martes, abril 23, 2024
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GONZALO M. DE LA TORRE

Éxodo (spet.-0ct.’09)
– Autor: Evaristo Villar y Benjamín Forcano –

Gonzalo de la Torre, misionero claretiano en el Chocó (Colombia), es inspirador y uno de los fundadores de “la Fundación Universitaria Claretiana-FUCLA”, inspirada en el proyecto humanizador del Evangelio y animada por el carisma claretiano. FUCLA es una institución universitaria de utilidad común, sin ánimo de lucro y sin exclusiones sociales ni religiosas. Entre sus cursos imparte Licenciaturas en Educación Religiosa y Teología Bíblica. Su hermenéutica arranca “desde la sabiduría de los pobres”.

1. LA ECONOMÍA MUNDIAL

Desde la óptica de la FUCLA, ¿qué impresión te produce la situación de la actual economía mundial? (Entre el “no robarás” y un orden económico mundialmente justo).

Estoy convencido de que el único valor económico real que el pueblo puede poseer es el de sus propios bienes, esos que le garantizan vida digna, trabajo permanente, subsistencia adecuada. Lo demás ha terminado siendo actualmente moneda impresa y plastificada que el capitalismo de Estado, el financiero y el empresarial manejan a su antojo. Y mientras el pueblo se empobrece perdiendo sus bienes vitales, el capitalismo se los apropia, los Estados multiplican el dinero papel y las empresas y la banca el dinero plástico, todo lo cual termina sin saberse dónde está o quién realmente lo tiene o lo esconde. Con esta mecánica, el mundo capitalista creará todas las crisis imaginables, siempre que tenga alguna conveniencia. La verdadera crisis es la de la pérdida, por parte del pueblo, de sus bienes reales.

El mayor empobrecimiento del mundo de los pobres es el verdadero drama, la genuina crisis. Las crisis de papel moneda se arreglan entregando papel moneda, tal y como lo están haciendo casi todos los Estados del mundo. La crisis del empobrecimiento real del pueblo sólo se arregla si quienes le han arrebatado o “robado” sus bienes se los devuelven. ¿Es capaz de hacerlo el mundo de los acaparadores? El mundo que ellos tienen diseñado no es un mundo igualitario, en el que todos puedan tener medios suficientes para sobrevivir, sino un mundo en el que cada vez más pocas personas o más pocos grupos económicos se apoderan de lo que le falta a la mayoría. La economía capitalista neoliberal actual se basa en el robo justificado o injustamente legalizado, y no en un orden económico justo.

¿Qué juicio te merecen los remedios que se están poniendo a la actual crisis económico-financiera? ¿Pueden resolverla los mismos que la han provocado? ¿Se pueden honestamente desoír las propuestas de quienes más la están sufriendo?

Es natural que el capitalismo neoliberal dé respuestas capitalistas a la crisis actual, creada por el capital. La crisis para él es de dinero, con el cual obtiene todo lo que necesita para mantener vivo el mundo empresarial y el mundo financiero que lo alimenta. Por eso, su respuesta es buscar el dinero escondido y ponerlo de nuevo a disposición de la banca y de la industria.

Pero la crisis verdadera, la del empobrecimiento humano, no está recibiendo ninguna respuesta adecuada. El resultado de las encuestas es que el mundo de los pobres y de la miseria sigue creciendo. El lamento permanente de los medios de comunicación es la quiebra de las empresas, más que los millones de seres que quedan sin trabajo. Aunque este hecho le crea a los Estados un problema serio, sin embargo la respuesta que se da es la de reinyectarle capital a las empresas, canalizando por aquí todos los recursos; no se está pensando en dotar de bienes al pueblo para que sea autónomo en su subsistencia. Ningún país de economía capitalista tiene como medida, para afrontar la crisis económica actual, la realización de una reforma agraria nacional que le vuelva a entregar al pueblo, al menos al pueblo campesino, los bienes que ha ido perdiendo. Se fortifica la banca para hacer que el pueblo siga dependiendo de ella, pero esto no es solución acertada de la crisis que atraviesa el mundo.

