jueves, marzo 28, 2024
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Objetivos políticos del 15 M

Éxodo 123
– Autor: Carlos Pereda y Felipe Aguado, Asamblea de Tetuán (Madrid) –

El 15M surgió como un movimiento netamente político que apuntaba a los núcleos del poder (políticos, banqueros, mercados), identificados como el origen de la crisis y sus principales beneficiarios. Sin embargo, ya en la acampada de Sol de mayo de 2011 el debate político se escindió en dos comisiones, llamadas de “corto” y “largo” plazo. La primera se centraba en el cambio de la ley electoral, la reforma fiscal y de la banca, la defensa de los servicios públicos, etc.; la segunda abordaba la necesidad de cambios económicos y políticos más profundos, como la autogestión de la producción y el consumo, o la democracia participativa de base asamblearia.

Casi tres años después la confrontación se mantiene y, tal como reconoce el propio movimiento, “hay dos líneas de trabajo abiertas (reformismo o cambio radical del sistema)… estamos en un cierto bloqueo que hemos de resolver si queremos mantenernos y progresar como 15M” (Balance y perspectivas del 15M). La Asamblea general que tuvo lugar en Sol el 25 de mayo de 2013, con la participación directa de 21 asambleas de barrios y pueblos, constataba este “bloqueo” y, a la vez que aprobaba por consenso el documento de Balance y perspectivas del 15M, tomaba la decisión de abrir un nuevo proceso de debate en torno a los objetivos políticos del 15M. Un debate todavía no concluido pero que avanza a buen ritmo.

El método de trabajo está siendo horizontal a partir de las asambleas que quieren participar en el seno de la APM (Asamblea Popular de Madrid). El primer paso fue consensuar un guion de trabajo que finalmente se redujo a tres puntos: 1) ámbitos de acción más urgentes en la sociedad actual; 2) objetivos, estrategias y medidas concretas para avanzar; y 3) herramientas y aliados a tener en cuenta.

La mayoría de aportaciones aspiran a integrar los objetivos globales de transformación social y lo que se puede hacer ahora mismo, o sea, superar la tradicional distinción entre objetivos a corto y largo plazo. Se prefiere hablar de “objetivos políticos” sin más. Este cambio implica la necesidad de plantear en las luchas concretas actuales los objetivos globales. Evidentemente no en el sentido de la revolución total ya, sino en el de impregnar las acciones concretas que se realizan en el día a día con los objetivos utópicos a los que se aspira: en el plano de las acciones, procurando que sean asamblearias; en el plano de los contenidos, procurando que se descubran las causas reales de los problemas; en el plano de la organización, procurando que las formas de lucha sean horizontales e igualitarias.

La acción política se plantea a la vez como cambio social en beneficio de la mayoría y como proceso de educación y emancipación de las personas: vivir ya la solidaridad, el apoyo mutuo, la amistad, poniendo a las personas por encima de todo. Por eso, al plantear los objetivos políticos, no se trata de hacer un listado de reivindicaciones sin más, que las puede hacer cualquier organización política de izquierda, sino de enmarcarlas en unos objetivos de fondo que dibujan un escenario alternativo de sociedad, tal como consensuaron todas las asambleas en el documento Balance y Perspectivas:

 * “Un modelo económico, de propiedad colectiva y autogestión comunitaria de los bienes de producción, distribución y consumo, que elimine la acumulación de riqueza y la especulación, y asegure las necesidades universales de las personas de forma sostenible.

 * Un modelo social que no permita las relaciones de dominación entre personas o grupos, no jerarquizado y basado en la construcción de empatía emocional, de cooperación y de autodeterminación.

 * Un modelo político, igualmente horizontal, basado en relaciones entre iguales, con participación colectiva y toma de decisiones directa (sin representación ni delegación de poder) y por tanto fundado en la organización asamblearia.

*  Un modelo orientado al de­sarrollo del conocimiento, el pensamiento autónomo, crítico, científico y la formación cultural, en armonía con el medio ambiente”.

Un punto controvertido en el proceso de debate ha sido la participación en procesos electorales. Las asambleas de San Blas/Canillejas, La Elipa y La Conce plantearon abrir la discusión en julio de 2013 y propusieron al resto, a través de la APM, debatir un manifiesto en apoyo de “un bloque electoral contrario a las políticas desarrolladas por el bipartidismo… con el objetivo de abrir una esperanza para la mayoría social de nuestro país”. La reacción de las asambleas fue muy tibia. Después de cuatro sesiones de intercambio, que se pueden seguir con detalle en las actas de la APM, sólo dos asambleas (Fuenlabrada y Hortaleza) apoyaron debatir el manifiesto; siete lo rechazaron (Lavapiés, Malasaña, Lucero, Retiro, Moratalaz, Carabanchel y Villa de Vallecas); y otras siete plantearon disensos propositivos (Chueca, Vicálvaro, Tetuán, Plaza de Dalí, Villalba, Las Rozas-Las Matas y Barrio del Pilar). Finalmente, se decidió trasladar el tema al debate que se estaba iniciando sobre los objetivos políticos del 15M.

En el polo opuesto a construir propuestas políticas organizadas desde el 15M se sitúa una de las asambleas de Malasaña que defiende el “ejercicio directo y sin intermediarios de todos los derechos políticos”. No haría falta proponerse metas políticas comunes ya que el pueblo lo hace desde sí mismo en las propias luchas. Una orientación “espontaneísta” de la acción política, próxima a la defendida en el entorno de la Asamblea General de Sol, que es poco compartida entre las asam­bleas que participan en la APM.

La mayoría plantea la necesidad de comprender la política y actuar en consecuencia, lo que requiere trabajar un proyecto político coherente y alternativo, tal como intentan los textos que se están presentando en el debate de “objetivos políticos”. En este marco, que implica la acción a corto plazo pero con un horizonte de cambio global, el fenómeno electoral se va entendiendo como un elemento más de la destrucción política de los desposeídos. En las elecciones no se dirime el poder sino el sometimiento de los pobres a estructuras de control social, político e ideológico de los poderosos de verdad. Como se ha visto en el abordaje de la crisis que estamos viviendo, los gobiernos son meros virreyes del poder financiero mundial. Por ello no se plantea la construcción de una plataforma electoral propia del 15M y se critican como oportunistas algunas candidaturas que difuminan la crítica necesaria y obstaculizan la lucidez del pueblo.

La actuación en el campo político debería ponerse como objetivo principal la construcción de organizaciones de poder popular y no de plataformas electorales. No obstante ello no impide que se puedan analizar en el aquí y ahora propuestas electorales concretas y que se pudiera optar por apoyar a alguna con un voto que podría denominarse de “defensa”, pero siempre en el marco de un proyecto político propio y coherente, cuyo eje sea la democracia directa.

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