martes, abril 23, 2024
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Jaume Botey, testigo clarividente en nuestros días

Escrito por

Éxodo 143
– Autor: Evaristo Villar –

Jaume Botey es otro brillante testigo de nuestros días. Nos ha dejado hace apenas un par de meses, pero el recuerdo de su carácter afable y cariñoso, su inteligencia y su decidido compromiso con las víctimas del sistema y su empeño por revertir el actual curso inhumano de la historia van a permanecer durante mucho tiempo entre quienes tuvimos la suerte de conocerlo y tenerlo por compañero y amigo.

No podría ni quisiera centrar esta breve presentación en un solo campo de su rica personalidad. La de Jaume fue una personalidad polifacética, serena pero decidida y desbordante, como iremos viendo. Con los pies bien plantados sobre la tierra, sin evasiones (“la verdad, Pilato, está en los pobres”, como diría Van der Meersch) y la mirada abierta a los “nuevos signos de este tiempo”, Jaume ha sido una de esas presencias que enriquecen y hacen más bella la vida humana sobre el planeta. Compromiso y Esperanza (ambos con mayúscula) pudieran reflejar la rica personalidad de este hombre que supo se gratuito haciendo de su vida una donación para los demás.

Para quienes no hayáis tenido el privilegio de conocer a Jaume os ofrezco estos dos testimonios, surgidos espontáneamente bajo la impresión y el calor de su partida:

  1. Como se quiere a un hermano (Evaristo Villar)

En Jaume ha marxat aquesta nit sense fer soroll. L’abraçada i parlàvem d’ell serenament, quan ha fet els últims respirs molt suaus. Agraida per haver pogut fer un tram del camí en comú i a la vegada molt trista. Confortada per les mostres d’estimació rebudes. Una abraçada. Pilar Massana (16 de febrero de 2018).

Ante la triste noticia que me comunicaba por whatsApp Pilar Massana, su pareja y cómplice más cercano, me brotó desde muy adentro este “Recuerdo agradecido”.

A Jaume yo lo he querido como se quiere a un hermano;

no me preguntes por qué, nos bastaba solo con mirarnos.

Compañeros en causas justas, militantes en tantas apuestas.

Cada día, en plétora los desafíos; cada persona, un manantial de promesas.

Mientras la gente gime y llora, ninguna institución es eterna:

hay que transformar este mundo, hay que rehacer esta Iglesia…

¡Y tú te vas ahora, hermano, cuando el invierno es más recio!

¡Cuando la semilla aún dormita bajo la nieve y el hielo!

Quién nos gritará desde las raíces de este mundo desquiciado?

Quién nos convocará a plantarle cara al maldito imperio del mercado?

Cuando volvamos a Redes y ya no te veamos dentro

envidiaremos al cielo que te nos ha robado en secreto.

Y tú ahora te vas, Jaume, con el corazón de humanidad lleno

Y a mí me queda la pena, esperando un nuevo encuentro.

  1. Jaume Botey, cristiano por el socialismo (Pepe Gutiérrez en Revista Poder Popular)

Se ha marchado como los hijos de la mar Jaume Botey i Vallés (Barcelona, 1940), un personaje en todo punto respetado y apreciado desde todas las izquierdas, y con especial énfasis por la radical porque, al igual que su compañera Pilar, estuvieron en todas las guerras y algunas más. Licenciado en Teología, Doctor en Antropología y Filosofía, profesor del Instituto de Bachillerato Torras y Bages de Can Serra (1968-75) y profesor de historia de la Universidad Autónoma de Barcelona desde 1975, siempre desde una integridad fraternal y afectuosa, con la ironía catalana o británica, qué más da, con su cristianismo ecuménico. O sea, el de los primeros cristianos que compartían bienes y espiritualidad y que nunca albergó la menor duda de una opción por los “nadies”, como algo que además se concretaba en el compromiso, que es decir también la esperanza. Nunca dudó de que los últimos debían ser los primeros, que los pobres heredarán la Tierra (si es que el triunfal-capitalismo deja algo que heredar).

Llegó al barrio de Can Serra de L’Hospitalet de Llobregat en 1968, allí se hizo parte del paisaje vinculado al movimiento vecinal y cultural crítico de la ciudad, con un Instituto donde se “hacían un montón de cosas” y del que salieron chicos y chicas radicalizados contra el franquismo, que era la negación de todo lo que había de bueno en este país de países… Una escuela en la que “se daba catalán” cuando esto se hacía en muy pocos lugares.

Se le veía en todo lo que se movía en el barrio, como uno de los promotores de las Escuelas de Adultos y de la Casa de la Reconciliación, donde impartió clases Manolo Sacristán o en actos multitudinarios, por ejemplo de la Assemblea de Catalunya, en los que uno no se cortaba un pelo en preguntar sobre cómo era posible que se confiara en una burguesía catalana que lo primero que hacía era llamar a la policía cuando sus trabajadores hacían huelga… O en sesiones de cine-club, debatiendo sobre lo que había delante y detrás de las películas. O con invitaciones a personajes del exilio como Francisco Carrasquer, uno de los “profetas”, como le gustaba llamar a Jaume, aunque predicaran que el catolicismo desapareció de las “comunas de Aragón”.