La solución acertada está en lograr que el mundo de los pobres llegue a ser autónomo, a partir de sus propios bienes. Esta autonomía hace libre la conciencia del pueblo, cautiva de las propuestas economistas de los politiqueros de turno. Por lo tanto, lo más honesto es oír las propuestas del pueblo, a partir de las diversas formas de organización en las que él concreta su presencia, tanto a nivel étnico- territorial como a nivel laboral. Y la realidad es que estas variadas voces del pueblo, reveladas por ejemplo en los Foros Sociales Mundiales, en los planes de vida y en los programas de etnodesarrollo de las organizaciones de base, todavía no son escuchadas…

¿Hay alternativas? ¿Por dónde van? ¿Aporta alguna solución, a este respecto, la encíclica “Caridad en la verdad”?

Creo que hay alternativas, pues la sociedad disconforme con el capitalismo, y alternativa al mismo, no ha dejado de pensar. La voz del Foro Social Mundial, en sus varias ediciones, es una voz fuerte que debe ser tenida en cuenta. Y, desde luego, también hay una voz muy valiosa en los escritos sociales de la Iglesia católica, tanto de Roma (por ejemplo, las valiosas encíclicas “El desarrollo de los pueblos” y “Caridad en la verdad”) como de las iglesias locales. Recordemos Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. El capitalismo ha sido condenado, se le ha reconocido una y otra vez al pueblo el derecho a sus bienes básicos y se ha denunciado la responsabilidad de los Estados. Pero hasta el presente son más fuertes los intereses de las oligarquías de cada país, que no quieren dejar de ganar el inmenso caudal que los enriquece a costa de la vida de los más débiles.

Las pequeñas experiencias locales que aparecen o son muy lánguidas o corren el peligro de ser bloqueadas, absorbidas o destruidas por el capitalismo que las combate y ahoga. Debe haber un propósito de despertar la conciencia del pueblo a partir de pequeñas experiencias económicas alternativas, que le permitan creer que es posible una economía alternativa a la capitalista. Hay que invertirle a la formación de la conciencia del pueblo para que palpe que puede existir una economía compartida y alternativa al capitalismo neoliberal reinante. Cada experiencia económica comunitaria, por pequeña que sea, puede ser una escuela y un laboratorio de nuevas conciencias económicas. A partir de estas pequeñas escuelas, el pueblo estará más dispuesto a participar en procesos y en redes económicas más amplias.

2. SOBRE LA SOCIOPOLÍTICA

¿Cómo se ven las cosas desde la actual situación de Colombia? ¿Caminamos hacia la convergencia en la gobernanza del mundo o hacia un camuflaje para justificar el dominio del Norte sobre el Sur?

Colombia sigue prolongando el mal momento que viene viviendo desde hace más de medio siglo. El pueblo ha estado tan acorralado por las guerrillas, el paramilitarismo, el narcotráfico y la corrupción estatal, que está corriendo el peligro de optar por cualquier tipo de política que le permita respirar un poco de seguridad. Esto nos hallevado donde estamos: una nación por un lado cansada de los partidos tradicionales irresponsables, hastiada de una clase política corrupta, complaciente con un modelo de gobierno déspota, engreído, manipulador, populista e irrespetuoso de la constitución, que ha logrado manejar a su antojo a políticos y fuerzas militares, que calladamente persigue a sindicalistas y opositores políticos y tiene el arte de satanizar todo aquello que no se le pliegue.

Es obvio que un gobierno de esta clase no perciba los caminos de libertad social y económica que está viviendo América Latina y que más bien esté de parte de los intereses del Norte. La América Latina de hoy jamás olvidará el disparate histórico que el actual gobierno de Colombia está cometiendo, al ofrecerle a los EE. UU. siete bases colombianas para operaciones confusas que tarde o temprano tendrán que ver con la libertad de nuestros países. Colombia, por esas circunstancias que los fríos cálculos del gobierno esperaban, se encuentre en un proceso de depuración de sus líderes políticos, en gran parte investigados y condenados por sus relaciones con el paramilitarismo y con lo que él significa de corrupción y perversidad. Más bien se están aprovechando las circunstancias para colocarse abiertamente del lado de las políticas imperialistas de Norteamérica, en contra de toda América del Sur.

