Apoya la Reivindicación de Caddy Adzuba de que se Cumplan las Resoluciónes 1325 y 1848 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

caddyEn el este de la República Democrática del Congo, desde hace dos décadas, las mujeres sufren violaciones de forma metódica, sistemática y masiva. Su cuerpo se ha convertido en un campo de batalla más. Se trata de un arma de guerra que destruye el tejido social y económico, ya que las mujeres entre tanta violencia y miseria a causa de la guerra, son capaces de sacar adelante a las familias. De esta manera, tras violaciones de extremada crueldad que las dejan rotas física y emocionalmente, ellas ya no pueden continuar. Las violaciones se llegan incluso a producir delante de los hijos y padres de las mujeres y niñas. Se obliga a hijos y padres a violar delante del resto de la familia a las mujeres, bajo amenaza de muerte contra ellos y sus seres queridos. Se introducen en los órganos sexuales de las mujeres todo tipo de utensilios (armas, cuchillos, troncos de madera…) para degradar y dañar de forma irreversible su cuerpo y su dignidad. La RDC ha sido definida como la capital mundial de las violaciones.

Caddy Adzuba es una firme defensora de la Resolución 1325 del año 2000 y de la Resolución 1848 del año 2008 aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que insta a la protección de las mujeres y niñas en los conflictos y a la inclusión de una perspectiva de género en los mecanismos de prevención, gestión y resolución de los mismos. Caddy Adzuba ha dedicado su vida y profesión a exigir que se cumpla esta resolución y a denunciar la impunidad de los altos responsables que la vulneran. La periodista pone en riesgo su propia vida cada día intentando hacer que el mundo reaccione. Ella misma y otros defensores de los derechos humanos sufren acoso y amenazas constantes. Esta violencia extrema, se comete hoy con mayor intensidad que nunca, gracias a la total impunidad de que gozan los violadores y a la pasividad de la comunidad internacional. Es necesario que sea más conocida por nuestra opinión pública, para que su lucha llegue a ser una prioridad para los organismos nacionales e internacionales. Solo una presión concertada movilizará las voluntades políticas necesarias para provocar cambios efectivos en la agenda institucional internacional.

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