martes, marzo 19, 2024
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CELEBRACIÓN DE PENTECOSTÉS

Escrito por

Celebraciones
– Autor: Evaristo Villar –
 

ANÁFORA DE PENTECOSTÉS
TEXTOS PARA LAS LECTURAS
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD

1. PREÁMBULO

Intervienen en la celebración: Presidente (Pr) , Familia (padre , p; madre, m; hija mayor, h1; hijo segundo, h2; hijo tercero, h3; hija menor, h4), Acompañantes (a1, a2, a3,); Narrador/a, n; Equipo musical, em; Lectores (l1, l2, l3, l4).
Se apagan todas las luces, se hace un breve silencio y todos los participantes salen desde el lado izquierdo del altar, cada uno portando sus materiales propios en la mano (cartel, vela de color, careta) y se sientan en el primer banco mirando al altar, mientras suavemente se oye por los altavoces el comienzo del primer movimiento (allegro moderato) de la Sinfonía nº 8 en Si Mayor (Incompleta) de F. Schubert.
El narrador (n), desde el banco donde se ha sentado, sube hasta el ambón y comienza el relato de la parábola. Se va construyendo una escena en torno a la mesa del altar (mientras la música sigue como telón de fondo) de este modo: al citar el narrador al matrimonio, suben p y m y se colocan de pie y con careta detrás de la mesa del altar (donde lo hace normalmente el sacerdote). Luego, los cuatro hijos, también con careta, según se les vaya nombrando: h1 y h2 (lado derecho del altar), h3 y h4 (lado izquierdo). Con algún gesto visible, acompañan todos el relato
La escena tiene que acotar imaginativamente diferentes espacios: el centro (mesa de familia donde se desarrolla la acción principal) y los aledaños (las gradas, donde se desplazan los personajes que, para cumplir el guión, tienen que abandonar el centro).
El final (“Al terminar la parábola”) puede hacerse de este modo: toda la familia, puesta en pie y mirando a la asamblea, escuchan la sentencia del Maestro (“quien tenga oídos”), hacen una venia al público y se quitan las caretas, quedando en el mismo sitio donde están. La música siempre les acompaña en off (ahora un poco más fuerte).

¿Qué has hecho de tus hermanos y hermanas?

(n)La Plaza Mayor se iba llenando de curiosos en esa apacible mañana de primavera. Con la mochila repleta de libros a la espalda y el sueño aún pegado a los ojos, los niños cruzaban la plaza silenciosos camino del cole. El ruido del tráfico iba subiendo por momentos en las calles de la ciudad, mientras algunos barrenderos, de amarillo y verde, vuelcan en su carrito los últimos desperdicios del fin de semana. Entre los arbustos del jardín el ruiseñor despliega aun su última melodía.
Sentado en un banco de la plaza, el Maestro parece ensimismado. Entre la fronda de los árboles, los primeros rayos de sol luchan por hacerse presentes en la escena. Al levantar los ojos y ver a la gente pendiente de su palabra, el Maestro comenzó a decirles esta parábola
:

Juan y Lola son una pareja madrileña feliz. Lola trabaja de enfermera en el Clínico y Juan es mecánico en Metro Sur. Con dedicación y esfuerzo, y algunas horas extraordinarias, han conseguido, durante los treinta años de su unión, situarse en ese sector de clase media donde no se pasan grandes agobios. Han puesto, además, mucho esmero en la educación y crianza de sus cuatro hijos que han crecido sanos y alegres en un barrio de la periferia, donde aún se podía jugar en la calle.
Laura, la hija mayor, de carácter afable y acogedor, aunque bien dotada para los estudios, tuvo que hacer Formación Profesional por ayudar a su madre en las interminables tareas de la casa. La especialización actual del trabajo y su nivel de preparación sólo le han permitido contratos temporales, a tiempo parcial. Laura tiene pareja pero no pueden vivir juntos dada la precariedad de sus respectivos trabajos.
Pablo, de carácter decidido y emprendedor, representa la mayor apuesta de la familia por mejorar su posición social. Ha finalizado brillantemente los estudios universitarios y no ha tenido dificultad en conseguir un buen trabajo en una multinacional.
Iván, el tercero, no ha tenido la misma suerte que su hermano, ni tampoco la naturaleza fue tan generosa con él. La Formación Profesional en el instituto del barrio no le ha asegurado un empleo definitivo de fresador, como él deseaba, y ha tenido que ir enganchándose a cualquier chapuza que se le iba presentando. A veces apaga en la bebida su depresión y su falta de esperanza en el futuro.
Con sus 13 años, Lorena, la más pequeña, extrovertida y bien proporcionada, sigue siendo el corazón de la familia. Pero sus salidas de fin de semana y sus protestas ante las tareas domésticas comunes ya están siendo una fuente de preocupación y de conflicto…
A pesar de estas pequeñas cosas, los padres se han mostrado siempre orgullosos de sus cuatro hijos y, sobre todo, de tenerlos en casa, aunque -por no haberse inventado aún la vivienda de los 25 o 30 metros cuadrados- hace ya algún tiempo que ha empezado a inquietarles esta situación. Desde muy pequeños les han enseñado a preocuparse los unos por los otros y a desarrollar sus capacidades poniéndolas al servicio de los demás. Los han educado para disponer por igual de los bienes de la familia.

