de forma más o menos difusa miles y miles de personas.

¿LLEGADA? DEL ESPACIO DEL MOVIMIENTO A LA INSTITUCIÓN COMÚN

Con la explosión del 15M el espacio se desborda, se queda pequeño, la intensidad de lo que lo atraviesa es más fuerte que nunca, sabemos que lo más importante que tenemos no se perderá por un desalojo, que lo que se ha construido es una forma de andar y una comunidad. Quien ha experimentado la autogestion, la autonomía, la potencia del común, difícilmente olvida que las cosas se pueden organizar de otra manera.

Sabemos que cuanto más caminamos por la cuerda floja, mejor lo hacemos, pero también que las caídas existen y que los Centros Sociales son espacios fundamentales para resistir a la crisis, producir lazo social, riqueza y sin duda, democracia.

Hemos pasado de un Patio planteado como espacio de fuga del tipo de organización social impuesta por el neoliberalismo a un Patio que pone en el centro la dimensión productiva, la riqueza social, el cooperativismo, etc. De un espacio social “alternativo” hemos descubierto que, a pesar de nuestra enorme precariedad material, estábamos mejor preparados para afrontar la crisis económica e institucional que todas las supuestas instituciones diseñadas para ello. De un espacio de una minoría hemos descubierto que podíamos formar parte (una parte minúscula entre otras muchas partes minúsculas) de un movimiento cualquiera que habitan hoy cientos de miles de personas.

Por eso creemos que se tiene que reconocer desde el poder político a los espacios de participación ciudadana no reglados desde arriba, la inconstitucionalidad desde abajo, lo que sucede dentro de un centro social jamás ocurrirá en un centro cultural del ayuntamiento. Es en la potencia política de las comunidades, en su capacidad de producir lazo social, nuevos derechos, conflicto social, riqueza y alegría donde está la salida de la crisis.

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