jueves, marzo 28, 2024
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Brotes verdes en la Iglesia católica

Me piden un artículo sobre los brotes verdes en la Iglesia católica para Éxodo y acepto sin dudarlo con un objetivo bien definido: responder al pesimismo en el que está instalado un importante sector de personas y colectivos cristianos que solo ve hojas secas en el panorama eclesial, que ciertamente las hay y muy numerosas, y no acierta a descubrir espacios verdes, que también los hay, y más de los que a primera vista pueda parecer. Se trata de no quedarse en la superficie, sino de hacer análisis mínimamente rigurosos que los descubran, si bien dialécticamente, sin ocultar las hojas secas que están bien a la vista.

Concilio Vaticano II: del anatema al diálogo

Para escribir sobre los brotes verdes en la Iglesia católica hoy creo necesario fijar una fecha y un acontecimiento como punto de partida con cierta perspectiva, y seleccionar algunos campos en los que se están produciendo. He seleccionado la fecha de 1962 y el acontecimiento del Concilio Vaticano II, convocado por el papa carismático y profético Juan XXIII. El Concilio Vaticano II fue una primavera, corta ciertamente, pero muy luminosa. No fue un punto de llegada, sino de partida, que enseguida se abandonó para seguir otra dirección. Llevó a cabo una reforma moderada de la Iglesia católica, sin llegar a ser una revolución, ni un cambio de paradigma. Pero hubo cambios importantes. Negarlos sería muestra de ceguera y falta de rigor en el análisis. He aquí algunos:

  • De la Iglesia como sociedad perfecta a la Iglesia como comunidad de creyentes.
  • Del mundo como enemigo del alma, junto con el demonio y la carne, al mundo como espacio privilegiado donde vivir la fe cristiana.
  • De la condena y del anatema contra la modernidad y las religiones no cristianas, al diálogo multilateral: con el mundo moderno, la ciencia, cultura, el ateísmo, etc., superando etapas anteriores de enfrentamientos entre ciencia y religión y de guerras de religiones.
  • De la condena de los derechos humanos como contrarios a la ley natural, a la ley de Dios y a los derechos de la Iglesia, al reconocimiento de la cultura de los derechos humanos proclamados en la Declaración Universal de la ONU en 1948 y recogidos por el concilio en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual.
  • De la condena de la secularización como contraria al cristianismo, a la defensa de la misma entendida como autonomía de las realidades temporales en cuyo clima es necesario vivir la experiencia religiosa hoy. Dice el Vaticano II: «Todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad previas y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar, con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte».
  • De la Iglesia “siempre la misma”, inmutable, a la Iglesia en permanente reforma, asumiendo el principio luterano de “Ecclesia semper reformanda”.
  • Del integrismo católico al respeto a otras creencias.
  • Del autoritarismo de Pío XII al conciliarismo de Juan XXIII.
  • De la pertenencia a la Iglesia como condición necesaria para la salvación, al reconocimiento de la libertad religiosa como derecho humano fundamental.
Pero se mantuvieron intactas la estructura piramidal y la organización patriarcal

A pesar de los cambios, la estructura jerárquico-piramidal y la organización patriarcal se mantuvieron intactas. A pesar de definir a la Iglesia como pueblo de Dios, este pueblo no es soberano, sino que está sometido a la autoridad no democrática del Sumo Pontífice. A pesar de acentuar la igualdad de todos los cristianos por el bautismo, el propio Vaticano II ratificó la «constitución jerárquica de la Iglesia y particularmente el episcopado», y propuso «la institución, perpetuidad, fuerza y razón de ser del sacro primado del Romano Pontífice y de su magisterio infalible… como objeto firme de fe a todo» (Constitución “Luz de las gentes”, capítulo 3).

