miércoles, abril 24, 2024
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ANÁFORA SOBRE LA ALEGRÍA

Escrito por

– Autor: Evaristo Villar –
 

ANÁFORA SOBRE LA ALEGRÍA
TEXTOS PARA LAS LECTURAS
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
Introducción

Entre los distintos mensajes que cabe encontrar en el Adviento, hemos seleccionado para esta celebración dos claves que, a nuestro juicio, responden a necesidades que tiene planteadas la Comunidad: la Esperanza y la Alegría.

Al modo como las primeras comunidades cristianas vivían expectantes el retorno de Jesús, hacemos nuestro su grito y su plegaria, porque sentimos que a veces nos falta fuerza, ilusión y confianza. Pero nunca desaparece el anhelo de llenar de esperanza y de sentido a nuestro vivir comunitario y personal.

Sabemos que la esperanza es más que una virtud, más que un talante. Es un principio que informa la conciencia humana y que imprime en el ser humano un inconformismo vital para no someterse servilmente a la realidad, sino para entrar en conflicto con ella y luchar por transformarla desde la perspectiva de la justicia y de la fraternidad.

Para el cristiano, este principio es connatural a su fe. Atraviesa toda la cultura bíblica, desde Abrahán ‘que se pone en marcha hacia el país desconocido que Dios le indicará’, pasando por Moisés, que conduce al pueblo hacia la tierra prometida; por los profetas, que delatan las falsas esperanzas, hasta culminar en Jesús de Nazaret, el hombre en quien se cumple el advenimiento del Reino. Nos lo dirá el evangelio de Marcos que hoy leeremos: “Se ha cumplido el plazo. Ya llega el reinado de Dios”.

Por eso el cristiano no puede reducir la esperanza a una espera pasiva. El Adviento trae el mensaje de la presencia, de un tiempo ya comenzado, si bien aún no cumplido en plenitud. De ahí que la esperanza cristiana, lejos de actitud contemplativa, es motor que induce a enfrentarse con la realidad oscura de nuestra historia y trabajar por la plenitud del Reino, es decir, por la utopía de un corazón humano nuevo y una Humanidad nueva. Es acicate de nuestras opciones, actitudes y acciones. La esperanza cristiana, dicen los teólogos actuales tiene un carácter histórico, crítico, subversivo, militante, público, socio-político.

Cuando esto sucede la esperanza tiene su fruto. El primero, el del gozo, el de la alegría. Nos lo recuerda San Pablo. “Alegraos; una vez más os lo digo: alegraos”. La alegría es fundamental en el cristianismo, que es por esencia Buena Noticia, en fase de crecimiento histórico.

Dicen los sociólogos que uno de los rasgos de nuestra sociedad es la tristeza; hablan de “sociedad depresiva”, por el aumento de esta enfermedad en la sociedad occidental. Nos ocurre con frecuencia también a nosotros. Nos acostumbramos a lecturas de la vida apesadumbradas, y, por ello, transmitimos poca alegría. No porque nos encontremos mal. Tal vez, porque con frecuencia nos puede la desesperanza. Y no hay alegría sin esperanza, ni esperanza sin alegría.

Venimos oyendo recientemente que las nuevas comunidades cristianas deben “recuperar la alegría”. Es una convocatoria a plantearse con rigor por el qué y el cómo de esa alegría, por su fundamento y sus caminos.

En este Adviento que invita a un recorrido por las esperanzas de la humanidad buscando salvación, vamos a recordar la invitación de la Palabra a vivir el gozo sereno, pero vivo y dinamizador de la esperanza cristiana. Que, como sabemos tiene mucho que ver con lo de: “anunciar buena noticia a los que sufren, vendar corazones desgarrados, proclamar la libertad a los cautivos, y anunciar el año de gracia del Señor”

Queremos en esta celebración acoger ese anuncio, poner nuestra vida en esa corriente de vida y celebrar la recuperación o renovación de la alegría y el fortalecimiento de la esperanza que la alimenta, porque Dios, el Reino de la libertad y la juticia, la nueva Humanidad está ya entre nosotros.

Comunidad Santo Tomás de Aquino


Estad siempre alegres

“Hermanos,….. mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, esmeraos siempre en haceros el bien unos a otros y a todos. Estad siempre alegres, Sed constantes en orar, dad gracias en toda circunstancia por que esto quiere Dios de vosotros como cristianos. No apaguéis el espíritu, no tengáis en poco los mensajes inspirados; pero examinadlo todo, retened lo que hay de bueno y manteneos lejos de toda clase de mal” 1Tes 5, 15-22


Que la esperanza os tenga alegres

”Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, rivalizando en la estima mutua. En la actividad, no os echéis atrás, en el espíritu, manteneos fervientes, siempre al servicio del Señor. Que la esperanza os tenga alegres, sed enteros en la dificultades y asiduos en la oración; haceos solidarios de la necesidades de los consagrados, esmeraos en la hospitalidad.” Rom, 12,12


La Buena Noticia

Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret a Galilea, y Juan lo bautizó en le Jordán. Y en seguida, mientras salía del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hasta él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto. En sedguida el Espíritu lo empujó al desierto. Estuvo en el desierto cuarenta días: Satanás lo ponía a prueba, estaba con las fieras y los ángeles le servían. Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Emendaos y creed la buena noticia.

