viernes, marzo 29, 2024
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CETR, UNA APROXIMACIÓN AL CULTIVO DE UNA ESPIRITUALIDAD LAICA

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Éxodo 88 (marz.-abril’07)
– Autor: Marta Graners –
 
CETR, Centro de Estudio de la Tradiciones Religiosas, es un centro laico que trabaja en el seno de la sociedad laica ; no parte de ninguna institución confesional ni pretende conducir a ninguna institución confesional u ortodoxia. Nació en Barcelona, en el año 1999, por iniciativa de un grupo de personas que llevaban más de 20 años estudiando textos de las diferentes tradiciones religiosas así como las repercusiones epistemológicas y valorales que acarrea la nueva sociedad de innovación y cambio continuo en la que estamos immersos.

En el trasfondo de la iniciativa se encuentra por un lado la preocupación por el hecho de que las tradiciones se hayan vuelto opacas para la mayoría de los ciudadanos de hoy, lo que les ha llevado a desinteresarse por ellas; y por otro lado el reconocer que en las tradiciones religiosas se encuentra una de las fuentes principales de cultivo de la calidad humana que la historia de la humanidad nos ha legado. ¿Por qué consideramos las tradiciones religiosas como fuente de calidad humana, a pesar de los grandes desastres de los que han sido responsables? Porque en ellas se muestra de manera explícita que la egocentración fruto de nuestra condición de seres necesitados, es el impedimento fundamental que los humanos precisamos erradicar para poder tener un acceso directo, desinteresado, lúcido a la realidad. En las tradiciones, en todas ellas, se nos habla de que si dejamos de lado la egocentración, bien sea por conocimiento de la verdadera naturaleza de la realidad, o por amor a los demás, o por amor a la divinidad, nuestra visión del mundo y de los otros cambia radicalmente. Las cosas se trasforman hasta el punto de poder ver en toda realidad una dimensión de sutilidad, presente, existente y masiva que es conocida y totalmente desconocida a la vez.

Nuestra sociedad vive de la innovación y el cambio continuo cuyo dinamismo afecta nuestra vida individual y colectiva. Un cambio continuo en ciencia y tecnología que repercute en flexibilidad de las formas de vida. Hoy sabemos que nos organizamos, a todos los niveles, mediante proyectos acordados entre nosotros y no por designios venidos de fuera. Los proyectos de las nuevas sociedades ya no proceden, como los de nuestros antepasados preindustriales de Dios, ni proceden, como los de los hombres de la primera industrialización, de la naturaleza misma de las cosas. Nosotros mismos somos los únicos responsables de nuestro destino y, con él, del destino de todo lo que vive en este planeta. Por ello las religiones entendidas como garantes de proyectos de vida proclamados como venidos de Dios, convertidas en fundamento de la moralidad y del comportamiento de individuos y grupos, como legitimadoras de sistemas sociales jerárquicos han dejado de tener sentido para gran parte de los conciudadanos de hoy.

Lo que ofrezcan las venerables tradiciones religiosas a las sociedades industriales desarrolladas tiene que ser compatible con las estructuras de sociedades que viven del movimiento continuado en todos sus niveles. Por consiguiente, las que hasta ahora hemos llamado religiones, o dan algo real, ya, aquí, ahora o dan creencias y preceptos. A nuestras sociedades no les interesan ni las creencias ni los preceptos, no porque sean decadentes sino porque no pueden ni someterse ni creer, debido a que se ven forzadas a vivir de la innovación continua, y la innovación continua es creación continua y cambio continuo. Al no poder interesarse por lo que se presenta como un cuadro de creencias se tira al niño junto con los pañales.

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