El papa Francisco: salir a las periferias

Tras las ramas secas de la larga invernada de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, los brotes verdes han vuelto a renacer con el papa Francisco, que abre caminos de esperanza no solo en el cristianismo sino en la humanidad. Francisco ha sintonizado con Juan XXIII y recuperado el Vaticano II sin quedarse en la materialidad de sus textos –algunos ya superados–, sino yendo más allá con la intención de responder a los nuevos desafíos de nuestro tiempo en la esfera internacional, a los nuevos climas interculturales, interreligiosos e interétnicos, de ser sensible a los “signos de los tiempos” e iniciar la reforma de la Iglesia, venciendo la resistencia de un sector de la Curia romana y de una parte no pequeña del episcopado mundial.Brotes verdes en la Iglesia católica

Ha renunciado a la tendencia autorreferencial de la Iglesia y ha llamado a salir a las periferias existenciales, sociales y eclesiales. Él mismo lo ha puesto en práctica en sus viajes a lugares donde impera la pobreza extrema, la injusticia estructural, la exclusión y la marginación social: campos de refugiados y refugiadas, favelas, hospitales, centros de personas con otras capacidades, prisiones, suburbios, países en guerra, pueblos indígenas, comunidades campesinas, países del Sur global, etc.

Estos son sus lugares naturales que constituyen la mejor traducción de la propuesta de “Iglesia de los pobres”, que asumió desde el minuto 0 de su elección, siguiendo las huellas de Juan XXIII. Entiéndase bien, no una Iglesia de los pobres al lado de la Iglesia de los ricos. Es toda la Iglesia la que debe optar por las personas y los colectivos empobrecidos.

Francisco ha fomentado el diálogo interreligioso, especialmente con el islam, visitando numerosos países de mayoría musulmana y celebrando encuentros con dirigentes religiosos musulmanes. Uno de los viajes más significativos fue el de febrero de 2019 a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), donde firmó el histórico Documento sobre la fraternidad humana por la paz y la convivencia común con el Gran Imán y rector de la Universidad de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb.

El Documento sirvió de inspiración para la instauración por parte de la ONU del Día Internacional de la Fraternidad Humana el 4 de febrero bajo los principios de la solidaridad y la com-pasión, el mismo día de la firma. En él, el Papa y el Gran Imán denuncian la anestesia de la conciencia humana, el alejamiento de los valores religiosos, el predominio del individualismo, las filosofías materialistas que divinizan al ser humano, el deterioro de la ética, el debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de la responsabilidad, y proponen caminos de paz, cooperación y convivencia interhumanas e interreligiosas.Francisco ha fomentado el diálogo interreligioso

La primera señal concreta de la cooperación fue la creación de la Casa de la Familia Abrahámica que acoge una iglesia, una sinagoga y una mezquita con los mismos cimientos, las mismas dimensiones, un jardín elevado que unirá las tres casas y acogerá un centro educativo, elementos estructurales y orientación direccional de cada tradición religiosa.

Otros brotes verdes en el pontificado de Francisco que no quiero pasar por alto son las tres encíclicas que han revolucionado la doctrina social de la Iglesia: La alegría del Evangelio, Laudato Si’. Sobre el cuidado de la Casa común y Fratelli tutti.

La alegría del Evangelio es, sin duda, la más severa de las críticas papales contra el neoliberalismo, que califica de injusto en su raíz, y se alinea con las tradiciones anti-idolátricas de ayer y de hoy. Constata y denuncia “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros” y de llorar “ante el drama de los demás”; la “anestesia de la cultura del bienestar” y la consideración de los excluidos por parte de los mercados como “desechos” y población sobrante. Pronuncia cuatro noes, que deberían hacer templar al sistema: “no a una economía de la exclusión y la inequidad”; “no a la nueva idolatría del dinero”; “no a un dinero que gobierna en lugar de servir: “no a la inequidad que genera violencia”.

