sábado, abril 20, 2024
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Consejo de Redacción de Éxodo

Escrito por

E Evaristo Villar
J José Ramón González-Parada
S Secundino Movilla
R Rufino García
M Miguel Ángel de Prada
A Antonio García Santesmases
B Benjamín Forcano
SM Silvia Martínez
C Carlos Pereda

E Para arrancar podríamos señalar lo que entendemos por crisis de civilización, qué es lo esencial en ese proceso de transformaciones.

J Hay bastantes evidencias científicas de que la transición a la que apuntamos es universal y de que no afecta sólo a determinadas culturas, sino que es planetaria. Yo diría que atravesamos una era oscura: sabemos cómo entramos pero no cómo vamos a salir. Y son las salidas las que permiten hacer más apuestas. Si hablamos de cambio climático, no vamos a cambiar el clima, ¡ya lo hemos cambiado! Pero nos podemos plantear cómo adaptarnos a vivir en un nuevo clima.

S En mi opinión, es muy difícil en estos momentos de cambio enfrentarse de forma directa a los poderes establecidos, económicos y políticos, que quieren mantener sus privilegios y someter a las masas. Pero es posible hacerles frente desde el pensamiento crítico, desenmascarando lo que hay detrás de esas luchas de poder. Este es el planteamiento del filósofo andaluz Pablo Font en el libro recién publicado La batalla por el colapso. Una guerra encarnizada se libra ante nosotros entre élites de diverso tipo que tratan de alcanzar las mejores posiciones ante un próximo colapso ecosocial, a la vez que se juega la supervivencia en condiciones dignas de la gran mayoría de la humanidad. 

Atravesamos una era oscura: sabemos cómo entramos, pero no cómo vamos a salir

R A veces entendemos la crisis civilizatoria o el colapso ecosocial como el paso de algo bueno a algo malo, pero esas expresiones también pueden significar lo contrario: la transición de un modelo económico y ecológico insostenible a otro que sea menos destructor de la naturaleza y de las personas. Convendría acentuar las pistas positivas que se vislumbran en el cambio que se aproxima.

M Comparto esta opinión de Rufino. Hablar de crisis civilizatoria nos puede llevar a generar una imagen positiva de lo que dejamos, como si fuera el modelo o el patrón de valor de lo que está por llegar. Se perderían los valores de occidente que tanto ha costado conseguir, ¡llega el caos! Sin embargo, si analizamos el mundo que dejamos, a lo mejor no habría tanto que salvar. ¿O es que queremos volver a la antigua normalidad?, ¿a la normalidad de la desigualdad, del patriarcado, del derroche del consumo que se carga el planeta?

J Disiento. El concepto de civilización occidental no tiene sólo carga negativa. Se desmoronan elementos buenos y malos. Volver a plantear hoy la democracia en sentido fuerte es revolucionario, porque el capitalismo es incompatible con la democracia. Lo positivo es algo por lo que luchar y que hay que tratar de mantener. Y mira tú por donde, el colapso va a darnos el gusto de acabar con el capitalismo liberal extractivo, lo que nosotros no pudimos conseguir. 

M En particular, en este proceso de cambios hay dos puntos que quiero destacar, uno positivo y otro negativo. El positivo es la necesidad de asumir los límites de la naturaleza que impiden seguir con un consumo ilimitado de recursos, cada vez más finitos. Tendrá que haber un decrecimiento, por convicción o por obligación, ya que el planeta no da para más. Será positivo si lo asumimos por convicción. Si no, las élites poderosas lo impondrán de forma autoritaria. Pero no hay escapatoria. 

E Pues esto que planteas del decrecimiento es real pero tiene mala prensa. Tendríamos que pensar cómo plantearlo para que se entienda bien, qué lenguaje utilizar.