Desafortunadamente, Colombia, a nivel oficial, está ahora más por un dominio del norte que por una gobernanza del mundo más equitativa, más compartida por todas las naciones, sin la discriminación entre grandes y pequeños, desarrollados y subdesarrollados. Sin embargo, gran parte del pueblo, pese a la propaganda del Estado, está por las causas justas. Hay mucha esperanza de cambio, aunque el pueblo todavía está bajo el terror que impone un gobierno con nexos con el paramilitarismo y bajo la radicalización de una guerrilla miope, cuyas acciones violentas indiscriminadas siguen justificando la existencia de gobiernos guerreristas y envalentonados contra la subversión, lo cual le causa al pueblo cierta complacencia. Colombia tiene reservas, y muchas, con que llevar a cabo un camino que se una al del resto de América Latina, en busca de un camino de mayor dignidad para el pueblo. Ojalá las guerrillas lo entiendan y cambien su actual horizonte. Es una lástima que su propio dolor y el inmenso dolor del resto de Colombia no le esté dejando nada positivo a las estructuras sociales del país.

¿Qué juicio te merecen las reuniones en las cumbres: G-8, G-20…?

Se trata de grupos que saben escucharse a sí mismos y ponerse de acuerdo para defender sus intereses. Pertenecen a la estructura del capitalismo, que sabe organizarse. No necesitan muchos días ni muchas horas para ponerse de acuerdo. Ya lo están previamente y saben con precisión lo que hay que hacer. No importa la bondad personal y la simpatía que gocen frente al pueblo (caso Barack Obama…). Cuando se reúnen, su lenguaje y sus decisiones van por el camino del dinero y del poder de dominio. El hecho de que sean G-8, G-20 (dentro de poco serán G-30), significa que se apuntalan más, que han conquistado más países con escuela y poder capitalista, y no que haya más democracia o más apertura económica, o soluciones socio- económicas más dignas…

¿Cuál sería la alternativa para una gobernanza mundial?

Soñando un poco, como punto de partida, hay que tomar posición frente a la actual ONU y exigir que las naciones que se autodenominan fundadoras o ganadoras de la II Guerra Mundial renuncien al privilegio de veto y dejen éticamente libre a la entidad. Ella podría hacer muchas cosas más por la paz y el bien del mundo, si estuviera libre de presiones. Y, a partir de aquí, diseñar una especie de Parlamento Internacional, cuyos representantes deben ser nombrados en cada nación por voto popular, no por nombramiento del gobierno de turno. Todas las naciones deben gozar de igualdad. Y se le debe dar relieve a las necesidades más urgentes del mundo, con delegados de base para dichas áreas. Hay que dotar a la nueva entidad de eficacia para dar cumplimiento a sus resoluciones. La tarea principal de esta institución debe ser el respaldo a las necesidades y a los proyectos que las bases sociales del mundo y de cada nación (no los Estados) realicen en las áreas antes señaladas.

3. SOBRE LA ECOLOGÍA

Desde el Chocó… ¿ves la tierra realmente amenazada? Lo que degrada y cercena la multidiversidad de vida en el planeta, ¿es pura casualidad o va inserto en la esencia misma del actual sistema? La Fundación Universitaria Claretiana, en la que trabajo, está situada en un área socialmente deprimida, pero también en una de las zonas más ricas en biodiversidad de toda América. Frente a un región llena de propuestas de vida para el mundo, nos encontramos con un Estado que sólo piensa en esta región como sitio de extracción de materias primas, maderas y metales preciosos. Es decir, la enorme oferta de vida de esta tierra el Estado colombiano la ha venido convirtiendo en muerte. Estamos en la zona más lluviosa de toda América y posiblemente del mundo. Hay una reserva inmensa de aire puro y de recursos hídricos. Sin embargo, esto no les importa a los dirigentes políticos que lo manejan todo como posibilidades de negocio, no como ofertas de vida. El territorio de estas etnias está amenazado de muerte, pues los grupos de paramilitares han despojado a los campesinos de buena parte del territorio.