Deseosos de gozar de unos días de descanso y aprovechando las jornadas que aún le quedan de vacación, los padres deciden un buen día emprender un largo viaje.
Antes de partir, reunieron a los cuatro hijos y les dijeron:
“Vamos a estar ausentes unos días porque necesitamos descansar. Llevamos mucho tiempo trabajando sin demora y estamos cansados. Pero vosotros, entre tanto, quereos como hermanos y ayudaos mutuamente como os hemos enseñado. No descuidéis vuestras obligaciones y ciudad entre todos de los bienes de la familia y de la casa que es de todos…
No bien habían desaparecido los padres, los cuatro se ensimismaron en lo suyo propio y se desentendieron del resto. Las relaciones se hicieron tensas y saltó el conflicto el día en que Pablo se alzó sobre los demás e intentó someterlos. No pudiendo aguantarlo, Iván dio un portazo y desapareció de casa. Lo mismo hizo Lorena que se fue a vivir con sus amigas. Sólo Laura se sintió obligada a quedar en el hogar y responsabilizarse de la casa.
Al cabo de pocos días volvieron los padres y, antes de acercarse al portal, encontraron a Iván en la calle hecho una piltrafa, sucio y con la mirada perdida, con el aspecto de haber estado durmiendo en algún soportal o banco de la plaza. Subieron la escalera y, al entrar en casa, se encontraron a Laura cansada y al borde de las lágrimas. Cuando se acercaron a la sala de estar y vieron a Pablo, cómodamente instalado, leyendo uno de los periódicos que se acumulaban sobre el revistero y disfrutando del último estreno de música habido en el Auditorio, le preguntaron muy tristes: “Hijo, ¿qué has hecho con tus hermanos?” Pablo intentó en vano justificar su conducta, y, ante la mirada de reproche de sus padres, que le penetró hasta el fondo del alma, agachó la cabeza y sintió vergüenza de sí mismo.
Al terminar la parábola, el Maestro, mirando fijamente a los congregados, les dijo: “Quien tenga oídos para oír, que oiga”.

2. GESTO PENITENCIAL

Mientras se van apagando los últimos sonidos de la música de Schubert, sube al ambón de la parte izquierda del altar el presidente. Este se dirige a la asamblea del siguiente modo:

Pr. Ya lo hemos oído. La voz del Maestro nos convoca y nos provoca. “Quien tenga oídos para oír, que oiga”. No todos y todas estamos en la piel de Pablo, es verdad, pero ¿quién puede estar seguro de tener el corazón y las manos limpias? El dolor de los sometidos y excluidos nos juzga. Condena nuestro tren de vida montado sobre la explotación y el dolor de los pobres. Nuestro mayor bienestar se levanta sobre su ruina y malestar. Hace ya tiempo que hemos dejado de ser hermanos y hermanas en la misma humanidad. Y, quizás, hasta estamos ya perdiendo la necesidad de cambiar.

Toda la familia. Nos impresionan, Señor, tus palabras y nos avergüenza lo que estamos haciendo. Hoy queremos arrepentirnos. Aunque no sepamos muy bien cómo hacerlo, de una cosa sí que estamos seguros: ¡De que queremos cambiar! Queremos ser unas personas y unas comunidades con las que nunca se pueda contar para aumentar el dolor de los demás. Y desde ahora mismo nos sumamos a esa otra humanidad que se muestra respetuosa y acogedora con los y las diferentes, sometidos y excluidos.

