sábado, abril 20, 2024
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EL JUDAÍSMO, EL MESÍAS, JESÚS Y EL CRISTO

– Autor: Mauricio Pilatowsky –
 
1. PRESENTACIÓN

La pretensión de escribir sobre un tema como el del mesianismo como lugar de encuentro entre judaísmo y cristianismo en un espacio tan reducido, se podría definir como la crónica de una injusticia anunciada. Sobre cada uno de los elementos que conforman el título: El Judaísmo, el Mesías, Jesús y el Cristo se han escrito miles de páginas y sobre cada uno existen tantas lecturas, tan distintas, que sería imposible abarcarlas todas. Lo primero sería reconocer que se cometerá esta falta y que lo único que resta es apelar a la comprensión del lector solicitándole que reciba estas palabras con los debidos atenuantes.

Para que este fugaz tránsito por la historia de las religiones no se convierta en una caricatura, lo recomendable es hacer una selección muy precisa de los lugares y de las perspectivas de aproximación del recorrido. Del judaísmo pasaremos a lo que un sector de éste entiende por el Mesías, a su relación con el hombre Jesús para luego abordar su aproximación a la figura de Cristo. A manera de conclusión se recogerán los puntos tratados en el recorrido para presentar una breve reflexión sobre el sentido que se propone para la idea de salvación y esperanza desde la visión del judaísmo que se rescata.

2. El JUDAÍSMO

Con el término “judaísmo” se nombra una tradición milenaria de Occidente. El sentido más general remite al ámbito religioso. También se utiliza para designar a un colectivo en términos culturales o nacionales, que no excluye el contenido religioso pero no necesariamente lo incluye. Por extraño que pueda parecer existen sectores importantes del judaísmo que definen su identidad en términos culturales o nacionales siendo agnósticos o ateos. Lo que habría que aclarar es que incluso entre quienes no se consideran creyentes existe el reconocimiento de los contenidos religiosos en la genealogía del judaísmo. La perspectiva desde donde presentaremos este breve estudio es la que se define como Pensamiento Judío, y que Shalom Rosenberg define de la siguiente manera:

“Yo creo que el pensamiento judío constituye una especie de diálogo: un diálogo con el mundo exterior y un diálogo del judío consigo mismo. El judío es alguien que acepta la autoridad de la Sagrada Escritura y de las fuentes del judaísmo, pero que a la vez acepta la autoridad de la razón humana y de sus propias facultades racionales, y cree que puede llegar a sintetizar estas dos fuentes de sus puntos de vista.”

En la tradición judía el elemento reflexivo se fue desarrollando como parte integral de su narrativa. En este sentido sería inapropiado presentar la “fe” y la “razón” como facultades del entendimiento humano encontradas. Martin Buber pensador judío alemán, se detiene en el término hebreo Hemunah, cuya traducción más común es “fe”. Aclara que también significa “confianza” y “fidelidad” como dos aspectos integrados. El autor propone que sólo en una “total realidad relacional se puede ser tanto fiel como confiado”.

En la palabra Hemunah de la Biblia se expresa esta relación del hombre con Dios donde el primero cree, confía, es fiel, se siente seguro, y no necesita del convencimiento externo en algo que aparece como evidente o natural. Las dudas y discrepancias se presentan como parte de la relación con la trascendencia. Esta aproximación genealógica explica por qué para el judaísmo se transita del ámbito de las creencias al de los cuestionamientos como dos momentos de la misma reflexión sin encontrar que uno cancele al otro. La polémica es parte integral del estudio y éste constituye el pilar de esta tradición. Se puede afirmar que en este punto existe un consenso entre todas las lecturas sobre el “judaísmo”. Este diálogo que se establece entre la “fe” y la “razón” ha quedado consignado en el texto, como lo señala George Steiner éste es el auténtico hogar de los judíos.

“Por otra parte, y con toda seguridad, la escritura ha sido garante indestructible, “suscriptor” de la identidad de los judíos: a través de las fronteras de su persecución, a través de los siglos, a través de las lenguas que se ha visto obligada a adoptar y que a menudo ha dominado. Como un caracol con sus antenas alerta ante la amenaza, el judío ha llevado la casa del texto a sus espaldas. ¿Qué otro domicilio le ha sido permitido?”

3. EL MESÍAS

Otro de los aspectos centrales del judaísmo es el de la esperanza en la llegada del “Mesías”. La traducción literal de este término sería “El ungido” que alude a la costumbre antigua de ungir a los reyes. Esta “figura” ha sido interpretada de diversas formas. Está la creencia en un líder que conducirá a los judíos a la conquista de un imperio, o la de un hombre que traerá la paz y la justicia. Hay también interpretaciones metafísicas que proponen el arribo de un enviado que hará que los muertos resuciten y que los cielos se abran para hacer justicia. Entre estas distintas creencias y en diferentes épocas se han proclamado Mesías que ante el fracaso de su misión son declarados falsos. Existen también interpretaciones más complejas que desplazan esta imagen a formas de vida colectiva las dos más importantes son la del Jasidismo y la del Sionismo religiosos.