M El segundo punto que quería destacar es negativo: hoy Suecia y Finlandia piden la entrada en la OTAN abandonando el principio de neutralidad del que se sentían orgullosas y que era una de sus señas de identidad. ¿Qué significa esto para el mundo que está por venir? Quizás la ampliación de guerras, lejanas y cercanas como la de Ucrania, reabren una nueva época de militarismo donde los problemas se van a resolver por la vía de la fuerza bruta de las armas. El trust del armamentismo en alianza con los bloques políticos y las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial… amenazan con asentar una sociedad cada vez más jerarquizada, desigual y violenta. 

C La democracia tiene que ver con la distribución del poder y, en ese sentido, yo creo que vivimos en sociedades poco democráticas, tanto en el plano de la economía como de la acción política. “Lo llaman democracia y no lo es”, gritábamos en las manifestaciones del 15M. Y es que la idea de “democracia” se ha impuesto como carta de legitimidad en la mayoría de las sociedades pero, como recoge Juan Manuel Vera en este mismo número, hace falta que los movimientos sociales emergentes desarrollen una praxis instituyente que profundice la democracia a todos los niveles. 

A El punto de la guerra que ha señalado Miguel marca mucho. A diferencia de lo que ocurrió en la crisis de las hipotecas de 2008, en que Alemania impuso los recortes en toda Europa, la Covid 19 dio lugar a la mutualización de la deuda, pero la retirada de Afganistán y la guerra de Ucrania lo han cambiado todo. La pandemia hizo tomar conciencia de los cambios que había que introducir en la orientación económica para asegurar la cohesión europea, pero esta mutualización de la deuda se puede romper con la guerra. Con anterioridad hubo otro momento de cambio positivo con la perestroika y la unidad alemana, pero enseguida se produjo la invasión del Golfo y las guerras de Oriente Medio. Y ahora, cuando Alemania ya había demostrado una voluntad de cooperación, aparece la guerra de Ucrania. No es por pensar en conspiraciones, pero tampoco aprendemos. Durante la pandemia el clima cambió, mejoró el medio ambiente, el aire… Observamos que los principios medioambientales y sanitarios se podían anteponer a los económicos y financieros, se podía detener el cambio climático… pero la guerra lo cambia todo y aparecen otras prioridades. Se había frenado la entrada de Turquía a la OTAN con el argumento de las diferencias culturales, y ahora Turquía frena la entrada de Suecia y Finlandia en el organismo militar. La indignación personal o colectiva tiene efectos distintos en la situación prebélica debido a la guerra de Ucrania. El número de Éxodo sobre la “Crisis civilizatoria” está en el contexto anterior a la invasión rusa. La guerra es un choque y algunos la entenderán como conflicto de civilizaciones.

C No estoy de acuerdo en poner el foco en la crisis de la civilización occidental para entender los cambios globales de nuestra época. Tal civilización no ha sido tan positiva para la humanidad, como demuestra, entre otros, Enrique Dussel en su extraordinario libro Filosofía de la liberación. Un trabajo de deconstrucción histórica no sólo de la dominación sino de los procesos de liberación generados a lo largo del tiempo. Pero además se trata de una civilización regional y fundamentalmente eurocéntrica, que ha minusvalorado los enormes aportes de otras culturas existentes en el planeta, tal como han expuesto los etnoecólogos mejicanos Víctor Toledo y Narciso Barrera-Bassols (La memoria biocultural). Para superar la tremenda crisis del mundo actual, hay que poner en práctica todo el repertorio de experiencias y aprendizajes acumulados a lo largo del tiempo por culturas milenarias. En particular, ante el dilema entre agroindustria y agroecología, la memoria de la especie se inclina por esta última como base fundamental para la reconstrucción de una sociedad sostenible.