Toda la familia baja y se queda en el banco donde ha dejado el cartel y la vela de color. Se queda sólo el presidente.

Pr. Si esta disposición es cierta, nos ponemos de pie para expresar en voz alta nuestro mayor pecado: Dios nos ha proyectado para crear un mundo múltiple y variado en paz y nosotros y nosotras lo hemos convertido en un mundo roto y en guerra. Expresemos también nuestros deseos de cambio y la esperanza que tenemos de alcanzar el perdón de Dios.

Tres lectores, que salen desde la asamblea, hacen tres peticiones de perdón, desde el ambón de la derecha -contra la exclusión de los diferentes (l1), contra la exclusión de la mujer (l2), contra la aceptación natural de las clases (l3)- a lo que la asamblea contesta con el canto «Perdón, Señor, perdón»

L1. Un mundo roto entre las razas. Hay razas malditas y razas que viven de la explotación. Por eso tantos hombres y mujeres tienen que emigrar y hemos olvidado que el mundo se nos dio para que fuera el hogar de todos. Y esto es culpa nuestra.

PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN (canto)

L2. Un mundo roto entre los géneros. La mitad de la humanidad está condenada a ser la servidora de la otra mitad. Quien nace mujer está maldita porque añade a todos su problemas el ser menos. Y eso es culpa nuestra.

PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN

L3. Un mundo roto entre las clases sociales. No todos gozamos de las mismas oportunidades. No todos tenemos los mismos derechos. ¿De quién eres hijo? ¿Qué capital o hacienda poseen tus padres? Si no tienes influencia no vas a ninguna parte. Y eso es culpa nuestra.

PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN

Pr. Que Dios Padre y Madre, que en Jesús de Nazaret nos mostró un estilo, un modo de ser con los demás, nos dé su Espíritu. Y que este Espíritu sea en nosotros y nosotras gracia, perdón y fuerza para hacer de un mundo roto, insolidario, egoísta y explotador un espacio de encuentro, de respeto y fraternidad. Que el abrazo que ahora nos vamos a dar sea entre nosotros y nosotras signo de reconciliación e invitación a construir otro mundo posible donde reine la paz. Daos familiarmente la paz.

Nos damos la paz, mientras cantamos: Shalom haberim, Shalom haberim.

3. LLEGADA DEL ESPÍRITU

Mientras se va finalizando el cántico, n coloca el cirio pascual en el centro del presbiterio y lo enciende. Presidente, padres y los cuatro hijos/as se dirigen hasta el cirio pascual. Llevan la vela de color en una mano y un cartel vuelto, colgado al pecho; hacen un semicírculo en torno al Cirio pascual y van encendiendo sucesivamente sus velas de color en el cirio pascual a medida que un lector/a (l1), desde el ambón de la decha, va avanzando la lectura de los Hechos de los Apóstoles, 2,1-12. Al encender la vela en el cirio, dan vuelta al cartel donde aparece el don del Espíritu que se quiere expresar (uno de los siete Dones del Espíritu Santo). El encendido de la última vela coincide con el final del relato. Entonces se escucha una música suave, el comienzo del segundo movimiento (andante con moto) de la sinfonía Incompleta de Schubert, mientras el presidente se acerca al centro del altar y proclama el evangelio del Mandamiento Nuevo ( Jn 13, 34-35):

OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS;
IGUAL QUE YO OS HE AMADO,
TAMBIÉN VOSOTROS AMAOS UNOS A OTROS.
EN ESTO CONOCERÁN TODOS QUE SOIS DISCÍPULOS MÍOS;
EN QUE OS TENÉIS AMOR ENTRE VOSOTROS.

Todo la familia sigue con las velas encendidas y el cartel al pecho haciendo corro en torno al cirio.

4. LOS TRES SÍMBOLOS DE PENTECOSTÉS

Lenguas de fuego
(l2, desde el ambón de la derecha):

Curioso y pintoresco episodio éste de las lenguas de fuego. ¿Os imagináis a todas las personas con Espíritu portando una lengua de fuego sobre la cabeza? Sin embargo, sí que sabemos reconocer fácilmente a estas personas, sin otro signo visible que su modo de ser, su talante, su alegría y esperanza, su ternura y misericordia con las y los desvalidos.