Candidato del PSUC en las primeras elecciones municipales, no era lo que se dice un “hombre de partido”, aunque admiraba y le gustaba rememorar cómo este partido llegó a ser por sí mismo “un movimiento” que, en lugares como Can Serra, trabajaba porque “els altres catalans” se sintieran en su casa, que lo era aunque fuese en aquellos bloques en los que las mujeres, hechas de hablar de lo divino y lo humano, quedaban encerradas. Fue concejal de Enseñanza del Ayuntamiento de L’Hospitalet (1979-1983), vivió la crisis de este partido con desgarro y no precisamente desde la posición “eurocomunista”, porque, como era bastante común entre los curas obreros y los cristianos de base, se sentaban a la izquierda sin olvidar su mordiente anticapitalista. En 1984, Jaume fue fundador del Centro de Estudios de l’Hospitalet, uno de los baluartes del “memorial de L’Hospitalet antifranquista”, compuesto por todos los colores, desde los catalanistas hasta los trotskos, no menos proféticos, como el que escribe. Escribió sobre la gente de Can Serra, debatió en todos los encuentros del cristianismo de base, en las asambleas de “mientras tanto” y, en 1999, recibió el Premio de Honor de la ciudad de L’Hospitalet en un acto inolvidable de exaltación de la resistencia, en el que quedaron patentes dos cosas: todo lo que lo queríamos y su sencillez.

Igualmente fue presidente de la Casa de Nicaragua y de la Cooperativa L’Olivera de Vallbona de les Monges, se apuntó a la primera Iniciativa per Catalunya en la onda de la Izquierda Unida de Julio Anguita, para acabar siendo uno de los fundadores de Esquerra Unida i Alternativa en tiempos de estupor. De aquel tiempo recuerdo personalmente que formó parte de un “petit comité” en el empeño de reforzar las posiciones de la izquierda, y del que formamos parte también Paco Fernández Buey, Miguel Riera con El Viejo Topo a cuesta –una revista en la que Jaume fue un habitual y en la que se puede encontrar sus mejores trabajos, aparte de participar o coordinar algún libro colectivo–, Víctor Ríos y otros y otras, no muchos ya que la “asamblea” raramente sobrepasaba la mesa de una café de las proximidades.

Como no podía ser de otro modo, tomó parte activa de los movimientos alterglobalizadores, de solidaridad y por la paz. Ha sido observador internacional en El Salvador, Nicaragua, Chiapas, Irak, en los campamentos de refugiados Palestinos en Líbano, entre otros, y siempre con la compañía de Pilar, con quien formó una pareja en cuya alegría y afectuosidad nos gustaba mirarnos los que conocíamos relaciones más o menos tormentosas. Estuvo comprometido con la reflexión sobre el diálogo intercultural y entre religiones. Lo dicho, trabajó en muchos frentes. Era de esas personas que siempre encontrabas en las “manis”, incluidas las más tristes y minoritarias: allí estaba en los días del 15-M, ya reacio y desconfiado de los aparatos partidarios, votando a Esther Vivas o al lado de Arcadi Oliveras, otro cristiano que tal, miembro como él de Cristianisme y Justícia.

El Jaume escritor y divulgador es coautor de la primera Bibliografía de l’Hospitalet (1984) y autor de Cincuenta y cuatro relatos de inmigración (1986). Además ha publicado, entre otros libros, Alpha 63. Hechos y legados (2010), El colapso del sistema. Bases para pensar el nuevo milenio (2014), El Olivo: tierra y gente (2014) y ha escrito en obras colectivas como Los dueños del mundo o los cuarenta ladrones (2002), No pasarán… Aunque lleven trajes. La lucha contra la extrema derecha hoy (2010), Análisis de los libros de texto de ciencias sociales desde una perspectiva de paz (cuarto de ESO, 2008-2011), Educación, gestión y territorio: 10 años de tekhné (2011) Contra la ignorancia informada. Los valores ante el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación (2012) y un largo etcétera, en el que se incluye el prólogo a mi libro En nombre del padre y del hijo. El cine y la Biblia, por el que me invitó a unas jornadas sobre cine y cristianismo especialmente animadas. El tiempo, la distancia y los años pesan, últimamente nos veíamos más bien poco, normalmente en el curso de una manifestación, como la solidaria con los refugiados. Si no recuerdo mal, estaba acompañado por algunas compañeras del movimiento indigenista mexicano. Intercambiando numerosos correos me viene a la memoria uno en el que me contaba prolijamente que se había emocionado muchísimo al visitar la Casa Trotsky, que se había acordado de muchas discusiones durante las cuales Jaume escuchaba con atención y mostraba su opinión propia. Su muerte es una pérdida irreparable, fue de lo mejor que dio la corriente “Cristianos por el socialismo”, alguien con quien se podía contar y al que encontraba en todas las plataformas, aunque fuese de cómplice.

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