El Jasidismo es un movimiento que data de principios del siglo XVIII y que se desarrollo al oriente de Europa. Los jasidím abrazaron una fe que consistía en la exaltación de la vida piadosa a través de los trabajos característicos de una clase media rural de pequeños artesanos y comerciantes. Los miembros de las pequeñas aldeas vivieron durante décadas con una vitalidad que contrastaba con su pobreza y persecución. La figura del Mesías y la tradición cabalista se tradujeron en una forma cotidiana de vida donde la esperanza dejó de ser una espera en lo que vendrá y se convirtió en una fuerza de realización práctica. La desilusión ante la promesa mesiánica en forma de mito, el reconocimiento de que la redención no llegará sin la intervención de cada uno, desencadenó una praxis solidaria donde la responsabilidad por el prójimo se acompañó de una revitalización de la esperanza.

El otro movimiento importante que se explica a través del mesianismo es el Sionismo religioso, su ideólogo fue el Rabino Abraham Itsjak Kook. (1865-1935) Para esta nueva interpretación lo trascendente influye en la realidad en forma operativa. La redención, anhelada por el pueblo judío y que debe premiar su devoción y sus actos piadosos, se presenta como obra de una fuerza divina que opera en la historia aún con el desconocimiento de sus actores. La creación del Estado de Israel como entidad política concreta debe verse como fruto y resultado de la redención y es manifestación de la obra divina a través de los actos de los sionistas, sea religiosos o no. Todos los que participan de la construcción, defensa y expansión del Estado de Israel, aunque sean ateos, son considerados agentes de la redención.

Por último presentaremos la visión del Pensamiento Judío. Walter Benjamin, judío Alemán que murió huyendo de los nazis en 1940, entiende esta imagen como una alegoría producida como respuesta al exilio, la persecución y el sufrimiento. Es una figura que expresa el vitalismo de un colectivo que busca un sentido para sobrevivir pero que al mismo tiempo no se deja engañar por las promesas que siempre terminan demostrando su falsedad. El Mesías representa este anhelo concreto que surge en un mundo donde toda esperanza ha sido desterrada y el individuo asume su responsabilidad en la construcción de ese futuro. Benjamin le da un sentido histórico a lo que Franz Kafka expreso desde la literatura. El escritor judío checo escribió: “El Mesías llegará sólo cuando no haga ya falta, llegará sólo un día después de su propia llegada, no llegará en el último día, si no en el ultimísimo”.

4. JESÚS

Antes de abordar la forma en la que del judaísmo se relaciona con la figura de Cristo es importante aclarar el lugar que se le da al hombre Jesús y al relato de su vida. En este breve espacio es imposible reproducir completa y profundamente todas las posturas. Mencionaremos que para algunos se le debe ver como un líder judío que lucho contra la ocupación Romana, tal vez un “Celote”. Para otros, Jesús fue un gran conocedor de las escrituras, un hombre más cercano a la figura de un profeta que interpretó sus tiempos como los propicios para la redención y obró en consecuencia. En los dos casos se le llega a incluir en la lista de los falsos Mesías. No podemos dejar de señalar que para amplios sectores del judaísmo lo que impera es la duda sobre su existencia.

Desde el análisis crítico tampoco existe un consenso. Hay estudiosos que sostienen que en el Talmud encontramos referencias que confirman la existencia del Nazareno. Otros encuentran en los escritos de Flavio Josefo una prueba de su existencia. Haím Cohen, especialista en derecho Hebreo y Romano, examinó estas pruebas documentales. De su investigación resulta que es muy difícil acreditar el relato de los evangelios con las herramientas historiográficas o la hermenéutica de los textos.

La conclusión en este punto es que para el judaísmo la figura de Jesús, el hombre, no tiene mayor relevancia, incluso se cuestiona su existencia. En este mismo sentido se puede suponer que de no haber sido por el cristianismo no se haría mayor referencia a su posible existencia.

5. EL CRISTO

La palabra Cristo es la traducción griega a la palabra hebrea Meshíaj lo cual expresa este vínculo de la doctrina cristiana con la tradición mesiánica judía. Para el Cristianismo Jesús es el Mesías que la Biblia hebrea anuncia, el judaísmo rechaza esta creencia. La aproximación que se ha planteado en esta breve presentación se centra en la postura del judaísmo, por lo que no se abordaran los argumentos de la tradición cristiana.

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