Presidente y la familia se acercan al altar y depositan sobre el mismo las velas encendidas y cuelgan los carteles en el mismo altar cara al público. La familia se vuelve ahora al banco donde ha estado sentada antes; el presidente continua delante del altar. Se encienden todas las luces y el presidente ora de este modo:

Pr. Junto al rumor y el viento, la luz y el fuego,
símbolos del Espíritu,
siempre aparecen asociados a la vida.
Juan evangelista lo descubrió muy bien, cuando,
reflexionando sobre la asombrosa vida de Jesús,
intuyó que, desde el principio,
“en él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”.
Jesús mismo había proclamado: «Yo soy la luz del mundo,
y quien me siga non andará en tinieblas, sino que tendrá luz de vida”.

Acepta, Señor, en estas siete luces,
los dones que, a través de tu Espíritu,
has derramado en nuestras vidas: don de Sabiduría y Entendimiento,
don de Consejo y de Ciencia,
don de Fortaleza, de Piedad y de Amor a Dios.
Por JCNS

Claridad de lenguas
(l2, desde el ambón de la izquierda):

El segundo gesto que vamos a realizar es el de la claridad de lenguas como contraposición a la confusión. En el relato de Pentecostés todos los apóstoles y extranjeros hablan diferentes lenguas y todos se entienden. No nos referimos ahora al pluralismo lingüístico, que es una riqueza del acervo cultural de la humanidad. Es una riqueza plural y multiespiritual de la humanidad, aunque a veces nos cause problemas de comprensión. Hoy nos referimos principalmente a la dificultad que tenemos para entendernos en la misma lengua cuando queremos expresar diferentes cosas con las mismas palabras. Detrás están, lo sabemos, nuestras ideologías, nuestros intereses. La gran confusión salta a la vista cuando aplicamos palabras opuestas a la misma realidad.
Haremos aquí una proclamación profética, con fuerza y decisión, de las cuatro palabras que, a nuestro juicio, deben expresar lo que es y debe ser el mundo para nosotros y nosotras.

Cuatro personas, saliendo desde la asamblea, proponen estas cuatro palabras:

* REPARTO de los recursos de la tierra entre los pueblos.
(Desde el ambón de la derecha, grita con fuerza esta propuesta y la asamblea la repita también con fuerza)
Asamb. ¡No queremos la desigualdad entre el Norte y el Sur!

* INTEGRACIÓN de los emigrantes que llegan a Europa de otras culturas.
(Desde el ambón de la izquierda; la asamblea repite).
Asamb. ¡No queremos la exclusión!

*IGUALDAD entre mujeres y hombres.
(Desde el ambón de la derecha. y la grita, como hará la asamblea).
Asamb. ¡No queremos la sumisión de la mujer al hombre!

* ECONOMÍA social y justa
(Desde el ambón izquierdo, la grita y responde la asamblea).
Asamb. ¡No queremos explotación, ni recorte de derechos!

Pr. Que el reparto, la integración, la igualdad
y una economía social y justa
sean desde hoy y para siempre, Señor Jesús,
las huellas de tu reino entre nosotros y nosotras.
Tú que vives hoy y siempre por los siglos de los siglos.

Imposición de las manos
(l3 desde el ambón de la derecha):

La imposición de las manos es un rito muy antiguo, utilizado en el judaísmo, en otras culturas arcaicas y en el cristianismo, y se usaba principalmente para bendecir. En el Antiguo Testamento aparece en reiteradas ocasiones. Por ejemplo, Aarón bendice al pueblo imponiéndole las manos, Moisés impuso las manos a Josué para transferirle el mando del pueblo. El Nuevo Testamento nos presenta a Jesús imponiendo las manos a la hija de Jairo para resucitarla, a los enfermos y enfermas para curarlos, a los niños y niñas para bendecirlos. En la liturgia cristiana es el gesto más importante que se hace durante la administración de algunos sacramentos como el bautismo, la confirmación, el orden. Los apóstoles lo practicaron como signo de transmisión del Espíritu.
Se trata, pues, de un gesto portador de vida, en el que se simboliza la transmisión de todo lo bueno y santo, de todo lo divino y lo mejor que encierra el ser humano.
Vamos a imponernos unos a otros las manos sobre la cabeza, siendo los unos transmisores del Espíritu de Jesús hacia los otros sin distinción de género, etnia o categoría social.
Lo hacemos así: los que estáis en los bancos impares, os volvéis hacia el que tenéis detrás y os imponéis mutuamente las manos mientras toda la asamblea canta:

OH SEÑOR, ENVÍA TU ESPÍRITU
QUE RENUEVE LA FAZ DE LA TIERRA.

