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CRISIS FINANCIERA Y CRISIS CLIMÁTICA

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Éxodo 96 (nov.-dic.’08)
– Autor: Mario Cuellar –
 
El Ibex 35 español sufrió el 10 de octubre de 2008 la mayor caída de su historia, el FMI anunció que a principios de 2009 habrá una recesión global, estamos a las puertas de una crisis energética, ya sufrimos una alimentaria y medioambiental. Y no parece además que se haya tocado fondo. Habrá mucha gente que opine que la economía es lo primero, pero el cómo salgamos de esta crisis (si es que salimos) marcará el futuro de la próxima generación.

Decían los que apoyaban la globalización neoliberal que en este proceso habría ganadores y perdedores, pero que en promedio habría una mejora para la mayoría de los habitantes del planeta, que podrían aumentar su calidad de vida y disponer de más libertad y recursos. En los momentos cumbres de la globalización antes del 11S 2001 no parece que hubieran mejorado mucho las cosas (excepto para los de siempre); no han hecho sino empeorar desde entonces. Es lo que pasa cuando colocas a un inútil al frente del país más poderoso del planeta. El mandato de George W. Bush será recordado como uno de los más nefastos del siglo XXI que acaba de empezar.

Tampoco las organizaciones que comandaban la globalización, FMI, OMC y Banco Mundial se quedan atrás. Cuando se estaba desarrollando el proceso de las hipotecas “subprime”, el 22 de agosto de 2005, un analista del FMI valoraba la situación de la vivienda en EEUU y concluía que “este análisis debe disipar algunas preocupaciones sobre el futuro del mercado de la vivienda”. Justo un mes antes de que se conocieran a nivel mundial las hipotecas basura, el FMI en su boletín de agosto de 2007 decía que “las perspectivas económicas para los 13 países de la zona del euro son las más favorables de los últimos años”. Un mes después alertaron de futuras “turbulencias” por la crisis de los créditos. No contentos con no haber vigilado los manejos de los entes que inventaron y desarrollaron las “subprime” insistían en “una reforma financiera, fiscal y estructural para enfrentar la turbulencia financiera y sustentar el crecimiento”. Todavía el pasado mes de septiembre decían que habría una recuperación en 2009. Ahora dicen que será en el segundo semestre.

Mención especial merece Rodrigo Rato, el ex ministro de Economía de España y ex director del Fondo Monetario Internacional que permanece en un sospechoso silencio sobre la crisis. Se supone que el FMI tiene como una de sus labores principales la supervisión de los productos financieros. No se entiende que a países en desarrollo se les obligue a adoptar políticas económicas claramente desreguladoras y privatizadoras, se les amenace con no darles créditos si no cumplen con estas políticas o peor aún, cobrarles grandes intereses si no pagan a tiempo, y por el contrario, la liberalización del mercado financiero de Occidente nos ha llevado a esta situación, sin que nadie en el FMI haya asumido sus responsabilidades, incluso judiciales. Su escapada al mundo empresarial dejando atrás la política tanto en el Partido Popular como en el FMI no ha podido resultar más oportuna. No es sorprendente que muchos medios guarden silencio sobre aquellas políticas, aquellos dogmas que nos han traído a esta situación.

Si hablamos de España, nos dicen que aquí el sistema está saneado financieramente hablando, ¿de verdad? Puede que no haya hipotecas “subprime” de alto riesgo, pero muchos ciudadanos saben que están pagando a los bancos hipotecas más altas de lo que los pisos realmente valen. Otra cuestión es la de los ingenuos o irresponsables ciudadanos que para comprarse un 4×4 o irse de vacaciones solicitaban un crédito y luego uno para pagar el anterior y así sucesivamente. Esto era malo ya cuando los tipos de interés eran bajos, no digamos ya en la actual situación, aunque durante esta semana el Banco Central Europeo los haya bajado. Sólo es cuestión de tiempo que el incremento del paro lleve a la morosidad, a querer deshacerse de pisos que valen un 30% menos de lo que están pagando, a que los bancos se queden todavía con menos liquidez y que alguno de ellos quiebre. Si recordamos anteriores predicciones del ministro de Economía, Pedro Solbes, es para echarse a temblar. Recuerdo que en diciembre del año pasado decía que “el Euribor ha tocado techo y que la morosidad de la banca española era la más baja de Europa”. Ahora ya dice que “le preocupa el rápido incremento de la morosidad”.

¿Cómo podemos confiar en el FMI, la OMC, el Banco Mundial y el G8? ¿Cómo podemos confiar en lo que nos dice el gobierno español? Dicen que hay desconfianza entre los bancos, pues habría que ver la que hay entre los ciudadanos y todos los entes financieros y políticos. Parece que los gobiernos mundiales y el español en particular están acudiendo al rescate de los bancos destinando el dinero de los impuestos de los contribuyentes y luego se difunde que los bancos españoles continúan teniendo grandes beneficios, mientras a duras penas se llega al 0,7% de ayuda al desarrollo.

Una enorme crisis económica global derivada de la crisis financiera podría hacernos pensar que se va a reducir el consumo de combustibles fósiles tanto para producir bienes y servicios como para consumir; pero puede tener un grave efecto negativo en el medio ambiente ya que se pueden plantar la semillas (valga la paradoja) para un crecimiento posterior sin control que haga inútil cualquier esfuerzo en mantenernos en un nivel seguro de dióxido de carbono equivalente en la atmósfera.

Para muestra, The Guardian informó que la UE podría utilizar la crisis como una excusa para rebajar sus compromisos sobre el cambio climático. Estamos en una encrucijada, la UE se movía por debajo de lo realmente necesario para evitar un aumento de 2ºC en la temperatura global y pretendía ser el bloque que tirara de los países del mundo en la lucha contra el calentamiento. No sólo parece que no van a ser más ambiciosos en su apuesta de reducir un 20% en las emisiones de gases invernadero y que un 20% de la energía proceda de energías renovables para 2020, sino que serán menos. Recientemente, el Hadley Centre Met- Office ha emitido una nota donde pide un descenso de las emisiones del 3% al año desde 2010 si de verdad queremos mitigar algo el calentamiento, es decir, un 30% para 2020.

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