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CÓMO NOS SENTIMOS IGLESIA DESDE REDES CRISTIANAS

Escrito por

Éxodo 95 (sept.-oct.’08)
– Autor: Jaume Botey –
 
Hace dos años Redes Cristianas nos presentábamos en público con una Carta de Identidad que comenzaba así: “Un amplio colectivo católico de ámbito estatal, con talante crítico y aperturista, inspirado en el Evangelio y en el espíritu del Vaticano II, ante la compleja situación que está atravesando la sociedad y la Iglesia (…), hemos decidido coordinarnos para actuar con mayor eficacia y responsabilidad, según las exigencias y posibilidades de nuestros días. Como seguidores de Jesús de Nazaret nos proponemos anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino, presente ya como semilla en este mundo y en la Iglesia, pero abierto a su plenitud en el futuro”.

LA PRIMERA PREOCUPACIÓN ES LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO

Con anterioridad a la presentación ante la prensa ya se habían adherido al llamamiento de Redes más de 150 colectivos de todo el Estado. Colectivos que viven su fe en el compromiso con los grupos más necesitados, que se encuentran aislados y que necesitan compartir y celebrar la Buena Noticia del Reino de Dios. Se trata de grupos de base, con poco poder tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad, de grupos que, ante la situación progresivamente deteriorada para las mayorías de nuestro mundo, están preocupados en primer lugar por el crecimiento del Reino, que es justicia, libertad y paz, y promesa de un mundo futuro, conscientes de que este Reino de Dios no es patrimonio de nadie y es patrimonio de todos, de creyentes y no creyentes, de occidentales, de indios y musulmanes, de partidos, de sindicatos representantes de la clase obrera, de movimientos sociales, de budistas y judíos, de protestantes, de hombres y mujeres de cualquier lengua, rito, edad o confesión. Nadie tiene el monopolio de la verdad y nadie tiene la exclusiva de Dios.

Por ello, en otro documento hecho público al final de la I Asamblea del año pasado, los grupos de Redes se comprometían a “colaborar con toda la humanidad a construir un mundo más justo desde las instituciones políticas y con los movimientos sociales y a construir una ética social desde la autonomía de las ciencias sociales”, es decir, desde las instituciones del mundo laico. Nuestra vida y nuestro compromiso está codo–a–codo con los que se esfuerzan por un mundo más justo y libre, ya que la fe en Dios o la fe en Jesús no aporta mayor conocimiento, ni valores, ni soluciones, ni mayor radicalidad para enfrentarse a los graves problemas humanos. Aportan sólo un sentido, una orientación y quizá como aportación propia y original, sólo la consideración que en el Reino de Dios prometido, los pobres son los preferidos, que se trata de un mundo al revés en el que los últimos serán los primeros.

LA IGLESIA

El último punto de nuestra Carta de Identidad Redes también manifestaba el propósito de “contribuir dentro de nuestras posibilidades a la transformación radical de la Iglesia y su presencia en el mundo… porque desde el estilo que rezuma el Evangelio creemos que nuestra Iglesia necesita una transformación profunda”.

Intentamos llevar a la práctica esto a partir de “revisar nuestro estilo de vida y los medios y métodos que utilizamos en las comunidades, movimientos y grupos desde el criterio evangélico de la diaconía o actitud de servicio al otro”. El servicio al otro, la ayuda o la entrega es nuestra manera de vivir la comunión, la iglesia, y el “signo” (sacramento) fundamental de nuestra fe.

Iglesia significa comunidad. Ante el aislamiento y las soledades en las que hoy vivimos la fe y nuestras opciones fundamentales “sentimos la necesidad de relacionarnos, de poner en común preocupaciones, proyectos y esperanzas”, decíamos en el documento del final de la I Asamblea. La misma palabra de “Redes” con la que bautizamos nuestro movimiento supone voluntad de crear comunidad, lazos, encuentros, iglesia.

En el documento final de la I Asamblea decíamos también que “en la relación entre fe y mundo subsisten dos teologías y dos eclesiologías: una, desde una propuesta de liberación promueve procesos centrados en los problemas del mundo, en los laicos, los pobres y las mujeres”. La base teológica y eclesiológica de Redes parte de ahí, esta es nuestra manera de relacionarnos con el mundo y de ser iglesia. “La otra encierra a la Iglesia en sí misma, se mantiene vinculada al poder de las instituciones políticas y con miedo a mantener un diálogo maduro con la sociedad”. En esta última se sitúa la mayor parte de la jerarquía.

Afortunadamente sentimos que nuestra fe no depende de la jerarquía ni de sus actitudes o sus declaraciones extemporáneas, más preocupadas por las seguridades y privilegios que por la extensión del Reino. Para la mayoría de los ciudadanos estas actitudes son ya un escándalo. A pesar de ellos no acostumbran a ser ya objeto de nuestra lucha. Nos entristecen por lo que significa de tergiversación del mensaje de Jesús por parte de aquellos que deberían ser sus fieles transmisores y por su repercusión política. Son mensajes políticos que exigen al poder político incrementar su cuota de poder político, económico o de monopolio moral. Lógicamente, en tanto que intervenciones políticas, las juzgamos y si es necesario las combatimos desde las instituciones políticas laicas.

HEMOS SOÑADO UNA IGLESIA…

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