jueves, abril 25, 2024
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Los de la eutanasia

Escrito por

Éxodo 152
– Autor: DMD –

Las personas que quieren decidir sobre su propia muerte, o tener la opción de hacerlo, solo cuentan con una asociación en España que lucha por este derecho. Lo mismo les sucede a las que buscan asesoramiento sobre derechos sanitarios al final de la vida. Derecho a Morir Dignamente (DMD) es la organización de referencia en defensa de la despenalización de la eutanasia y la libre disposición de la propia vida.

Fundada en 1984, DMD surgió como un pequeño grupo de personas interesadas en promover la legalización de la muerte asistida. Nació a regañadientes, tras un conflicto con el Ministerio del Interior, que se negó durante meses a registrar la asociación por considerar que sus fines atentaban contra la “deontología médica”.

Más de 35 años después, DMD se ha convertido en una organización no gubernamental con más de 7.500 personas asociadas, tres sedes (Madrid, Barcelona y Valencia), decenas de activistas voluntarios y varios miles de simpatizantes. La asociación se financia con cuotas y algún donativo, sin subvenciones. La principal reivindicación de DMD, que la eutanasia deje de ser un delito, ya forma parte de programas electorales, acuerdos de gobierno y proyectos de ley.

Aunque el tamaño y la influencia de DMD son razonables en un país como España, con poca cultura de asociacionismo, es considerablemente más pequeña que sus equivalentes en otros países vecinos. La ADMD francesa cuenta con casi 70.000 personas asociadas y la NVVE holandesa con más de 165.000.

En estos 35 años, la causa de la muerte asistida ha pasado de ser la reivindicación de unos pocos a convertirse en una gran anomalía democrática. En ninguna otra cuestión hay tanta distancia entre lo que opina la ciudadanía (que la apoya abrumadoramente) y lo que recogen las leyes (que la castiga con la cárcel).

Como la principal organización en defensa de estos valores en España, DMD trabaja para convencer a la ciudadanía, los partidos políticos y los representantes electos de la necesidad de cambiar las leyes que rigen el final de la vida.

DMD reivindicó y promovió la regulación del testamento vital cuando aún no existía en España. Este documento, cuya validez se fijó en la Ley de autonomía del paciente (de 2002), permite dejar instrucciones sobre qué tratamientos se desean y cuáles se rechazan cuando se haya perdido definitivamente la capacidad de decidir. Incluso implantó un registro de estos documentos, para sus socias y socios, antes de que las administraciones autonómicas establecieran los oficiales. También colaboró con la elaboración de la Ley de Muerte Digna de Andalucía (2010), en varias de sus equivalentes en otras comunidades autónomas y en buena parte de los proyectos de ley de eutanasia que se han presentado en el Congreso de los Diputados.

En los últimos tres años, DMD ha logrado que casi un centenar de ayuntamientos aprueben una declaración institucional de apoyo a la despenalización de la muerte asistida. También ha promovido que varios parlamentos autonómicos insten al Congreso de los Diputados a aprobar una ley de eutanasia.

Pero la asociación no se limita a tratar de influir en la política. Otra línea fundamental de su trabajo es el asesoramiento gratuito sobre derechos sanitarios al final de la vida. El personal de la asociación atiende, en persona y por teléfono, más de mil casos cada año.

Estas consultas tratan sobre todo tipo de cuestiones relacionadas con el final de la vida. Cuál es la mejor manera de hacer un testamento vital (DMD cuenta con su propio modelo, con cinco instrucciones para personas que no desean que se les prolongue la vida cuando ya no existen opciones realistas de curación), cómo se solicitan unos cuidados paliativos para un ser querido, qué opciones tiene una persona que quiere viajar a Suiza –donde el suicidio asistido es legal– para morir de forma voluntaria, o cómo defender un rechazo de tratamientos ante un equipo médico poco respetuoso con la voluntad de su paciente.

De los casos que atiende DMD hay un grupo pequeño en número, pero grande en repercusión mediática: los de las personas que hacen público su deseo de morir, y que renuncian al anonimato para llamar la atención sobre la necesidad de despenalizar la eutanasia. Más de una decena de socias y socios de DMD han participado en reportajes en los que han explicado sus motivos para poner fin a su vida y, además, la necesidad de recurrir a la clandestinidad para cumplir su voluntad.

La asociación cuenta con una guía con recomendaciones para que la propia muerte sea segura (fiable) y pacífica (sin sufrimiento), solo disponible para personas que llevan al menos tres meses inscritas. Es el documento con el que planificó su propia muerte María José Carrasco, la mujer con una esclerosis múltiple terminal que falleció en abril ayudada por su compañero, Ángel Hernández.

La tercera pata del trabajo de DMD es el activismo ciudadano, la difusión de los valores de la asociación y la lucha contra el tabú que rodea la muerte. En la actualidad, la organización cuenta con casi 20 grupos locales que organizan actividades con regularidad.

Las actividades de DMD abarcan desde los encuentros informativos, como los talleres gratuitos de elaboración del testamento vital, hasta los actos de reivindicación pura, como campañas de reclamaciones masivas o manifestaciones. Solo en 2019, la asociación organizó más de 100 charlas por toda España para hablar de la muerte e informar de cuál es la manera más sencilla de dejar por escrito que no se desea ningún tratamiento destinado a prolongar la vida si se ha perdido definitivamente la capacidad de tomar decisiones.

De DMD forman parte personas de todos los rincones de la sociedad. Comparten la idea de que su vida es suya, de que todo el mundo tiene derecho a que se respeten sus valores hasta el final, y de que merece la pena luchar por cambiar las cosas. A menudo, cuando alguien llama a la asociación para hacer una consulta, pregunta si está hablando con “los de la eutanasia”. Sí, esos somos.

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