Marcos 1,9-15

P. Desterrad ese síndrome de plañideras; _ es hora de entonar ya la profecía del canto. _ Mirad, el Evangelio es fuente de felicidad y plenitud de lo humano: _ porque allí donde se logra conciliar espiritualidad y corporeidad, _ el compromiso con el placer y la fiesta, _ la ética con la belleza, la resistencia con la propuesta _ y el realismo de la vida con la seducción de la utopía… _ Allí hay una Buena Noticia, allí hay Evangelio.

Asamblea. ¡Buenos días, Alegría! _ Te saludamos -¡ahora que la humanidad se ha puesto a ser triste!- _ porque “el espíritu abatido seca los huesos y el corazón alegre mejora la salud”. _ ¡Buenos días, Alegría! Porque tú, _ como el agua cristalina, naces de las fuentes de la fe y la esperanza; _ como joven retoño, brotas del viejo tronco de la humanidad.

L1. Porque a pesar de la angustia que desgarra nuestra carne _ y del miedo que, como vaso recién apurado, nos deja vacía alma; _ porque a pesar del hambre que nos muerde los talones _ y de la guerra que nos tritura los huesos; _ porque a pesar de los contratos basura _ y de la hipoteca que amarra nuestros pies al cepo; _ a pesar de las listas de espera y del fracaso en la escuela, _ y de los juicios venales y del discurso monocorde de los parlamentos…. _ Nadie le podrá robar a la madre ese gozo electrizante que la invade _ cuando consigue arrancar de su hijo la primera sonrisa.

Asamblea. ¡Buenos días, Alegría! ¡No-buenos días, tristeza! _ Porque -¡cuando la humanidad se ha puesto a ser triste!- _ nos podrán cortar todas la flores, _ pero no podrán impedir la primavera.

L2. Porque a pesar de los bosques de antenas, _ y del ruido estresante de nuestras plazas; _ porque a pesar de la vegetación calcinada y de los ríos envenenados; _ porque a pesar de los agujeros en la capa de ozono, _ del deshielo de los polos y de la desertización de Planeta… _ El sol sigue siendo fiel a su cita diaria con el cosmos _ y en cada hoja que se desprende del árbol _ vuela “un no se qué” que queda en el aire balbuciendo.

Asamblea. ¡Buenos días, Alegría! ¡Buenos días, María de la humanidad! _ Porque el Señor que está en ti sigue ¡haciendo maravillas! _ Pone sus ojos en los humildes y los abatidos _ que se estremecen ante lo inesperado de su presencia. _ Agradecidos, cantamos con gozo nuestro canto:

_ SANTO, SANTO, SANTO, SANTO.

P. “Que la esperanza os mantenga alegres”, se decía a los cristianos en Roma. _ “Estad siempre alegres”, repetía Pablo a los de Tesalónica. _ Y, en los Hechos de los Apóstoles, Lucas certifica _ que “partían el pan por las casas, _ tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, _ alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo”.

Asamblea. Levantamos ahora el corazón hacia ti, oh Espíritu de Dios. _ Hacia ti que eres memoria y relato de nuestro mayor testigo del Reino: _ Que las mordidas del olvido y la muralla de intereses no nos impidan _ ser alcanzados por la seducción y el contagio de la vida de Jesús. _ El, que pasó por nuestra tierra haciendo el bien, _ practicando la justicia _ y caminando humildemente ante Dios.

P. Que estos sus gestos de última hora _ nos evoquen hoy su Pascua, _ y nos convoquen a repetirla hasta que él vuelva. _ En la Cena de despedida TOMÓ PAN…

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P. “Estad siempre alegres. Os lo repito, estad alegres. _ Que todo el mundo note lo comprensivos que sois. _ El Señor está cerca. _ No os agobiéis por nada” (Flp 4, 4-6) _ “Que la esperanza os tenga alegres. _ Sed enteros en las dificultades y asiduos en la oración” (Rm 12, 12).

L3. Ante la necesidad de sentido y de felicidad que anhela nuestro mundo _ y ante la crisis de salvación que está cruzando nuestra Iglesia, _ oramos al Señor, Dios nuestro:

Asamblea. Ayúdanos, Señor, _ a rebajar el dial de la doctrina en beneficio de la experiencia; _ ayúdanos a galopar desde la rutina de la dogmática a la fuerza creadora de la mística; _ desde la ineficacia del escapismo a la complicidad de la biografía. _ Como el perfume fresco de la rosa entre las espinas, _ el relato de una vida gastada por el Reino _ deja siempre un surco de alegría abierto en la historia.

L4. Ante la desertización espiritual que está causando el pensamiento único _ y la ausencia de libertad _ y la rigidez que causan las leyes de seguridad y del mercado; _ ante la globalización preocupante de la miseria _ y la dualización de la sociedad…

Asamblea. Acrecienta, Señor, nuestra decisión de optar por los pobres y excluidos; _ nuestra presencia solidaria y próxima, _ vecinal y cordial con los enfermos y olvidados. _ Porque, sólo cruzando nuestra historia con la suya, _ podremos tejer nuevas formas de sonreír en la vida, _ sabiendo que todas y todos estamos _ en la palma de tu mano. _ Sé tú, para nuestros muertos-vivos, _ esa Buena Noticia que de ti siempre esperaron. _ Te lo pedimos Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. !

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