El Chocó puede ser un enorme y reconfortante sendero ecológico para el mundo entero, con una posición privilegiada frente a dos océanos, con comunidades nativas indígenas y afrodescendientes que todavía tratan de conservar el ecosistema, mientras el gobierno les quita todo apoyo, con el desmonte de las leyes de protección y manejo correcto del territorio, para entregarlo a negociantes de maderas finas y de metales preciosos, que van convirtiendo los bosques en un verdadero erial. Esta es la razón por la cual nuestro pequeño centro universitario ha nacido con el objetivo de apostarle a la territorialidad, preparando profesionales éticos e investigando para dar soluciones y hacer propuestas de cara al medio ambiente. Nuestra posición es contrarrestar de alguna manera las propuestas capitalistas con sus megaproyectos destructores del medio ambiente, que hacen parte de su política acaparadora, sin respeto por la vida del planeta.

¿Qué juicio te merecen las políticas que se están aplicando para salvar el planeta? ¿Tienen algo que decir las culturas ancestrales?

A través de organizaciones, de grupos étnicos y hasta de la misma ONU, se han logrado construir propuestas, aunque no aceptadas por todas las potencias mundiales, o aceptadas algunas, pero de acuerdo a los intereses económicos de cada nación. Aquí se palpa la carencia de autoridad de la ONU y la ceguera de las potencias mundiales, las mayores consumidoras de energía y las mayores destructoras del medio ambiente. Este es un verdadero pecado social, en la categoría de asesinato, del cual hay que pedir cuenta, en nombre de toda la humanidad. Aquí no vale aquello de que nadie se debe meter en los asuntos de otra nación. Se trata de la vida de millones de personas que indirectamente son asesinadas, al quitárseles el medio vital necesario para vivir. Se trata, además, de la misma vida del planeta.

Como indicaba anteriormente, las culturas ancestrales han sido protagónicas en la conservación, la explotación racional y el manejo adecuado del medio ambiente, siempre y cuando los funcionarios estatales no las corrompan con los proyectos de explotación irracional que suelen autorizar. A estas comunidades se les ha dejado solas en esta tarea, sin ningún apoyo para que la prosigan. Más bien, por la corrupción estatal, se les estimula a que dejen de ser defensoras del medio ambiente, para pasar a ser explotadoras irracionales del mismo. Con dolor del alma vemos que comunidades hasta hace poco defensoras de su medio ambiente, hoy son siervas o peones de los grandes terratenientes que se han adueñado de sus tierras.

¿Cuál debería ser, a tu juicio, la alternativa más coherente? ¿Qué implicaría un nuevo paradigma cultural?

Cuando las culturas ancestrales se refuerzan con algún tipo de organización social, adquieren más riqueza de intercambio y, por lo mismo, sus propuestas obtienen mayor respaldo social. De aquí la necesidad de trabajar con ellas a nivel organizativo, pues de lo contrario su voz se queda idílicamente arrinconada en la selva, sin ninguna repercusión social. Actualmente no es suficiente la voz ancestral de las culturas. Hace falta la voz y la fuerza social de la organización y de las redes de organizaciones. Voces y redes de esta clase contribuyen eficazmente a la salvación del planeta. El nuevo paradigma cultural es el organizativo. Y si éste viene reforzado con lo étnico, mejor aún, pues tiene mayor riqueza y cohesión.

Apoyar lo organizativo, dotar de medios técnicos y formativos a las organizaciones, principalmente a las étnico-territoriales, es la tarea más urgente para salvar el medio ambiente sano que aún existe. Esto debe tocar las estructuras religiosas de todas las confesiones. Todas ellas deberían hablar más de la pastoral de la organización y del etno-desarrollo organizativo; esto quiere decir que el desarrollo de los pueblos menos desarrollados hay que pensarlo desde sus componentes étnicos y desde su capacidad organizativa.