Las líneas de fuerza de la encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común son las siguientes:

  1. Critica el antropocentrismo moderno porque “paradójicamente ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad”, separando la técnica de la ética y dañando toda referencia común y todo intento por fortalecer los lazos sociales (n. 116). Al considerarse el ser humano autónomo de la naturaleza y dominador absoluto, desmorona su existencia y provoca la rebelión de la naturaleza (n. 117).
  2. Defiende una concepción holística del cosmos. Todo está relacionado (n. 70). Por eso deben compaginarse el cuidado de la tierra y el cuidado de los seres humanos, la justicia económica y la justicia ecológica, y debe evitarse tanto la violencia contra el prójimo como la violencia contra la naturaleza.
  3. Critica las formas de poder de la tecnología e invita a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, un nuevo estilo de vida y un desarrollo sostenible e integral.
  4. Considera que la inequidad afecta a países enteros y obliga a repensar la ética de las relaciones internacionales en el horizonte de la solidaridad sin fronteras (n. 51). El Norte tiene una deuda ecológica con el Sur que debe pagar.
  5. Cree necesario fortalecer la conciencia de ser una sola familia humana, eliminando fronteras políticas y sociales (n. 52).
  6. Declara el derecho de la tierra a ser feliz

Fratelli tutti es, a mi juicio, uno de los mejores análisis críticos de las densas sombras que se ciernen sobre nuestro mundo, al que Francisco define como un “mundo cerrado”, sin un proyecto para todos los seres humanos y la naturaleza, con “una globalización y un progreso sin un rumbo común”, “sin dignidad humana en las fronteras”. Es un mundo que privilegia una cultura al servicio de los poderosos, una fiebre consumista, la especulación financiera y el expolio, “donde los pobres son los que siempre pierden” (n. 53). La crítica más radical es la que dirige al “dogma de la fe neoliberal”.

Pero las críticas de Francisco no desembocan en derrotismo, sino que abre caminos de esperanza. Al mundo cerrado contrapone las sociedades abiertas, integradoras de todas las periferias, donde quepamos todos los seres humanos y la naturaleza (n. 95). Frente al individualismo del “sálvese quien pueda”, afirma el sentido comunitario de la existencia humana y “la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad” (n. 33) y recuerda que “nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos” (n. 32).

A pesar de estos brotes verdes, en la Iglesia de Francisco persiste la estructura jerárquico piramidal y patriarcal casi intacta. Los obispos siguen siendo nombrados por el papa sin participación de la comunidad cristiana. Aun cuando Francisco está haciendo algunos guiños a las mujeres nombrándolas para algunos encargos administrativos, estas siguen sufriendo la discriminación y la injusticia de género, que se traduce en su exclusión de la mayoría de los ministerios eclesiales, de las responsabilidades directivas y del acceso directo a lo sagrado. Se mantiene el clericalismo, tan criticado por el propio papa. Francisco ha dejado clara la negativa al acceso de las mujeres a los ministerios ordenados apelando, a mi juicio erróneamente, a la voluntad excluyente de Cristo.

Nosotras somos el cambio

Donde más aprecio y valoro los brotes verdes es en los movimientos cristianos de base, ubicados en el mundo de la marginación, comprometidos en la lucha por la transformación estructural a través de la presencia en los movimientos sociales y las organizaciones populares, y empeñados en la creación de una Iglesia inclusiva, fraterno-sororal, acogedora de las diferentes identidades sexuales más allá de la heteronormatividad y de la binariedad sexual.

Donde más aprecio y valoro
los brotes verdes es en los
movimientos cristianos de base

Igualmente me parecen signos de esperanza las experiencias ecuménicas, interreligiosas, interétnicas e interculturales que han dado lugar al nacimiento y desarrollo de las teologías del pluriverso de religiones, espiritualidades, culturas y etnias, en alianza con las diferentes teologías de la liberación.

Comparto la opinión de Lucetta Scaraffia, fundadora y ex directora de la revista Donne, Chiesa, Mondo, de que “el feminismo ha cambiado la historia del cristianismo”. Esto se aprecia en el nacimiento y desarrollo de la teología feminista, una de las más creativas y con más futuro en el actual panorama teológico cristiano, y de los movimientos de mujeres en la Iglesia, críticos del patriarcado religioso en todos los niveles: institucional, organizativo, doctrinal y moral. Estos movimientos tienen cada vez mayor presencia, influencia y capacidad transformadora de las mentes, actitudes y estructuras patriarcales eclesiásticas.