5. ORACIÓN COMUNITARIA

Pr. Señor, Dios nuestro, que nuestra oración
no pretenda ser hoy una evasión.
Que sea un eco de las necesidades y aspiraciones de nuestros hermanos y hermanas
inmigrantes, mujeres maltratadas
y de todos los excluidos y excluidas.
Pon sinceridad y valor, pon ternura y cordialidad
en nuestros labios para que todos y todas
puedan entender y creer
que, cuando sientan su herida sangrar
y cuando sientan su voz sollozar,
sepan que pueden contar con nosotros.

L4. Te pedimos por todos los que, víctimas de la globalización neoliberal, vienen buscando a nuestro mundo la dignidad perdida en su tierra. Para que sepamos acogerles e integrarles en nuestra vida, OREMOS AL SEÑOR.

L1. Te pedimos por las mujeres maltratadas y humilladas. Para que lleguemos a construir un mundo entre iguales, sin discriminación de razas ni género, ROGUEMOS AL SEÑOR.

L2. Te pedimos por todos los excluidos de nuestro entorno más inmediato. Para que en ese otro mundo posible por el que luchamos logremos establecer y respetar la perfecta igualdad, ROGUEMOS LA SEÑOR.

(Oraciones espontáneas)

Pr. Señor, Dios nuestro, Padre y Madre de todos,
Sostén nuestra esperanza y permite que allí donde estemos,
a pesar de nuestras diferencias, podamos reconocernos siempre como hermanas y hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.

6. NUESTRA OFRENDA

h1 va al fondo de la iglesia para organizar la procesión de las ofrendas: algunos elementos simbólicos junto al pan y el vino .Mientras, H2 presenta los motivos de la colecta. Durante la colecta, la asamblea canta:

No se puede sepultar la luz,
no se puede sepultar la vida,
no se puede sepultar a un pueblo
que busca la libertad.
Como estrellas siempre vivirán,
porque aun muertas seguirán viviendo,
porque el pueblo nace cada día,
caminante de la verdad.

CANTARÁN POR LOS CAMINOS
Y SU VOZ RESONARÁ
A LO LARGO DE TODA LA HISTORIA
COMO UN ECO QUE SIEMPRE SE OIRÁ.
A LO LARGO DE TODA LA HISTORIA,
DESAFÍO QUE NO ACABARÁ.

No podrán amordazar su voz
porque es fuerte el grito de los hombres
que se unen como un arco iris
en abrazo de mar a mar.
Y si no, las piedras gritarán
la invencible causa de los pobres,
la esperanza de una tierra justa
que amanece con ansiedad.

CANTARÁN POR LOS CAMINOS…

Pr. “Bienaventurados, escribía el cardenal Suenens, aquellos que sueñan sueños y están dispuestos a pagar el precio de hacerlos realidad”.La ofrenda expresa la riqueza
y variedad de nuestros sueños con los que construimos hoy el mundo que deseamos para mañana.
Porque estamos convencidos de que más pobre que quien no tiene un duro es quien no tiene un sueño con el que hacer el futuro.

Desde el fondo de la capilla, y ordenada por h1, se hace la procesión de ofrendas por este orden y dejando espacio entre unos y otros: h3 lleva hasta el altar las bolsas de la colecta, le siguen las o los portadores de los diferentes símbolos y finalmente el pan y el vino.. Cada grupo puede decir unas palabras al presentar su ofrenda. Al acabar la presentación de las ofrendas, la asamblea canta:

El Espíritu de Dios llena la tierra.
El Espíritu de Dios colma los mares.
El Espíritu de Dios inunda el cielo.
El Espíritu de Dios puebla las calles.
El Espíritu de Dios está en nosotros
con su fuerza y con su amor inagotables.