Y más cerca de nosotros está la aportación de Ramón Fernández Durán, también colaborador de Éxodo, que nos dejó en 2011. En su obra póstuma, En la espiral de la energía, deja pruebas contundentes de que el colapso desde el punto de vista ambiental es inevitable y alumbrará sociedades distintas en el lapso de unos doscientos años, tiempo relativamente corto desde una perspectiva amplia de la historia de la humanidad. Las energías renovables serán fundamentales y se producirá una notable reducción demográfica ligada a crisis alimenticias, pandemias y guerras. Según Fernández Durán, en los últimos 5.000 años han prevalecido sociedades de dominación, ligadas a la aparición de grandes imperios, patriarcado, acumulación de recursos y derroche de energías fósiles. Sin embargo, con anterioridad a esa fecha, prevalecieron sociedades de cooperación en armonía con los ritmos de la naturaleza. A partir de ahora, los cambios que se produzcan oscilarán entre el autoritarismo y el eco-comunitarismo, dependiendo de la correlación de fuerzas entre los agentes sociales.

B Para mí, el momento de crisis que vivimos se debe, fundamentalmente, a que la humanidad se ha separado de la madre Tierra. Nos hemos olvidado de esa unidad maravillosa que nos constituye debido a la explosión de la cultura cartesiana e industrial que arrasa los recursos limitados del planeta y lo extorsiona. Porque la madre tierra puede vivir sin nosotros, nosotros sin ella no. Sería necesario escuchar el argumento de los científicos y la voz de profetas como Leonardo Boff o el Papa Francisco. En caso contrario, es evidente que llegará el caos climático y el colapso social. O respetamos a la madre Tierra o perecemos. Las diversas Cumbres del Clima han sido inoperantes por las presiones de los poderes económicos y políticos. Un proceso que no es fruto del azar sino de las decisiones adoptadas por una clase política sometida a la presión del sistema capitalista extractivista de la naturaleza. Esto es para mí el tema prioritario.

E En efecto, el neoliberalismo nos está llevando al límite de la Tierra y de la humanidad. Es la aportación de Yayo Herrero, la activista ecofeminista que tanto ha aportado a nuestra revista. Pero no nos podemos engañar pues, a pesar de la crisis, el sistema establecido sigue teniendo mucha vitalidad. Recuerdo la posición de José Saramago, para quien el modelo capitalista había demostrado a lo largo de su historia una gran capacidad de adaptación. Sólo cabe mantener la esperanza desde una cierta utopía. Nos tenemos que posicionar para saber cómo movernos, pero no ser ingenuos. 

M Ciertamente, con lenguajes puritanos, de echar broncas a la gente, no se cambia nada. Además, nos vamos a encontrar con relatos nuevos, nuevas construcciones de sentido que tratan de justificar el modelo social existente. Se apostó por la globalización frente al nacionalismo local, pero se han visto sus límites: un barco encalla en Suez y el mundo se para. Otro relato del multimillonario Elon Musk, frente al colapso ecológico, es dejar la Tierra y repoblar otros mundos, lo que pretende hacer a través de su empresa SpaceX, que ha firmado un programa con la NASA para lanzar sus propios cohetes. Para Musk, la exploración espacial y llevar al hombre a otros planetas nos puede servir como defensa de amenazas a la supervivencia de la especie humana. Se habla también del Metaverso como nuevo espacio virtual de expansión de la humanidad. El relato tiene tanto poder que es capaz de hacernos ver como inevitable el cambio climático, pero como imposible el cambio del sistema capitalista.

C Yo creo en la fuerza de la humanidad para enfrentarse al modelo capitalista depredador. No es que sea fácil, pero los movimientos por la liberación han acompañado siempre, como su propia sombra, a las prácticas de opresión. Como decía Emmanuel Wallerstein, en el Foro Social de Porto Alegre, “ni el capital es tan fuerte como solemos creer, ni las clases trabajadoras tan débiles, esforcémonos por conseguir la fuerza que necesitamos”. La cuestión es aprovechar las brechas y los proyectos de transformación que surgen a lo largo del camino y ser constantes. Por ejemplo, quién nos iba a decir hace 50 años que la conciencia ecológica o el feminismo iban a alcanzar la fuerza social que ahora tienen…