4. ÉTICA Y CULTURA

¿Tienes la impresión de que la razón instrumental, justificando los proyectos científico- tecnológicos y políticos, se ha olvidado de la ética? ¿No se está imponiendo el homo demens sobre la razón ético-humanista del homo sapiens?

El homo demens, en nuestra sociedad concreta, tiene un nombre propio: capitalismo. Cuando éste es asumido como modelo de desarrollo, todo queda justificado, aun las atrocidades o genocidios más grandes. Son los intereses particulares, la pasión por acumular, los que han dementizado al ser humano, hasta hacerle perder el horizonte de vida propio de los humanos. El problema del ser humano no es poseer bienes que le hagan vivir con dignidad. El problema real es el deseo de acaparamiento, que lleva a acumular más de lo necesario, a despojar a otros de lo necesario y a destruir para tener más de lo necesario. El homo demens no está en la cadena de la evolución, lo creamos nosotros mismos, somos nosotros mismos, cuando nos dejamos llevar sólo del instinto liberado, abusando de la libertad. El reino animal, de donde venimos los humanos, por tener un instinto atado al proceso de la naturaleza, la respeta y sigue sus leyes.

Nuestros instintos, por el hecho de poder ser manejados por nuestra libertad, están a merced de nosotros mismos. Por lo mismo, mientas no manejemos nuestra libertad con mesura, nuestros proyectos científico-tecnológicos y políticos carecerán de ética, primarán nuestros intereses individuales, institucionales, nacionales. Nuestra libertad, la que nos hace pertenecer al género homo sapiens, es de reciente aparición en el panorama de la creación. Ella apenas está dando sus primeros pasos en la tarea evolutiva que tiene encomendada. Ahora, bajo la revolución de la tecnología, nos acercamos a la globalización, y ya nos planteamos la necesidad de romper fronteras religiosas y estatales y hacer del mundo una inmensa aldea más habitable. Aunque nos toque pasar por las dificultades que significa romper con los intereses personales y nacionales, estamos llamados a la fraternidad universal, a la igualdad y a la solidaridad mundial.

Esta es nuestra vocación definitiva. A ella debemos apostarle, para que nuestro pequeño esfuerzo contribuya a que se acelere ese hermoso momento. Por ahora, construyámoslo con los seres que nos rodean. Esta tarea, por la ley de la holística y de la cuántica, nos humaniza.

¿Necesitamos hoy un consenso ético básico sobre el que asentar una convivencia cívica y planetaria humanamente aceptable?

Si queremos un mundo de hermanos, es necesario empezar por lo que nos une, y no por las diferencias que históricamente nos dividen. Es por eso que ese necesario consenso ético básico y universal, para que sea válido y duradero, no debe partir de ninguna plataforma religiosa, entendida ésta como la institucionalización de determinadas experiencias espirituales de algún líder espiritual. La hipersensibilidad de las religiones impide que ninguna lleve el liderazgo en la propuesta. Ésta debe venir del mundo racional humano (lo más espiritual que poseemos) y más bien ser acogida por las diferentes religiones que forman o deforman la conciencia de sus adeptos.

Hace unos años las religiones principales del mundo se pusieron de acuerdo en que el principio ético básico que a todas las unía era este: “haz a otros lo que quieres que ellos te hagan a ti”; de aquí se deduce este otro: “démosle vida a un universo del que depende la vida de todos”, o “hagamos propuestas de vida que nos unan y le agranden el horizonte a la humanidad”… Las religiones, para que se justifique su existencia a nivel de creación, deben comprender su papel humanizador, que sólo lo es si tiene capacidad de integrar a muchos, es decir, a todos los que están fuera. De aquí la necesaria tarea del ecumenismo en todos los niveles.

¿En qué valores, criterios, actitudes habría que fundamentar dicho consenso o plasmación de una ética mundial?