Brotes verdes germinan también en un cambio de paradigma en el relato teológico bajo el giro descolonizadorTanto la teología feminista como estos colectivos en defensa de la igualdad y la justicia de género asumen el feminismo como marco teórico y como movimiento reivindicativo, y lo incorporan a los diferentes ámbitos del cristianismo: exégesis, hermenéutica, liturgia, sacramentos, teología, ética, organización, etc.

Quiero referirme a dos movimientos que, a mi juicio, representan la voz y la praxis de las mujeres bajo la inspiración de la Ruah en la lucha por su emancipación en la iglesia y en la sociedad, siguiendo los pasos de Sofía: la Revuelta de las mujeres en la Iglesia y El Sínodo de las Mujeres. El primero, presente en varios continentes y con gran visibilidad en las calles, cree que “la situación de las mujeres es una vulneración de derechos y su restitución una cuestión de justicia”. Como respuesta a tal situación imagina y construye una Iglesia que debe reconocer a las mujeres como sujetos de pleno derecho con un liderazgo compartido por hombres y mujeres.

El Sínodo de las Mujeres es una organización global formada por 45 grupos, movimientos y redes de la Iglesia de Asia, Norte América, Australia, Reino Unido, Centro Europa, África, América Latina y El Caribe y España. “Durante el camino [iniciado por el Sínodo de las Mujeres] se ha puesto de manifiesto la fuerza, la resistencia y la esperanza de tantas mujeres que viven la fe y construyen desde la sororidad una Iglesia al estilo de Jesús”, afirma la teóloga Teresa Casillas. El Sínodo de las mujeres sigue “proponiendo, alentando, animando y peregrinando ¡hasta que la igualdad y la dignidad se hagan costumbre! Porque nosotras somos el cambio, reitera Teresa.

Teologías decoloniales del Sur global

Brotes verdes germinan también, y con gran vitalidad, en el ámbito teológico como respuesta a las transformaciones producidas en el nuevo escenario político, religioso y cultural, en alianza contrahegemónica con los movimientos sociales, y apoyándose metodológica y epistemológicamente en los estudios decoloniales, la teología de la liberación se está reformulando hoy como teología decolonial del Sur global.

El resultado es un cambio de paradigma en el relato teológico bajo el giro descolonizador, que cuestiona el racismo epistemológico, tiene en cuenta los plurales escenarios geoculturales, políticos y religiosos y transita por los caminos del diálogo simétrico entre las diferentes cosmovisiones, culturas, identidades étnicas, saberes, disciplinas, religiones y espiritualidades en el horizonte de las teologías del Sur global y en dirección a Otro Mundo Posible.

Brotes verdes germinan también en
un cambio de paradigma en el relato
teológico bajo el giro descolonizador

Característica de las teologías decoloniales es su pluralismo, si bien dentro de una perspectiva común anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial, antisupremacista, antifundamentalista y, ahora, anticristoneofascista. Los diferentes escenarios geoculturales del Sur global en que se desarrollan dan lugar a un pluriverso de teologías:

africana (reconstrucción, culturalista, de la liberación, teología Ubuntu);

– asiática (teología dalit en India; teología en diálogo con las tradiciones culturales y religiosas orientales; teología minjung en Corea; teología de la lucha en Filipinas; teología islámica de la liberación, teología confuciana. teología india; teología judía de la liberación, teología palestina de la liberación, etc.);

latinoamericana (feminista, indígena, afrodescendiente, campesina, ecológica, queer, económica de la liberación, del pluralismo religioso…).

negra estadounidense

En todas ellas existe una tendencia feminista decolonial que incorpora las categorías del feminismo decolonial y su inter-seccionalidad de género, religión, etnia, cultura, clase social, identidad sexual, procedencia geográfica etc. Lleva a cabo una hermenéutica feminista de los textos “sagrados” y una crítica de las masculinidades hegemónicas y, en el caso de las religiones, de las masculinidades sagradas. Cuestiona las imágenes patriarcales de Dios, que legitiman el patriarcado religioso y el político. Hace memoria subversiva de las antepasadas olvidadas que lucharon por la liberación de toda opresión.

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