Volver a plantear hoy la democracia en sentido fuerte es revolucionario, porque el capitalismo es incompatible con la democracia

B Me llegó hace unos días una propuesta promovida por Miguel d’Escoto y otros líderes latinoamericanos que me parece muy importante. La propuesta plantea reinventar las Naciones Unidas de manera que unos pocos países dejen de tener el poder de veto por encima de la opinión de la mayoría de las naciones. Sería algo muy importante, en especial para conseguir que las guerras no se conviertan en la vía para resolver los problemas mundiales.

R Efectivamente, creo que es muy importante abrir brechas y poner diques, según los casos, para robustecer los relatos críticos y las prácticas alternativas que se encuentran en los lugares más recónditos de la sociedad. Tantas luchas de jóvenes, de mujeres, de sectores excluidos, etc., que buscan sobreponerse a su condición de víctimas y promover unas relaciones sociales más justas…

SM Vale la pena resaltar también las propuestas ecosociales y ecoespirituales que las mujeres están haciendo de forma callada, en muchos lugares del planeta, frente a la opresión e invisibilidad que padecen en la actividad económica, incluido el trabajo doméstico, las migraciones internacionales o las propias relaciones de género. Además del ecofeminismo, habría que potenciar las nuevas experiencias de agroecología y las comunidades energéticas locales.

A El futuro es difícil de predecir porque el contexto es cambiante. Y las previsiones dependen de las vivencias de cada generación. A nosotros, mayores y occidentales, nos cuesta entender otros contextos, sea los asiáticos o los de los jóvenes de nuestro propio país. Para estos últimos, el bautismo para pensar globalmente fue el 15M, pero, ¿qué piensan ahora tras la pandemia y el rebrote de la guerra en suelo europeo? Nosotros entendemos el enorme cambio que supone pasar del pacifismo de Palme, tras la segunda guerra mundial, a la entrada de Suecia en la OTAN, pero los jóvenes seguramente no captan el sentido de esa evolución. Nosotros entendemos la propuesta de Habermas de apoyar a Ucrania, pero no tanto que se precipite una tercera guerra mundial, de esto último tenemos sobrada experiencia tras dos guerras mundiales arrasadoras. Pero no sabemos cómo reaccionarán China, India u otros países, cada cual con sus propios fantasmas e intereses. No hay un contexto único para prever el futuro. 

UNA FRASE PARA CERRAR

J La idea de crisis civilizatoria afectaría principalmente a Europa, USA y Rusia, con repercusiones en el resto del mundo. En la era del Antropoceno, esto significaría la crisis de occidente y del capitalismo. Y la guerra de Ucrania, un síntoma claro del fracaso de occidente.

M Consolidar elementos e iniciativas que ya están ahí pero son poco conocidas o están invisibilizadas, así como propiciar alianzas de sectores u orientaciones con múltiples lógicas de legitimación social, más allá de la homogenización de los Estados. En cuanto a los relatos, desde la lógica que defiende Éxodo, mantener la esperanza en que los momentos oportunos existen y hay que aprovecharlos: es el Kairós del evangelio.

E A sabiendas de que el sistema tiene una costra muy dura, hay que aprender a reconocer sus grietas y, con realismo, trabajar en la línea que plantea Miguel. 

R Pensar globalmente y actuar localmente.

C Retomar la confianza en que otro mundo es posible. Y para ello vacunarnos con la lectura que hace la teología de la liberación de las virtudes teologales.

S Si la batalla por el primer puesto entre las élites ante el colapso ha empezado, nosotros debemos perder el complejo de que no se puede hacer nada.

A Me parece interesante atender a las vivencias de los jóvenes desde el 15M, las Mareas, etc. ¿Cómo pueden vivenciar la actualidad y el futuro sin la experiencia que nosotros tenemos? Abrirse y escuchar a los jóvenes.  

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