Debemos proponernos, a nivel mundial, “ser sencillamente racionales”. Me explico. El ser humano tiene, por naturaleza, tendencias acaparadoras y tendencias comunitarias. Con el ejercicio racional de unas y otras va construyendo humanización. Todo depende de la opción que la conciencia tome por unas tendencias u otras. De esta manera el proceso de humanización de nuestro planeta dependerá siempre de la conciencia humana, lo más espiritual que tienen los humanos. Las religiones deberían poner toda su ritualidad y su simbología al servicio de la racionalidad humana, previa a toda religión. Se nos está olvidando la reserva que tenemos de bondad, de amor a la vida, de apertura al futuro, puesto que el neoliberalismo ya nos ha acostumbrado a funcionar sólo a nivel instintivo. Con el agravante de que nuestros instintos, por estar liberados (gracias al don de la libertad), pueden hacer desastres cuando priman sobre la racionalidad.

Debemos enseñarnos y enseñarle a nuestros niños y jóvenes el valor de ser humano y las posibilidades que ello ofrece para salvar al mundo. Y si queremos construir religión, hacerlo sobre este valor; las religiones no son otra cosa que caminos para llegar a humanizarnos. Tenemos que re-aprender a ser sencillamente humanos, es decir, racionales. Jesús trabajó sobre esto cuando optó por los pobres y condenó a los ricos, cuando trató de curar o disminuir el sufrimiento humano, cuando enseñó que había un mejor nombre para Dios, que era el de “Padre”, cuando no sometió su bondad a ningún condicionamiento religioso de parte del que recibía su favor. Los planteamientos de Jesús no fueron como los que se hacen hoy las religiones. Eran religiosos en el sentido en que todo lo hacía en unión con el Espíritu y con su Padre, su Dios, en cuyo corazón cabía todo el universo, pues le regala sol a malos y buenos y lluvia a justos e injustos (Mt 5,45).

5. RELIGIÓN

¿Participas tú de la impresión de que las religiones se están “domesticando” (dogmatismo, fundamentalismo, asuntos internos, privilegios) más que “mundanizando” (Teilhard de Chardin) y globalizando (multiculturalidad)? ¿Ves algún gesto significativo contra la absolutización de lo propio y la dialéctica de la hostilidad entre las religiones?

La tendencia natural y espontánea de toda religión es la de encerrarse en sí misma, para defender sus verdades de las otras religiones, para no dejar escapar seguidores y para ver cómo los multiplica. Jesús nos enseña más a vivir como “iglesia” que como “religión”. Jesús incorporó a su vida los grandes valores históricos vividos por su pueblo (la herencia de sus sabios y de sus profetas) y bendijo y proclamó dichos valores como si fueran suyos, como si vinieran de su mismo Padre. Muchas de sus parábolas, de sus principios, de sus bienaventuranzas se encuentran en otras literaturas y otras culturas. A todo esto Él le dio nueva fuerza y lo relanzó al mundo, más como valores que como religión. La religión es algo secundario, que es bueno en la medida en que llena de valores a sus seguidores. Si no lo hace así, se cae por su propia cuenta o se mantiene a base de fanatismos.

La religión no es la finalidad de la creación. Son los valores, los infinitos valores que implica el ser de Dios. La religión, en la medida en que sea genuina, ayuda a conseguir los grandes valores que son patrimonio de toda la humanidad y no de un solo grupo. Mientras la búsqueda de valores uniría a las religiones, la vivencia de la religión, con sus reglas y sus necesarias sanciones y exclusiones, divide y amarga más al mundo. Si las religiones se redefinieran a sí mismas, desde la óptica de los valores que humanizan, se lograría mucha paz en el mundo. Ellas son un camino y como camino terminarán, el día en que dejen de cumplir su misión. De todas formas, a la vida eterna pasarán los valores que ellas hayan inculcado, no las ritualidades por las que se definen en la historia.

Envuelta en su propia crisis, ¿qué evaluación crítica se puede hacer de la Iglesia católica, a los 40 años del Vaticano II? ¿Qué oportunidades le está abriendo en estos tiempos la multifacética crisis que está azotando el planeta?

Quienes vivimos de lleno el Vaticano II y recibimos tanta esperanza del, mismo, hemos visto con sorpresa tristeza, decepción e impotencia cómo muchos de sus deseos y de sus principios fueron abandonados y cambiados en la práctica a lo largo de estos 40 años. La sensibilidad de un cristiano normal sufre con todos los problemas que tienen que resolver sus jerarcas.