DIOS ESTÁ EN EL MONTE, DIOS ESTÁ EN EL VALLE,
DIOS ESTÁ EN EL VUELO QUE HAY EN CADA AVE.
DIOS ESTÁ EN LA LUZ, DIOS ESTÁ EN EL AIRE,
DIOS ESTÁ EN LA PIEL, DIOS ESTÁ EN LA CARNE.
DIOS ESTÁ EN EL ALMA PORQUE EL ALMA SABE
QUE DIOS ES AMIGO Y QUE DIOS ES PADRE.
QUE DIOS ES AMIGO Y QUE DIOS ES PADRE.

El Espíritu de Dios está en los niños.
El Espíritu de Dios está en las madres.
El Espíritu de Dios está en los pobres,
porque sólo la pobreza te hace grande.
El Espíritu de Dios está en aquellos
que en espíritu y verdad saben amarle.

DIOS ESTÁ EN EL MONTE, DIOS ESTÁ EN EL VALLE…

El Espíritu de Dios está en aquellos
que reclaman la justicia con coraje.
El Espíritu de Dios vive en la gente
que ve signos de Dios en todas partes.
El espíritu de Dios habita en todos
los que creen en su amor y en su mensaje.

DIOS ESTÁ EN EL MONTE, DIOS ESTÁ EN EL VALLE…

7. ANÁFORA

Pr. Te damos gracias, Padre Santo,
Dios justo y misericordioso,
porque la esperanza que en ti ponen los pobres
no ha sido ni será defraudada.
Tú eres la fuerza de los débiles,
el Dios liberador, el Dios que salva.

L1. Te damos gracias por tu Hijo
y hermano nuestro, Jesucristo,
que puso su vida al servicio de los cansados
y angustiados.

A. En él se cumplieron tus promesas;
él abrió los ojos ciegos y los oídos sordos,
proclamó liberación a los cautivos y oprimidos
en este tiempo de gracia del Señor.

L2. El es el signo visible de tu reino.

A. Al pasar de este mundo a ti,
a través de una muerte injusta,
venció a la misma muerte en su dominio
y consiguió la liberación total.

Pr. Por todo ello, unimos nuestras voces
a la humanidad que tú amas
para cantar el himno de tu gloria:

SANTO, SANTO, SANTO (Misa salvadoreña)
………………………………………………
Pr. Dios nuestro, Padre y Madre de los pobres,
de los reducidos al silencio,
de los inmigrantes sin papeles,
de los trabajadores y explotados y
de las mujeres sometidas:
envía tu Espíritu en medio de nosotros,
ese Espíritu que guió a Jesús por la historia
que en el día de hoy se derramó
como un torrente sobre todos sus seguidores.

A.. Que él transforme la pobreza de nuestros dones
en pan de vida y vino de salvación,
para que podamos celebrar al Pascua del Señor

Pr. El que, la noche en que iba
a ser entregado, tomó pan …

…………………………………..

Pr
. Al recordar la muerte de Jesús
y su resurrección liberadora,
anunciamos al mundo la esperanza segura
en la salvación de nuestro Dios.

L3. Acepta, Padre y Madre,
nuestro deseo de superar el mal,
y nuestra solidaridad y ternura
con los necesitados de pan,
de trabajo y de libertad.

A. Acuérdate de quienes
han tenido que dejar su hogar vacío
y reemprender su vida entre extraños
y a veces enemigos.
Acuérdate de los que están en cárceles
o en el destierro,
de los marginados por el miedo o la ignorancia
y de todos lo pobres, excluidos y enfermos.

L1. Da fuerza a los débiles
y confianza a los desesperados.

A. Acuerdate de los que murieron
ofreciendo su vida
por un mundo más humano y más justo.
Danos a tus comunidades luz y fortaleza
para no doblegarnos ante los fuertes
y llevar tu consuelo y salvación
a los humildes.

Por él, con él y en él
queremos darte gracias y alabarte,
y en unidad del Espíritu Santo
celebrar la alegría de tu salvación
por los siglos de los siglos. AMÉN.

8. COMUNIÓN

* Padrenuestro
* Cantos:
Cuando el pobre nada tiene
Una ciudad para todos

9. DESPEDIDA

* Mensaje final
* Canto: Habrá un día en que todos

 

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