Pero precisamente muchos de estos problemas ocurren por causa de no querer renovarse. ¿En qué quedó la colegialidad, el respeto a las iglesias locales y a sus culturas, la renovación del Vaticano, la formación adecuada de los seminaristas y sacerdotes, el papel digno de la mujer en la Iglesia, la renovación litúrgica, el nombramiento de obispos? ¿En qué han terminado los sínodos de las iglesias regionales y su autonomía en cosas que no son de fe, sino de práctica pastoral? ¿En qué terminaron las Comunidades Eclesiales de Base de la década del setenta y el ochenta?

Nuestra Iglesia católica, por ser una comunidad esencialmente de la Palabra y de la Eucaristía, tiene en sus manos el mejor de los instrumentos para renovarse, ya que ambas la llevan a recuperar la memoria de Jesús y a retomar sus huellas. Los cristianos creemos en estas dos realidades: la Palabra que mantiene viva la memoria de Jesús y la Eucaristía que mantiene viva la Palabra. Pero no los estamos aprovechando. O mejor, como ministros de esas dos realidades, todavía alienamos al pueblo, dándole muchas veces una hermenéutica fundamentalista, y creando una piedad eucarística espiritualista, alejada de los graves problemas de injusticia que nos rodean; de esta manera se le quita a la eucaristía un elemento esencial, como es el de actualizar la capacidad humana de entregar la vida por la causa de la justicia y de alimentar todas las formas de fraternidad que hay en el mundo.

¿Se te ocurre alguna alternativa al actual sistema/iglesia? ¿Qué elementos no deberían faltar en esa alternativa?

Si los cristianos creemos que la religión cristiana viene de Jesús, tendríamos que darle a la misma la visión que Jesús le dio a todo lo que tocó: ser algo alternativo a lo que venía funcionando bajo el régimen de los Herodes, del emperador de Roma, de la sinagoga y del templo. Jesús no fue ambiguo frente a la religión: Él le dio un no rotundo al poder de dominio, al poder del dinero, al poder de la autoridad desmedida, a toda forma de vanagloria… En cambio, le dio un sí a la igualdad, a la solidaridad, a la fraternidad, a la opción por el pobre, al cuestionamiento del rico.

La Iglesia católica, a lo largo de los siglos se ha ido adecuando a las grandes religiones, ha copiado sus formas, ha competido en poder y se ha acostumbrado a cimentar su valor sobre la posesión de verdades y dogmas, sobre la ortodoxia que no permite sino una sola línea de pensamiento frente a realidades que son de por sí inmensamente ricas y complejas. Creo que el rediseño de la Iglesia debe estar en manos de un nuevo Concilio Ecuménico, preparado en la confianza y en la amplitud, donde los Padres Conciliares tengan una agenda abierta, donde ningún tema, por álgido o delicado que sea, esté bajo censura. ¿No está la plenitud del Espíritu en un Concilio Universal? ¿Por qué se teme y se impide que él trate todos los asuntos de la iglesia con libertad?

Todos quisiéramos más comunión y menos jerarquía, más igualdad de género y menos machismos, más atención a lo que puede mantener al mundo en vida y más claridad frente a los que dañan la vida, más atención a la pauperización del mundo, menos mirarse a sí misma y mirar más al universo que comienza a dar señales de muerte, más atención y respaldo a todos los signos de esperanza que presente el mundo, vengan de donde vengan… Es decir, sentirse iglesia más que religión, iglesia que anuncia a Jesús como un valor para la comunidad del universo, y no como religión que encierra a Jesús en modos de ser culturales no siempre aceptados por otras culturas. Cuando a Jesús se le encierra en parámetros estrictamente religiosos, su visión queda reducida al tamaño de nuestras iglesias, de nuestros ritos, y no sale de allí. El mundo es quien pierde y la encarnación de Dios, que es encarnación en el mundo y para el mundo y el universo. La encarnación de Dios, con su valor humanizador universal, queda reducida al tamaño y a los números de nuestra propia religión.

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